Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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¿Cómo se vivió el Rodrigazo?

En junio de 1975, la crisis económica atravesó a todo el país y Bahía no fue la excepción. Los precios se dispararon por las nubes en cuestión de horas.

 

Los trabajadores de la CAP se movilizaron por la preservación de las fuentes laborales. Una etapa compleja.

   En el ecuador de una década oscura en la historia local y nacional, recordada por la violencia sin límites y una guerra con Chile abortada a último momento gracias a la intervención del Papa Juan Pablo II, una grave crisis económica sacudió a todos los argentinos. Se trató del “Rodrigazo” y tuvo lugar en el país de 1975, gobernado por María Estela Martínez de Perón. 
   El 4 de junio de ese año, el flamante ministro de Economía, Celestino Rodrigo, dispuso el mayor ajuste económico de la historia nacional y provocó una gravísima crisis.
El ingeniero quería eliminar la distorsión de los precios relativos con una megadevaluación del 160 % para el cambio comercial y del 100 % para el financiero, generando que la tasa de inflación llegara al 777 % anual y los precios nominales subieran un 183% al finalizar el año.
   Nuestra ciudad no resultó ajena y, al igual que el resto del país, sufrió el desabastecimiento de gran cantidad de productos esenciales, entre los cuales se destacaron alimentos y combustibles.
Con semejante aumento del dólar, la nafta (175%), la electricidad (75%) y el transporte (150%), hoy es simple de imaginar el caos que se vivió en aquellos meses.
   Gremios en guardia o de paro, comercios cerrados "por balance", feriado cambiario y, por primera vez en nuestra historia, las mercaderías aumentando su valor hasta tres veces en la misma jornada, fueron parte del paisaje cotidiano.
En su edición del 6 de junio de 1975, "La Nueva Provincia" publicó una noticia que alertaba sobre un paro de taxistas. La imagen de la parada ubicada en la primera cuadra de la avenida Colón vacía constituye un testimonio cabal de aquel fenómeno.
   “Sus habituales ocupantes, al igual que sus pares de otras paradas, abandonaron el servicio en demanda de un aumento de tarifas que equipare el incremento de los combustibles”, consignó un improvisado cartel pegado en el lugar por los trabajadores. “Con solo poner en marcha el motor, perdemos dinero”, mencionaron los taxistas consultados.
   Pero no solo ellos decidieron detener sus autos, los automovilistas particulares hicieron lo propio y, en horas de la mañana, era común ver a los ómnibus colmados de pasajeros. Pocos vehículos en el centro de la ciudad, peleas entre colectiveros y pasajeros por la escasez de monedas –-otra de las consecuencias del ajuste-- y estaciones de servicio saturadas la noche previa al aumento conformaban la postal de esos días. 
   Eso sí, como ante cada crisis, la viveza criolla de los argentinos afloró, esta vez en la piel de algunos estacioneros que, ante el “asalto a los surtidores” por parte de los automovilistas, prefirieron cerrar y esperar unas horas hasta la designación del nuevo precio.
   Para tratar de entender lo que significaron los aumentos varios en productos tan esenciales como los alimentos -–el kilo de pan pasó de 4 a 7 pesos-- y el combustible –-llegó a subir en un 189 %--, basta con decir que es como si en la actualidad, el litro de nafta que cuesta $ 30 se fuera a 86 pesos, o como si el kilo de pan francés que ronda los $ 40 se fuera a 70 pesos. Días más temprano, días más tarde, a los taxis se le fueron sumando los colectivos urbanos, los de larga distancia, el tren y el avión.

Consecuencias del fenómeno, en números

-Devaluación del peso en relación al dólar en el mercado oficial, pasando de una tasa de 10 pesos por dólar a otra de 26 por dólar.
-Alza promedio de un 100% de todos los servicios públicos y transporte.
-Alza de hasta un 180% de los combustibles.
-Como contraparte, los salarios aumentaron, pero solo en un 80 %.

Estas medidas dispararon la inflación, licuando gran parte de las deudas en pesos de las empresas  y disminuyendo enormemente el poder adquisitivo de los trabajadores.
Ante semejante situación, la CGT intentó negociar con el Gobierno un mayor aumento de salarios, que gracias al desborde y fuerte movilización de los trabajadores, generaron el primer paro contra un gobierno peronista y finalmente se acordó un aumento en promedio del 180% en los salarios, pero que en gran parte fue licuado por la inflación.