Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Víctimas del monóxido señalan fallas en el 911

La muerte de una pareja en junio puso en duda la eficacia del servicio en esos casos.
Víctimas del monóxido señalan fallas en el 911. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Claudio Rodríguez Kiser

crodriguez@lanueva.com

“Pensándolo fríamente, tuve suerte que pude llegar a abrir la puerta. Caso contrario, también me hubiese muerto”.

María Rosana Juan no puede olvidar el momento que le tocó vivir, así como el trágico final de una joven pareja en una vivienda del barrio Las Cañitas como consecuencia de una intoxicación con monóxido de carbono (CO).

Es que el fatídico caso, ocurrido en calle Malharro al 2000, puso en el ojo de la tormenta algunos aspectos del sistema de emergencias.

Se cree que hubo desidia en la atención del 911 aquella noche del 21 de junio e incluso se inició una causa penal.

Por otra parte, desde el gobierno bonaerense se decidió la cesantía del operador de turno y del responsable del servicio.

Al menos otras tres víctimas que, solo por milagro, corrieron mejor suerte que Micaela Hernández y Ramiro Gavilán, indican fallas en la estructura o dudan de la eficacia del protocolo.

Mientras tanto, aumenta la venta de detectores del CO para luchar contra una problemática que golpea fuerte cada invierno.

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La trágica muerte de la pareja hizo reavivar las peores sensaciones en María Rosana Juan (40). No solo por el hecho de ser gente conocida, sino también por las similitudes con su caso.

“Después que sucedió eso, también por un problema de la caldera, me puse a pensar que si yo no hubiese podido levantarme para abrir la puerta y me hubiese desmayado, y ellos (por los servidores públicos) no habrían tirado la puerta abajo, ya que no está dentro del protocolo. Entonces, me hubiese muerto dentro de mi casa. Lo que agradezco a Dios es que pude abrir, porque estaba a punto de perder el conocimiento”, señaló.

Para Juan “es algo que se debería rever. Sobretodo en mi caso, donde ya venían sabiendo que había un problema con monóxido. Existía la información que había una persona sola y, más allá de la inhalación, también podría haber explotado la caldera, uno no sabía qué estaba pasando.

“Está en juego la vida de una persona. Todo esto me quedó dando vueltas en la cabeza y lo pensé muchísimo. A lo sumo, se arreglará la puerta que se rompa y listo”, manifestó.

No obstante, la mujer dijo que “el 911 actuó rapidísimo y fue muy efectivo. A los 5 minutos tenía en mi casa a la ambulancia, Defensa Civil y Bomberos. Alguien del edificio les abrió, porque vivo en la parte de atrás y pude levantarme a abrir la puerta de mi casa con las últimas fuerzas. Ahí ellos me agarraron, porque no daba más”.

“Quien avisó al 911 le dijo al operador que vivía sola y que el problema era por monóxido, por eso es que el movimiento fue bastante importante. Me llevaron en una primera instancia al Hospital Español y, como no había lugar, me tuvieron que trasladar al Italiano”, recordó.

La profesora detalló que “la atención desde que abrí la puerta y la doctora vino y me puso el oxígeno, así como durante mi traslado en la ambulancia, que iba con un acompañante que me controlaba constantemente, y en el Hospital fue excelente. Estoy más que conforme, porque me salvaron la vida”.

Sobre el hecho, Juan recordó que “en ningún momento perdí el conocimiento, pero comencé a sentirme con muchos mareos y náuseas y un dolor de cabeza inusual. Esto ocurrió sobre las 21.30 (NdR: el 19 de mayo pasado). El problema se originó en la caldera, que tenía caída la chimenea en la parte de arriba y por este motivo no salían los gases”.

“Estaba despierta y el único error que cometí fue irme a acostar, pensando que se me iba a pasar. Nunca imaginé que me podía suceder. Pensé que era algo del día o porque estaba cansada. Tuve la suerte o la lucidez de llevarme el celular a la cama, porque una vez que me acosté el cuerpo ya no me respondía. No veía bien el teclado, aunque por suerte alguien me atendió y le pedí que llame al 911”, cerró.

“Para mí falta organización”

Por su hijo de 11 años, es que Jorge Ávila (40) y Silvia Aravena (41) salvaron sus vidas. Ignacio, que forma parte del Grupo de Scout Conquistadores, aprovechó los conocimientos obtenido en dos cursos que hizo de Reanimación Cardiopulmonar (RCP) para rescatar a sus padres del monóxido, provocado por un calefactor ubicado en el comedor de la vivienda de Patagones 97, en Villa Muñiz.

El hombre señaló que “la atención fue muy buena desde que llegaron Defensa y Bomberos y también en el viaje dentro de la ambulancia, donde pese al frío nos abrieron las ventanas para que circulara el aire. Nos explicaron todo lo que nos había pasado”.

Si bien Ávila se mostró satisfecho por el trabajo de los servidores públicos en su casa, “hay puntos que son claves y que uno no le da bolilla hasta que no le pasa algo”.

“Lo que falta fundamentalmente es organización. Nosotros al tener obra social nos llevaron al Hospital Privado del Sur y allá no sabían cómo actuar en un caso así. A las cuatro horas nos querían dar el alta, pero vino un jefe y les dijo que por protocolo al menos debíamos estar 6 con oxígeno directo. Si hubiese sido por el que nos atendió nos daban el alta pese a quedarnos restos de intoxicación en nuestros cuerpos”, apuntó.

“Nos llevaron a un lugar que quizás no estaba preparado para un caso así, sobre todo comparado con otros hospitales que trabajan cotidianamente con estos cuadros. Cuando llegamos nos bajaron de la ambulancia caminando, incluso a mí me llevó el enfermero, porque no tenía fuerzas. Si me hubiesen preguntado habría preferido ir al Hospital Municipal o al Penna, que sabes que son los que mayormente tratan estos temas. La obra social se lo pagaba igual, eso era lo de menos”, añadió.

Ávila agregó que “falta comunicación” del 911 con los demás servidores.

“Uno de los primeros comentarios que alcancé a escuchar cuando nos sacaron afuera de la casa era que habían mandado una sola ambulancia y nosotros éramos tres. Para no esperar a que llegue la otra nos subieron a todos en esa”, expresó.

“Sinceramente no sé quién observó esto, pero se sorprendieron por el hecho de que habían mandado solo una ambulancia. A los 10 minutos decidieron mandarnos a todos en la única que había llegado”, reiteró.

Sobre la atención del operador del 911, Ignacio contó que fue rápida y le brindaron las indicaciones necesarias para realizar los primeros auxilios.

Por otra parte, Ávila dijo que “luego de lo sucedido en Las Cañitas todos le echan la culpa al 911 o al operador, pero si el texto o la grabación que se escucha es verdad, no le puede decir (a la víctima) que lo llame de nuevo para saber si es una pelea o no. A mi hijo le hicieron caso con 11 años, si alguien grande lo hace, lo primero que corresponde es ir y corroborar, después vuelven a llamar si quieren”, agregó.

“Para mí el tiempo de demora fue una eternidad por la situación que estábamos viviendo, aunque ya más frío podemos analizar que llegaron automáticamente. No estuvimos mucho tiempo solos hasta que mi hijo los recibió. La ambulancia llegó unos minutos más tarde, aunque para ese entonces ya estábamos atendidos por los chicos de Defensa Civil”, cerró.

“Me molestó que dieran tantos detalles”

Celeste Escudé (26) fue otra de las sobrevivientes del monóxido y, al igual que los restantes entrevistados, habló de la eficaz tarea de los servidores públicos en el lugar, aunque crítico algunas fases del protocolo que llevan adelante desde el 911.

“Hacía un mes atrás, por otra descompostura, le había hecho un juego de llaves a mi tía, que vive cerca del departamento. Según mi psicóloga, por el instinto de supervivencia, es que la llamé justo a ella. Le dije que no se asustara, le conté lo que me pasaba y le corté. Sabía que ella iba a venir para llevarme a la guardia. Como pude comencé a vestirme y pensaba que no me tenía que dormir”, contó la joven.

“De casualidad, mi tía llamó al 911 y ellos le dijeron que podía ser lo del monóxido. Por eso, cuando llegó abrió la puerta y la ventana de mi pieza, y ahí fue como que se descomprimió algo en mi casa. No tardó más de 10 minutos en llegar y dos minutos después ya estaban la ambulancia, los bomberos, Defensa Civil y la policía”, agregó.

Escudé, que por entonces residía en Córdoba al 200, señaló que los recursos que llegaron la trataron muy bien.

“Lo único que no me gustó del 911 es que brindaron todos mis datos. Estuve en el Hospital Municipal durante 6 horas en la guardia y me comenzaron a llegar llamadas de todos lados. Lo peor es que dijeron que vivía sola. Por todo eso me mudé, ya que todo el mundo pasó a saber dónde vivía y que estaba sola. Está bárbaro que alerten, pero me molestó que dieran tantos detalles”, expresó.

También sostuvo que ante una emergencia no se debe dudar en ingresar a una casa.

“Si te están llamando tenés que entrar como sea, y más si ya te alertaron que hay un posible caso de monóxido, como pasó con esos chicos (por el caso de Las Cañitas) . Solo cuando te pasa te das cuenta de la gravedad del hecho. El monóxido no lo sentís, no percibís nada y te quedás dormido”, sostuvo.

Escudé aún no sabe cómo logró despertarse.

“Empecé a escuchar ruidos y los ojos no los podía abrir. De repente me dí cuenta que el brazo izquierdo lo tenía dormido. Nunca entendí lo que me estaba pasando. Mi cabeza empezó a decirme que me tenía que despertar y con el otro brazo ayudé a abrir los ojos”, contó.

“Es loco lo que voy a contar, pero me senté como pude y con el celular busqué qué significaba tener el brazo izquierdo dormido. No me acuerdo todo lo que decía, porque estaba como drogada, mareada, y como con un humo en el pecho que no me dejaba respirar”, finalizó.

"Lo más difícil es que la gente no lo sospecha"

Roxana Bertrand forma parte de la Unidad de Toxicología y Farmacovigilancia del Hospital Municipal de Agudos Doctor Leónidas Lucero.

En el centro asistencial comunal trabaja con personas afectadas por monóxido y sostuvo que "lo más difícil es que al no dar síntomas la gente no lo sospecha, porque es un gas que viene de la combustión de los gases”.

La facultativa agregó que “una pérdida de gas natural produce un olor terrible, porque tiene una sustancia que precisamente hace que sea desagradable e irritante. En cambio, el monóxido es inodoro, no es irritante, no tiene características. Cuando vienen con dolor de cabeza, náuseas o vomitos, ya estamos hablando de un grado de intoxicación”.

Sobre la prevención, Bertrand dijo que “la conciencia no la vamos a ver en la guardia, sino en cómo actúa la gente y se asesoran con gasistas para verificar sus artefactos. No tiene que ver con la preocupación de la salud, sino con la prevención. Generalmente por gastar un poco menos”.

Al mismo tiempo, sostuvo que “al hospital no viene gente por las dudas. Solamente se sospecha si uno está durmiendo y se levanta con mucho dolor de cabeza y náuseas, y se está en un ambiente muy cerrado”.

Además, contó que “lamentablemente todos los años se ven campañas de prevención y, sin embargo, el monóxido se lleva víctimas. A veces por negligencia de la gente y otras por no controlar los artefactos. Todos los años ingresan familias enteras y estudiantes”.

Finalmente, Bertrand se refirió a los trabajos que se realizan en la entidad creada en 2008.

“Lo primero que se hace cuando el paciente ingresa a la guardia es ponerle oxígeno y luego se mide la carboxihemoglobina, para saber la cantidad de horas de oxigenación que va a necesitar. Después, hay que tener en cuenta las intoxicaciones crónicas, que las tenemos habitualmente. Por ejemplo, con algunos trabajadores de estaciones de servicio o los fumadores, entre otros. Estas pueden dar dolores de cabeza frecuentes y cuadros de hipertensión arterial”, termino diciendo.Los días de bajas temperaturas son una constante en este crudo invierno bahiense. La necesidad de calefaccionar los ambientes y los reiterados incidentes causados por el monóxido han provocado un aumento en la venta de detectores del CO.

“Aumentó la venta y, obviamente, que en invierno es cuando más se vende. Cuesta alrededor de los 2 mil pesos y tiene una garantía de 5 años. En el mismo manual te indica que no requiere demasiadas calibraciones. Incluso, tiene un botón que te indica si funciona normalmente”, mencionó Virginia Román, empleada de la firma Chricer.

“Siempre hubo consultas por este artefacto, el tema es que después de los últimos hechos trágicos se dio a conocer más que existía. Por eso es que tuvo mucho más auge y consultas. Muchas de las personas que se acercaban al lugar nos decían que no tenían idea de sus existencia. Habitualmente la gente viene más después de algún caso”, añadió.

Román contó que su empresa “lo comercializa hace varios años” y detalló sus cualidades.

“Lo que hace es detectar el monóxido de carbono y el gas. Viene con una alarma lumínica y sonora, se alimenta de 220 watts y tiene salida para conectarlo a alarmas u otros dispositivos hogareños. De todas formas, viene con la alarma incorporada para avisarte ante cualquier situación de pérdida”, detalló.

“La idea es que esté cerca del artefacto, aunque igualmente se recomienda que se coloque a 30 centímetros del cielorraso, porque esos tipos de gases, al ser más liviano que el aire, están en la parte superior de los ambientes”.

Refirió también que “ante la detección de gas o monóxido suena la alarma y se prende la luz que te muestra si es por una cuestión o por la otra”.

“Lo que hace es identificar la presencia de gases, alerta a través de la alarma y, además, acciona dispositivos adicionales, como por ejemplo la alarma de la casa. Es importante, porque el monóxido no se siente ni se huele”, cerró.

Justamente, María Rosana Juan, una de las sobrevivientes del monóxido, contó que “tenía pensado comprarlo”.

“Después de lo que viví y de los demás casos que ocurrieron en la ciudad, uno quiere asegurarse lo más que se pueda. Si bien aún no lo hice, está dentro de los planes”, señaló.