Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Infinito por Descubrir: cientos de chicos ya se sumaron a la iniciativa

A un mes de su puesta en marcha, entre 50 y 60 chicos asisten por día a este espacio para explorar con la tecnología. Hay más de 100 turnos otorgados a escuelas para visitas guiadas.
A la izquierda, los chicos en uno de los talleres. A la derecha, dos de los coordinadores, Sebastián Luce y Javier Luján.

Sergio Prieta

sprieta@lanueva.com

Describir un lugar como Infinito por Descubrir no es una tarea sencilla. Se puede decir que se trata de un espacio para que chicos de entre 6 y 18 años aprendan sobre el uso de tecnología, descubran su vocación o realicen actividades extracurriculares. Como su nombre lo dice, se busca que sea una puerta para que exploren el presente y aporten mejoras al futuro.

Lo cierto es que, a casi un mes de su puesta en marcha, entre 50 y 60 niños y adolescentes concurren a Fitz Roy 682 para grabar videos o animaciones, construir algún objeto o simplemente jugar con los variados instrumentos musicales o herramientas que hay en el lugar.

Los días de semana abre de 9 a 13 y 14 a 18. Los sábados, cuando el público se duplica, solo de 14 a 18. Esos días entre 120 y 150 chicos se turnan para usar guitarras eléctricas, microscopios, computadoras o la increíble sala de video.

“La Nueva." recorrió el espacio junto a Javier Luján, uno de los coordinadores. “Es difícil entender de qué se trata si no vienen a conocerlo: se busca es que los chicos descubran sus habilidades, trabajen en equipo y estén motivados”, opinó.

Por ahora funcionan cuatro talleres: Ciencia, Sonido, Fabricación y Multimedia.

En Ciencia se puede analizar y experimentar con comida, insectos y más objetos de la naturaleza. En Sonido, jugar con una variada gama de instrumentos e incluso grabar canciones o formar una banda. En Fabricación se pueden crear autos a control remoto o cualquier otro elemento y, en Multimedia, grabar y editar videos, hacer dibujos animados o grabar cortos y películas.

Además existen otros dos espacios: el exploratorio y un mini laboratorio. Cuando un adolescente llega por primera vez se lo envía al exploratorio, donde el personal hace una introducción a los diferentes talleres. A los chicos de 6 a 8 se los invita a un mini laboratorio. “Hay una serie de actividades que sirven a modo de disparador para que encuentren lo que les gusta”, dijo Luján.

“Llevamos poco tiempo pero notamos que hay muchísimo interés. De hecho, ya otorgamos unas 100 visitas guiadas para escuelas y cursos", dijo Luján.

El Ministerio de Educación de la Nación invirtió unos 30 millones de pesos en el lugar. Poco más de 12 millones se utilizaron para poner en valor el espacio y el resto en adquirir la maquinaria, instrumentos, herramientas, etc.

Los padres solo llegan a un hall de acceso y no pueden ingresar a los talleres. “Lo hacemos para que los chicos se sientan totalmente libres y sin condicionamientos de los mayores, aunque si los padres lo desean, una vez que finalizan los cursos se les da una recorrida rápida por el edificio”, contó Luján.

Otro detalle es que no hay docentes, sino que al personal que guía a los chicos se los llama "facilitadores" y son jóvenes profesionales.

Una vez que el chico elige, puede participar de las actividades que se ofrecen o simplemente asistir para trabajar en algún proyecto o emprendimiento que tenga en mente bajo la supervisión del personal.

En el área de Multimedia se pueden filmar videos, sacar fotos o crear animaciones. En el laboratorio se analizan comidas e insectos, entre otras cosas.

En Fabricación se pueden hacer autos a escala con control remoto, armar todo tipo de objetos e incluso hay impresoras 3D y todo tipo de herramientas.

En el espacio destinado a Sonido hay desde una radio hasta instrumentos variados: guitarras, teclados y batería. Y se pueden grabar sesiones de música electrónica. "La intención es que los chicos vengan dos o tres veces por semana para que mastiquen las ideas y el proceso sea saludable", dijo Luján.

Este diario dialogó con varios padres en la sala de espera del flamante espacio.

“En principio no entendí bien de qué se trataba pero vinimos y desde el primer día se enganchó. Lo noto entusiasmado por lo que hace y muchas veces no le alcanzan las palabras para explicarnos sobre las actividades”, contó Cecilia Osorio, madre de un chico de apenas 6 años.

“Lo traigo tres veces por semana porque está enganchado con las actividades. Nos pide venir y yo espero hasta que termina”, agregó.

Otra madre comentó que se enteró de Infinito por Descubrir a través de las redes sociales y que la propuesta le parece interesante porque los chicos cuentan con instrumentos y herramientas a las que no acceden en otros lugares.

“Veremos qué nos dice un vez que termine, porque es la primera vez que venimos”, dijo Natalia Ditski.