Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Una charla de pares, a propósito de distintas experiencias

El violinista Jeremías Petruf y el pianista Rodrigo Evangelista compartirán un concierto en el Teatro Municipal. Bahienses, continúan su formación a partir de las bases y restricciones que sus respectivos instrumentos les imponen.
Una charla de pares, a propósito de distintas experiencias. Aplausos. La Nueva. Bahía Blanca

Por María Inés Di Cicco / mdicicco@lanueva.com

Jeremías Petruf nació en Bahía Blanca, donde encontró a sus primeros maestros de violín: el músico Denis Golovin --hoy solista de viola de la Orquesta Sinfónica de Río de Janeiro-- y el fallecido Esteban Raspo, quien llegó a ser concertino de la Orquesta Sinfónica de la Provincia de Córdoba.

Pasó por la Academia Orquestal del Teatro Colón y la Orquesta del Bicentenario Argentino como concertino; integró la primera fila de violines de la Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca y la Joven Orquesta del Club Argentino de la Asociación Filarmónica de Bahía Blanca.

Por concurso, llegó a estudiar con Massimo Quarta y consiguió el diploma de Bachelor in Art of Music en el Conservatorio della Svizzera Italiana de Lugano, en Suiza, donde reside desde hace seis años.

Ganó la Beca Teresa Grüneisen del Mozarteum Argentino y fue elegido por el Fondo de Becas del Conservatorio della Svizzera Italiana y aceptado en la Academia Stauffer para realizar clases con el prestigioso Quartetto di Cremona, y actualmente estudia allí para conseguir el titulo de Master in Performance of Art in Music.

Rodrigo Evangelista inició sus estudios en nuestra ciudad y también integró la JOCA. Se convirtió en discípulo del maestro Jorge Fontenla (padre) y participó en los cursos de Fenomenología Aplicada e Interpretación dictados por Jordi Mora (Barcelona) en nuestro país.

Actualmente cursa sus estudios en la Universidad Nacional de Artes (U.N.A.) bajo la tutela de Manuel Massone, y en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, recibiendo clases de música de cámara de Pierre Blanchard.

A propósito de su actuación --junto al clarinetista Gustavo Kamerbeek-- del 5º Concierto Trío de Cámara que ofrecerán el próximo miércoles, en el Teatro Municipal (ver apartado) conversaron con "La Nueva." sobre su experiencia como estudiantes en la Argentina y en el exterior, y como intérpretes dentro de distintas formaciones.

"Vengo al país una vez al año, de vacaciones, y es cuando aprovecho a programar algún concierto . Mi formación se dio casi en su totalidad en el exterior, donde me siento como en casa", cuenta Jeremías.

Próximo a concluir su formación en el IUNA, Rodrigo piensa en la realización posterior de un máster en música de cámara.

"Pero la idea de emigrar para continuar con mi carrera me perturba", asegura.

"Hasta el momento tuve acceso a una muy buena formación en la Argentina porque, a diferencia del violín, entre otros instrumentos, las bases de formación en piano son muy sólidas, gracias a la herencia que nos dejaron maestros como Vicente Scaramuzza, Martha Argerich, Bruno Gelber, Daniel Barenboim y Daniel Fanelli. El Conservatorio Nacional tiene una tradición muy importante y también lo es la competencia que se plantea, porque allí se congrega mucha gente, como yo, que no es de Buenos Aires y que llega a buscar lo mejor que encuentra en formación en el propio país.

"Fuera del país no es diferente. Yo salí a buscar una formación en el exterior porque todavía no tenemos esa base de maestros que poseen los pianistas, y me encontré con una competencia igualmente grande y que proviene de otros países que se encuentran en las mismas condiciones que el nuestro", compara Jeremías.

"Musicalmente, no importa dónde estemos haciendo nuestros estudios, siempre encontramos conocimientos del otro que nos sirve intercambiar", señala.

"Sí me parece que, en la Argentina, todavía se buscan las individualidades; al chico cada vez más chico que toca un Capricho de Paganini o un estudio de Chopin, al prodigio y mejor en su tipo, pero todavía cuesta encontrar al artista con una cabeza que va más allá del don.

"Tampoco se forma a los músicos para trabajar en grupo y para tener conciencia de que, por muy capaz que uno sea para aprender su parte de la obra, es fundamental encontrar el resultado en el trabajo con los otros, porque eso es lo que nos convierte en mejores intérpretes de lo que le ofrecemos al público.

"Quizás sea el gran objetivo de las nuevas generaciones el fundar mejores escuelas", señala Jeremías.

"Coincido --dice Rodrigo-- y precisamente, en Música de Cámara, todavía no la hay. Existen varias cátedras en el IUNA, pero ninguna alcanza el nivel que se precisa. De ahí que, por caso, yo tenga que ampliar mi campo en el exterior. Pero me encantaría volver a la Argentina, que amo, donde estoy muy cómodo y de donde me cuesta irme, para volcar lo aprendido.

"También es cierto que, más allá de las voluntades de los músicos, tienen que existir decisiones políticas y de las organizaciones sociales para respaldarlas.

"En la medida en que se promueve una actividad y ejercicio se alcanzan mayores niveles. Mientras tanto, a nosotros, nos toca salir a buscar la mejor escuela", concluye el joven pianista.