Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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Sansinena, en un duelo que estuvo a cinco minutos de sorprender a todos

Venció a Defensores de Valeria del Mar por 3 a 1. Si bien fue muy superior al conjunto de la costa, recién a los 85 Linares hizo escuchar los gritos atragantados... Gonzalo Antonio Martínez / gmartinez@lanueva.com

Muchas veces, el fútbol depara sorpresas que le aportan una cuota de magia y lo trasladan a la frontera de lo sensacional.

Que Sansinena haya luchado durante 85 minutos para poder destrabar el partido ante Defensores de Valeria del Mar, en la tarde de ayer, es una de las tantas situaciones impredecibles que lo siguen haciendo apasionante.

Porque si en la previa se enfrentaban uno de los mejores equipos del certamen ante otro confeccionado con jugadores que juegan, en su gran mayoría, por el mismo incentivo que lo hicieron alguna vez en el potrero; el testimonio de Mariano Larrea, entrenador de Defensores, lo terminó de confirmar.

"Estoy orgulloso. Lamento que perdimos en el final, pero somos un equipo que no tiene las condiciones económicas ni la infraestructura para afrontar este tipo de torneos. Trajimos una delegación de 16 personas (NdR: once jugadores de cancha, tres suplentes, el DT y un ayudante) en tres autos. Uno se bancó todo el viaje en el baúl de una camioneta", confesó después de levantar uno por uno a cada uno de sus dirigidos.

--¿Por qué lo afrontan?

--Es un capricho de dos o tres personas, en las cuales me incluyo. Ganamos el TDI de punta a punta, tuvimos una buena experiencia el año pasado y esta temporada queríamos seguir midiendo nuestra fuerza.

"La zona costera es un lugar difícil para el ámbito futbolístico porque la gente no entiende la importancia de este tipo de torneos. Sale todo de nuestro patrimonio. Los jugadores defienden su honor a morir", agregó.

Lo demostraron.

Con mucho sacrificio en todas sus líneas después de viajar "doblados" y con un arquerito que se cansó de tapar en el mano a mano.

Por 85 minutos, es cierto.

Porque el Pato Linares quebró el desarrollo y los gritos de gol atragantados en más de ¡quince! oportunidades en las gargantas triperas se hicieron sentir.

Ya en el cierre, y ante un rival consumido por el trajín de un partido que, para ellos, comenzó a las 6 de la mañana cuando se subieron a los autos particulares, Ballestero le puso el moño y justificó su erección en figura.

Párrafo aparte para el árbitro que, con penales obviados y mal cobrados, nunca estuvo a la altura del trámite.