Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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"Cumplo el sueño de casarme con quien me quiere como soy"

Conoció a su futuro esposo en la calle, hace dos años. Los unieron historias de vida difíciles y una gran admiración mutua.

Cecilia Corradetti / ccorradetti@lanueva.com

 

   Referente indiscutida del proteccionismo animal en Bahía Blanca, Andrea Villar, “Andreíta”, a quien una artritis reumatoidea diagnosticada a los 4 años la dejó en silla de ruedas hace décadas, cumplirá el sueño de dar el “Sí” con Kevin Canales, 20 años menor, luego de dos años de convivencia.

   El viernes 15 de este mes, por civil, y al día siguiente en la Catedral Nuestra Señora de la Merced, Andreíta y Kevin se convertirán en marido y mujer luego de una historia de amor “hermosa y llena de admiración”, según confesó ella a “La Nueva.”.

   Se conocieron hace dos años en la calle, por casualidad. Ella rescataba “almas” y él era vendedor ambulante. Los perros de la Plaza Rivadavia los unieron en una primera charla. Poco después ya vivían juntos.

   El tiempo fue consolidando la relación y cada vez encontraban más puntos en común, en especial en lo relacionado con sus propias historias de vida, difíciles, crudas, que habían transitado.

   “¿La propuesta? No fue una, sino varias. Me lo pidió una semana después de conocernos y lo seguía haciendo en los aniversarios”, recuerda ella, poco después de su despedida de soltera, que se celebró con “bombos y platillos”.

   En una de las tantas propuestas, ella se decidió. “Fue en Año Nuevo. Le dije que sí, que mi sueño era compartir mi vida con él”, relata. “

   Es un hombre de fierro, no puedo pedir más: compañero, gracioso, ocurrente, vamos a la par, tenemos proyectos, me acompaña en cada sueño e iniciativa y me quiere como soy”, lo define.

   Más allá del amor que sienten, asegura que la admiración es lo que prima en la pareja. El, por la capacidad de ella de enfrentar la vida.

   Ella, por haber sorteado con dignidad procesos muy difíciles. Lo cierto es que el 15 próximo, la familia y los amigos estarán reunidos para celebrar.

   Y Andrea dice que nunca imaginó tantas muestras de amor y de cariño. La iglesia Catedral será el lugar elegido y luego habrá una gran fiesta. “La fiesta del año”, como ella la sueña. La abuela de Kevin y los hermanos de Andrea serán testigos y padrinos.

   “Ellos son fundamentales en nuestras vidas”, asegura. “No sé si alguna vez imaginamos que podíamos hacer tan feliz a alguien. Por eso estamos convencidos. Sabemos que es un paso importantísimo, ambos lo necesitamos y estamos felices de contar con la bendición de Dios para consolidar nuestra pareja”, amplió.

   Como reflexión final, Andrea señala que luchar por la felicidad es lo único que tiene sentido en la vida.

   “Valorando cada momento y viendo en el otro aquello que nos hace elegirlo”, concluye. Y no deja de haber una mención a sus padres y a los de Kevin, que ya no están. “Desde el cielo los cuatro nos alumbran y nos protegen”, dice, con una emoción que la quiebra. Una despedida a lo grande “Ayer mi despedida de soltera y en breve el gran día”, comenzó señalando Andrea en su cuenta de Facebook.

   “Hermosas mujeres que son parte de mi vida realizaron la mejor reunión que jamás hubiera pensado. Son, cada una, parte de mi historia, me vieron caer, levantarme, desvanecerme y resurgir miles de veces”, continuó.

   “Y fueron testigos porque cada una hizo lo suyo para que lo lograra. Ayer me hicieron sentir la persona más amada del universo y con eso definir que la felicidad existe. Que muchas veces no la vemos. Pero está ahí, en cada abrazo, sonrisa, palabra, en esas miradas llenas de brillo y de amor que traspasan el corazón para instalarse en cada partícula de mi ser”, reflexionó.

   “La felicidad existe, señores. Sólo se trata de descubrirla, reconocerla y querer aprovecharla al máximo. Infinitas gracias a todos los que supieran sostener mis tristezas, pero sobre todo disfrutar mis alegrías”, concluyó.

Al servicio de los animales

   Su vida siempre estuvo signada por los animales: aprendió a caminar detrás de una perrita y hoy, además de los propios, tiene a su cargo a otro montón de animales en guarderías o tránsito. Una artritis reumatoidea --enfermedad inflamatoria que afecta a las articulaciones y al sistema inmunológico--, diagnosticada a los 4 años, la llevó a peregrinar por hospitales y consultorios de la ciudad y el mundo.

   Pero poco y nada pudo hacerse a partir de sucesos que, más tarde, y frente a una patología de carácter psicosomática, le jugaron en contra: la trágica muerte de su madre, durante su infancia, y más tarde de su padre, en la adolescencia. “Mi hermana Natalia, sin dudas fue y es mi sostén.

   En el proceso, largo y difícil, resultó todo para mí. No sé cómo describirla, pero desde que tengo uso de razón hemos estado juntas, la extrañaba mucho cada vez que me internaban y se ha ocupado de bañarme, de darme de comer... fue y es un apoyo total”, la definió, en una larga charla con “La Nueva.”, en 2017.

   Los animales ocupan un lugar enorme en su vida. “Más allá de que siempre los amé, conocí al Movimiento Argentino de Protección al Animal (M.A.P.A) y a Mascoteros y así empecé a ser una proteccionista activa. Me dan montones de satisfacciones. A veces me cuido de no sobrepasar los límites y terminar desquiciada. Tienen una sensibilidad, una respuesta, una mirada... Salvarlos, compartir la vida con ellos es por demás gratificante. Ojo, rescato animales porque tengo esa posibilidad. No puedo levantar un chiquito de la calle, no estoy en condiciones de adoptar una criatura pero, así y todo, ayudo a mucha gente. No tolero ver a un chico dormir a la intemperie. Les ofrezco casa y comida, me siento útil de esta manera”, definía.

   Andrea trabaja desde hace 22 años en el área de sistematización de datos, en el municipio y al mismo tiempo colabora con Veterinaria y Zoonosis. En otra de sus reflexiones, sostuvo:

   “Sé que la vida no fue muy justa, pero me compensó de otra forma. Todos tenemos una época en que renegamos y preguntamos por qué, por qué a mí. Me ocurrió, pero después empecé a buscar el para qué”.

  “De no haber sido por esta enfermedad, no sería la persona que soy ni tendría la sensibilidad que tengo. Posiblemente me hubieran malcriado o dado todo desde otro lugar. Aunque suene egocéntrico, se aprende cuando se vive. Hay cuestiones que no las puede entender cualquiera”.

Carnet

   Nacida en Bahía Blanca el 23 mayo de 1976, “Andreíta” es hija de Rubén Villar y Adriana Ferreiro, ambos fallecidos. Tiene dos hermanos, Diego y Natalia y tres sobrinos: Juana, Pascual y Pedro. A los cuatro años le diagnosticaron artritis reumatoidea. A los ocho, la enfermedad le atacó las caderas y fue intervenida. Estuvo nueve meses en reposo y perdió masa muscular que nunca pudo recuperar. Tiempo después la artritis avanzó hacia las rodillas y debió recurrir a la silla de ruedas. “Le temo al dolor porque lo he sufrido desde los 4 a los 20 años, pero desde entonces estoy muy bien. Las emociones, sean buenas o de las otras, me hacen mal y suelo quedarme literalmente dura”, grafica, mientras confiesa que el corticoides le afectó la parte hormonal. “Por eso soy chiquita y crezco muy de a poco”.