Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Dólar y precios: crónica del eterno ajuste

Datos para nuestra ciudad demuestran que algunos infaltables de la canasta básica aumentaron su marcha al calor de los avatares del mercado cambiario en mayo. 

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

Un dólar que mostró con una cotización muy errática en el mes pasado explicó la marcada aceleración de los precios de algunos alimentos básicos en nuestra ciudad, sobretodo, en aquellos bienes que pueden ser comercializados internacionalmente o que son insumos básicos para su elaboración,  como la harina de trigo o los fideos secos, que subieron un 92 y un 44 por ciento en un año respectivamente. 
        Sin embargo, las cifras locales -que releva en Bahía Blanca el Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA)- reflejan un dato inquietante: el aumento del dólar no se trasladó aún en su totalidad a los precios, lo que permite inferir que la escalada inflacionaria sobre el capítulo Alimentos y Bebidas del IPC local lejos estaría de disiparse. 
        “En nuestro país, se estima que entre el 20 y el 30% de la suba del dólar se traslada a los precios”. 
    “Pero en esta oportunidad y según nuestros cálculos, en mayo, impactó en alrededor del 10%. Si a eso le sumamos que los mayores incrementos se verificaron en las últimas dos semanas del mes pasado, suponemos que en los próximos días el traslado podría continuar”, manifestó el economista jefe del CREEBBA, Gonzalo Semilla. 
         Claro que la magnitud del pase a precios de la depreciación del peso dependerá de más de un factor, entre los que se cuentan la incertidumbre y la recesión, como un posible límite a las remarcaciones de precios. 
       Para el fundador y representante legal de la ONG Consumidores Libres Héctor Polino, “todavía no hubo un traspaso completo a precios de la suba del dólar de mayo. Pese a ello, nosotros verificamos en la Capital importantes subas en panificados y derivados de cereales”. 
         En nuestra ciudad pasó lo mismo, a juzgar por los números del CREEBBA: la harina de trigo se incrementó un 92% entre mayo de 2018 e igual mes del año pasado (83% de enero a mayo), el pan hizo lo propio con un 48,2% en el mismo lapso (33,24% en los primeros cinco meses), la harina de maíz subió 44% en doce meses (20,29% en apenas cinco meses) y los fideos secos –en su presentación de 500 gramos- siguieron un camino similar, con 48,5% interanual y un 26,32% en cinco meses. 
     Otros productos infaltables de la canasta básica con elevado componente de bienes transables (vale aclarar, con una elevada participación de bienes susceptibles de ser comercializados internacionalmente en su elaboración), como el aceite de maíz, mostraron en Bahía una dinámica similar, al avanzar 35,6% en un año o 18,70% en cinco meses. 
       Del otro lado, alimentos como la carne vacuna (+4,64% en cinco meses, 11,10% interanual) o de pollo (+3,58% y +28% respectivamente) mostraron alzas algo más en línea con el Nivel General del IPC-CREEBBA, que subió un 24,4% entre mayo de 2018 e igual mes del año anterior. Además, sumó un 11,3% de enero a mayo. 
Precios Cuidados
          Los avatares del mercado cambiario y su influencia sobre los precios en góndola forzaron al Gobierno nacional a relanzar con mayor énfasis el Programa Precios Cuidados, una política de control de precios enmarcada en lo que los economistas identifican como política de ingresos, sumamente resistidas por el ala más ortodoxa de la profesión. 
      “El 6 de mayo agregamos a los 391 productos del Programa Precios otros 100 más. El 37% de los nuevos productos incorporados son derivados de la harina, ya que como consecuencia de la suba del dólar, estos productos han aumentado considerablemente”. 
“Queremos que Precios Cuidados se constituya como una referencia de mercado para los consumidores”, señaló el director nacional de Defensa del Consumidor, Fernando Blanco Muiño. 
      Aseguró que el remozado programa estará activo en nuestra ciudad “alrededor de la semana que viene, ya que  por cuestiones logísticas y de distribución, suele haber demoras”. 
          La lista de productos incluye pan lactal, café, agua, pollos (trozado y medallones), tapas para empanadas y para pascualina, polenta y galletitas, fideos, arroz, té, premezcla para pizzas entre otros, que se ofrecerán a precios al alcance de los castigados bolsillos de los consumidores. 
         En el marco del programa, Defensa del Consumidor y la secretaría de Comercio acuerdan con las empresas proveedoras del secror alimentario, quienes se responsabilizan por abastecer a los supermercados de los productos que forman parte de Precios Cuidados. 
     “Tenemos un sistema de alertas para que los proveedores nos informen sobre situaciones temporarias que les dificulten el normal abastecimiento -por ejemplo, la rotura de una máquina- donde se justifique la interrupción en el abastecimiento”. 
“Si no está alertado el producto y el proveedor garantizó la provisión, la responsabilidad recae en forma inmediata sobre el supermercado”, señaló Blanco Muiño. 
     “En caso de incumplimientos reiterados, los infractores serán penados en el marco de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor que estipula multas de hasta cinco millones de pesos siempre y cuando se trate de una conducta habitual y no una denuncia aislada”, explicó. 
      Las oficinas provinciales y municipales de Defensa del Consumidor serán las encargadas de monitorear el cumplimiento de Precios Cuidados. 
       Adicionalmente y a  través de la línea gratuita (0800-666-1518) o la web consumidor.gob.ar, desde cualquier punto del país, los consumidores podrán denunciar anomalías en el programa. 
      “Es muy importante que sea el mismo consumidor quien defienda sus propios derechos. Incluso pueden tomar fotos de la góndola para que nosotros nos enteremos de la situación, ya que tiene validez como medio probatorio”. 
       “Más allá del control que vamos a hacer nosotros, nunca hay que perder de vista que el mejor control es el que ejerce el propio consumidor, que asiste a diario al punto de venta”, destacó el funcionario. 
       Polino opinó que “vemos como algo positivo que el Gobierno se interese por relanzar este tipo de acuerdos, porque hasta el momento, no vimos demasiado control sobre los formadores de precios”.
 

Perforando la meta
        En diciembre del año pasado, en una polémica decisión, el jefe de Gabinete Marcos Peña, acompañado por el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y un visiblemente ofuscado titular del BCRA Federico Sturzenegger anunció el corrimiento al alza de las metas de inflación. 
Así, se modificó del rango inflacionario del 8 al 12% interanual previsto para este año al actual 15%. 
     Sin embargo, aunque más elevada, el nuevo target inflacionario tampoco será cumplido. 
     “En Bahía, tenemos una inflación acumulada de enero a mayo del 11%, lo que significa que se consumió alrededor del 70% de la meta inflacionaria repactada por el gobierno en diciembre del año pasado”. 
      “Vamos a estar muy por encima de ese nivel. De hecho,  semana a semana, las expectativas se corrigen a la suba, y ya se habla de un piso del 25%”, advirtió Semilla.
     De hecho, la depreciación que sufrió el peso impactó fuerte en  las estimaciones mensuales de consultoras y economistas encuestados por el  Banco Central en su  Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), ya que elevaron la previsión inflacionaria de este  año al 27,1%.
      Así las cosas, la proyección inflacionaria de los especialistas privados se  ubica más de 12 puntos porcentuales por encima de la pauta fijada  por el Gobierno del 15% que pretende imponer en las negociaciones  salariales. 
 

Deterioro salarial
     La inflación le pega de lleno al poder de compra de los salarios, que, de acuerdo con el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) arrancó el año con un deterioro medio del 1,3% en los primeros cinco meses del año. 
       En 2016 el poder adquisitivo cayó 5% y se recuperó parcialmente en 2017 (+3%), para caer, nuevamente, un 1,3% de enero a mayo en promedio. 
        De acuerdo con el IET, el mes que se fue ostentó el mayor retroceso para los salarios, que cayeron, en términos de la inflación, un 2,5%.