Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Cuándo comenzó la segunda ola de contagios en Bahía y a quiénes afectó

Si bien se dice que el crecimiento de los infectados con Covid-19 comenzó por las fiestas y reuniones sociales, un estudio revela que el rebrote se inició antes. También que hubo cambios en las edades más afectadas.

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Audionota: Mariano Muñoz

Sergio Prieta/ sprieta@lanueva.com

   Un análisis de datos  realizado por Valentina Viego, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur CONICET-UNS, detectó que la segunda ola de de coronavirus comenzó antes de las fiestas de Navidad y Año Nuevo y que hubo un leve incremento de casos de coronavirus entre chicos de 15 y 19 años y de adultos de entre 51 y 60,  aunque no es suficiente para considerar que la suba de contagios sea responsabilidad exclusiva de esas franjas etarias.

   La conclusión surge de analizar el porcentaje de casos de fines de agosto y septiembre, cuando los contagios comenzaron a incrementarse de manera notoria en Bahía y de compararlos con las 3 últimas semanas de diciembre y la primera de enero, en la cual hubo un nuevo pico que llevó a las autoridades nacionales y provinciales a determinar restricciones nocturnas.

   “En Bahía Blanca el pico de casos de Covid-19 se alcanzó la primera quincena de octubre y desde entonces disminuyó paulatinamente hasta mediados de diciembre, con un mínimo de 27 casos diarios en promedio”, dijo Viego.

   Sin embargo la comparación de datos determinó que el  punto de inflexión de esta curva se registra a partir de mediados de diciembre, cuando los confirmados diarios aumentan del mínimo de 27 a 38 casos/día a los 100 detectados desde hace varios días. 

   “Considerando que la aparición de síntomas ocurre a los 3-5 días de la exposición al virus y que la prueba que confirma el resultado puede demorar otro tanto, esto marcaría que el rebrote tuvo lugar en Bahía Blanca durante los primeros días de diciembre de 2020, posiblemente durante el feriado del  8 de diciembre”, afirmó.

   Viego sostuvo que entre ambos periodos hay similitudes, porque entre el 31 de agosto  y el 26 de setiembre la evolución fue similar; a fines de agosto el promedio de confirmados pasó de 40 casos diarios a algo más de 100 por día 4 semanas después. 

   A mediados de diciembre la situación era semejante: el promedio de confirmados diarios rondaba los 38 casos y 4 semanas después, a inicios de enero, se alcanzó nuevamente la barrera de los 100. Tomamos esas fechas para comparar la estructura de edades de los confirmados. 

Las edades más afectadas

   Si bien en la segunda mitad de diciembre se registraron 32% menos de casos que el período de referencia (2054 vs 1552), ello se explica en parte porque diciembre tuvo más feriados que septiembre.

   “El mayor aumento relativo se registra en el estrato de 15 a 19 años, donde los casos aumentaron 6 puntos porcentuales, además de aumentar en valores absolutos de 79 a 91”, remarcó.

   Un segundo grupo de edad que tuvo un alza (aunque menor a la de jóvenes) en los confirmados es el de 51 a 60 años, donde se ubican probablemente los padres de los jóvenes. 

   “Estas variaciones marcan el rol que en el segundo rebrote tuvieron los adolescentes en los contagios. Con los días, los contagios en jóvenes se trasladan al grupo convivencial y posteriormente a los adultos mayores. Con un mayor rezago eso se traducirá en un aumento de la letalidad”, sostuvo Viego.

   Sin embargo eso depende del aislamiento efectivo que puedan realizar los primeros infectados.
   “En setiembre las personas de entre 20 y 50 años  representaban 65,4% y en diciembre 66%. Es decir, que la dinámica de transmisión sigue estando apoyada en personas más expuestas por razones laborales o que más se movilizan”, señaló.

   “Las variaciones de los grupos de edad entre la primera ola y la segunda, sin embargo, no deberían justificar la culpabilización de los jóvenes ni incluso de sus familias que, animados por el clima, la saturación del aislamiento o la mejora relativa de la situación de la pandemia que tuvo durante noviembre, pudieron haber relajado los autocuidados y medidas de distancia social”, opinó.

   Además manifestó que no se debe soslayar el rol de los gobiernos, con medidas ambivalentes que colaboraron con un clima de relajamiento social generalizado.

   Por último Viego destacó que una segunda problemática, y no menor falla de gestión, se focaliza en las actividades de rastreo de contactos de los positivos y la detección de la cadena de transmisión, lo cual impide conocer cómo se han transmitido los contagios; esporádicamente se conoce que algunos contagios ocurrieron en determinado lugar (como algunos en una fiesta en Los Chañares), pero esta información no se registra sistemáticamente ni en bases públicas. 

   “La falta de registro ordenado de la cadena de transmisión hace que las medidas que se tomen sean genéricas y no específicas para los principales focos de propagación”, dijo.