Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Plan de sábado: una tarde con los abuelos

Son jóvenes y fueron al Hogar del Anciano para compartir charlas, juegos y música.

 

Fotos: Pablo Goicochea / Video: Francisco Villafáñez-La Nueva.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

   Un grupo de jóvenes se agolpa en la entrada del Hogar del Anciano “Adelino Gutiérrez”, en Sixto Laspiur al 1.800. Son las 18, está oscuro y hace frío.

   El silencio da lugar a las palabras de Valeria Sandoval, una chica de 26 años que coordina —con ayuda de otros 5— el grupo de jóvenes de la iglesia evangélica pentecostal Biblia Abierta, en Inglaterra 450.

   —Podemos ser Jesús sin nombrarlo y ustedes con su amor lo hicieron —dice Valeria y todos aplauden.

   La joven que nació en Neuquén, pasó por Córdoba y llegó a Bahía por estudio habla de lo que vivieron minutos antes.

   Llegaron al Hogar del Anciano a las 16:30 con una propuesta: pasar una tarde diferente. Lo hacen desde hace un año. No van a hablar de Dios. Quieren hacerlo presente con sus actos.

   Juegos de cartas. Rondas de chistes. Merienda compartida. Charlas. Cantos. Y mucho baile.

   La hora y media de actividad pasó volando. Y muchos se quedaron con ganas de más.

  Drogas y maltrato. De eso hablan muchos chicos cuando se acercan a la Iglesia.

  Y las coordinadoras del grupo juvenil saben muy bien que una de sus misiones es contener.

  —Creemos que es un buen tiempo para que los chicos no estén haciendo cosas problemáticas, sacarlos un poco de eso —dice Sheila Alaniz, una joven pampeana de 22 años que acompaña a Valeria en su tarea con los jóvenes.

 Hay muchas historias que duelen y quieren ser escuchadas.

  —Nosotros no somos la solución de nada, pero aprendimos que cuando estás con alguien, con un amigo o en familia, las dificultades se superan de una manera mejor —asegura Valeria.

  Karen Cabral (21), otra chica pampeana que forma parte de la Iglesia, cuenta que la mayoría de las familias llegaron por un chico de entre 12 y 15 años en los que ven “algo diferente”.

  Sheila, que está a su lado, asiente. E invita a otros jóvenes.

  —Que prueben. Por ahí no se acercan por el tema de la religión, pero creo que es mucho más que religión. Es como dice la remera [que lleva puesta]: menos palabras, más acción. Ir a la acción en concreto para mejorar algo de la sociedad.

  Las tres van por amor. Y Valeria cuenta que lo que más disfruta es enseñar valores cristianos.

  —El mayor de todos es amar al prójimo y, sobre todo, dejar el egoísmo que existe en esta sociedad para poder pasar un rato con un abuelo, con una mamá que lo necesite, con un papá, con una familia.

Lo que se llevan 

   Sebastián: “Escuchar las vidas, las historias diferentes de cada persona es lindo”.

   Sheila: “Me gusta que los chicos inviertan tiempo con los abuelos. Hay muchos a los que no los visitan y les alegran la tarde”.

   David: “Nos dijeron ‘qué lindo que vengan acá, que nos hablen, que canten con nosotros”.

   Camila: “Es lindo que transmitan amor a los que más lo necesitan y es re valorable”.

   Nicolás: “La experiencia más linda es la sonrisa que nos regalan los abuelos”.

 

David, el chico que Dios volvió a elegir