Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Rebusques de cuarentena: pañales ecológicos, ropa femenina, cerveza artesanal y mucho más

Ejemplos de superación y emprendedorismo, en la zona algunas personas aprovecharon el aislamiento para incursionar en el rubro comercial.

Fotos: gentileza familias Sensini, Ramborger y Hinding

 

Anahí González y Hernán Guercio / agonzalez@lanueva.com

   Algunos emprendedores siguen pensando de qué modo encontrarle la vuelta a esta cuarentena para no perder productividad. Hacen pruebas piloto, generan ideas, buscan maneras de llegar más y mejor a sus clientes o de ampliar mercado aprovechando el uso de las tecnologías.

   En el caso de la pringlense Lucía Hinding, quien se desempeñó durante una década como docente de inglés, la cuarentena fue un incentivo para poner énfasis en algo que le gusta mucho hacer: fabricar pañales de tela artesanales ecológicos.

   Esta iniciativa le permitió combinar sus habilidades para coser y diseñar con una marcada conciencia por el cuidado del medio ambiente.

   Los pañales ecológicos llegaron de la mano de su segundo hijo, porque ni bien nació, decidió no volver a trabajar en escuelas para tener más tiempo para la familia.


 Lucía Hinding, junto a Joaquín, Fermín y su máquina de coser pañales ecológicos.
 

   Al verse sin trabajo formal en la docencia empezó a sentirse rara, como si estuviera “desocupada” y puso manos a la obra.

   “Con mi segundo hijo descubrí el mundo de los pañales de tela y estando embarazada compré los que iba a necesitar para pañalear cuando naciera”, contó.

   Los diseños los realiza con tela, como los pañales de antes pero no son exactamente iguales: hay algunos detalles que los hacen más competitivos en el mercado. Además, hoy en vez de lavarlos a mano, simplemente se enjuagan y se meten en el lavarropas.

   “Usar pañales de tela es un viaje de ida. Los descartables te parecen una suciedad, llenos de químicos desconocidos. ¡Y tirar un pañal al tacho es algo inaceptable! Todo se lava y se vuelve a usar, como la ropa. Imaginate si tiraras la ropa cada vez que la usás”, dijo.

 

Cada pañal tiene un costo de $850 que puede variar dependiendo de los distintos sistemas, según su uso y materiales.

 

   “Este mundo de la tela me enamoró tanto que cada vez me hizo más ruido empezar a hacer pañales de este tipo para los demás. Obviamente hice muchos pañales que usé en casa con mi bebé, hasta darle con las telas, el molde, el tamaño, los broches; bueno, hasta llegar al modelo que hago para la venta”, contó.

   “El amor y respeto por la naturaleza me llevan a ser consciente del daño que producimos al no cuidar nuestros desechos, al derrochar recursos naturales, etc. Cuando entendés que haciendo pequeños cambios en tu vida cotidiana, el impacto es menor, ya no volvés a vivir como antes, no se puede mirar para otro lado”, expresó.

   La sustentabilidad es para esta emprendedora un estilo de vida que comparte con sus hijos Joaquín y Fermín y su marido Adrián.

   “Debemos optimizar el recurso natural, cuidar el agua, el sol, la tierra; para reducir el consumo y los residuos”, dijo.

   Cada pañal tiene un costo de $850 que puede variar dependiendo de los distintos sistemas, según su uso y materiales. Los pañales ecológicos para recién nacidos cuestan un poco menos que los unitalla.

   “En este momento, es mi única fuente de ingresos”, confió.

   Lucía comentó, además, que produce algunos sistemas, todos los no impermeables, que son pura absorción y más suaves y flexibles, los que generalmente se eligen para pasar la noche (12 horas de aguante) en el mercado hay otros, nacionales o importados.

 

Bizarra: la familia entera detrás de una cerveza

 

   Jonatan Ramborger, de Puan, es uno de los motores de Bizarra, cervecería artesanal que arrancó en 2014, como emprendimiento familiar.

   “Cuando arrancamos había más intenciones que presupuesto, bautizamos el proyecto como Bizarra y se sacaron ideas de lo que había en la familia”, contó.

   “Mi viejo sabía de mecánica y soldó unas ollas caseras; mi hermano, que es diseñador gráfico, propuso el nombre y creó el logo y ahí nomás empezamos el registro de la marca y nos metimos a fondo”, dijo Jonatan, quien también es diseñador.

   En las primeras pruebas, contó, las cervezas salían fuertísimas pero ya había una gran alegría en la producción y expectativas genuinas de que el emprendimiento fuera a largo plazo y que involucrara más gente.


La familia Ramborger potenció su cerveza artesanal en plena pandemia.

 

   “Y así fue que con el tiempo se fue nutriendo de los aportes del resto de los integrantes de la familia”, comentó.

   Jonatan tiene un hermano chef, que vive en México, y comenzó a involucrarse con las degustaciones y hasta empezó a elaborar cerveza en aquel país, con lo cual la marca se está expandiendo.

   Otro de los hermanos tiene una fábrica de agua y brindó asesoramiento respecto a los perfiles de agua más convenientes, algo muy importante para la receta de la cerveza artesanal.

   “Empezamos a trabajar en la casa de mis viejos, nos fuimos metiendo entre todos en familia. Acomodamos la churrasquera y pasó a ser una fabriquita”, señaló.

 

Bizarra nació con más ideas que presupuesto. La familia acomodó una churrasquera como fábrica de cerveza artesanal.

 

   Los primeros experimentos se hicieron en 2015, pero la pandemia aceleró todo.

   “Cada vez que hacés un cambio técnico, el producto cambia sustancialmente . Empezamos a usar el receso para mejorar los equipos, los procesos”, dijo.

   “Hicimos pruebas y mejoras técnicas y por azar empezó a sumarse gente de otras ciudades, como un amigo de La Plata que trabaja en redes sociales y otro que aportó desde el lado de la serigrafía para el packaging”, señaló.

   La cuarentena fue una “etapa de incubadora” para estos emprendedores que participaron con un puesto en la última Fiesta de la Cebada Cervecera junto con otra cervecería local, que se llama Nómade.

   “Es el momento más importante para los productores de Puan, porque hay un cúmulo de gente importante y podes visibilizar tu trabajo -subrayó-. La idea es salir con todo cuando esto se vuelva a abrir; si bien trabajamos con envíos a domicilio no es nuestro fuerte”, indicó.

 

Las Alicias: por amor a mamá

 

   El proyecto de las hermanas Sensini se divide entre el sur de Villarino y Bahía Blanca, y tiene un nombre bien entrañable para ellas: Las Alicias, como su mamá. Alicia fue quien de chiquitas les inculcó la necesidad de aprender costura, porque “si sabían coser, nunca iban a pasar hambre”. Con la vieja máquina Singer les enseñó los secretos de la profesión para que ellas, muchos años después y en plena pandemia de Coronavirus, pudieran sacar provecho y lanzar su propia línea de ropa al mercado.

   La idea estuvo clara desde un principio: había que confeccionar una línea propia de ropa femenina para todos los talles, dejando de lado colores como el negro y líneas rectas. Cada uno de estos diseños llevan el nombre de alguna de las hijas de las emprendedoras.

   El proyecto lo llevan adelante cuatro de las siete hijas de Alicia: Sandra, Natalia, Laura y Noelia. Laura fue la que dio el paso inicial, para cubrir una demanda que se generaba en su negocio de venta en Bahía Blanca. Así, comenzaron las charlas y las ideas entre las hermanas, a través del teléfono y del grupo de Whatsapp Las Alicias.


Sandra, Natalia y Laura, tres de las Alicias que comenzaronsu emprendimiento de ropa.
 

   Comenzaron a trabajar en conjunto hace unos tres meses, poniendo un capital inicial y comprando los materiales en la zona, ya que no se puede viajar a Buenos Aires. Luego, se hizo una promoción a través de las redes sociales y llegaron los primeros pedidos en forma online.

   Cada una de las cuatro tiene una tarea asignada. Las consultas y propuestas se hacen a través del grupo, y entre ellas deciden los pasos a seguir.

   Entre las máquinas que usan para trabajar, todavía está la vieja Singer de mamá Alicia.

 

Las Alicias largaron con la idea de confeccionar ropa femenina para todos los talles, con colores variados y sin líneas rectas.

 

   “Cuando éramos chicas, mamá nos sentaba en la máquina de coser para que aprendiéramos. Ella era profesora de confección de ropa y daba clases en casa, y nos decía que quien sabe coser nunca va a pasar hambre; además, la costura nos unía. Incluso, con ese trabajo nosotras pudimos terminar estudios universitarios”, contó Laura.

   El aislamiento y la virtualidad las ayudaron a darle forma al proyecto. Querían hacer un emprendimiento de este tipo, pero no sabían por dónde empezar. Una vez que estuvo la idea, “fue como sentarse en la máquina de coser y empezar a pedalear”.

   “Mientras, nos vamos ayudando unas a otras. No sé qué pasará cuando pase todo esto, pero -mientras tanto- para nosotras la pandemia fue un despertar. Terminamos haciéndolo por amor a mamá, porque esto era su sueño”, contó.

 

Reuniones con Vane: la cuarentena puede ser una aliada

 

   Vanesa Pianciola, de 39 años, oriunda de Puan –aunque vive en Buenos Aires desde que terminó la secundaria- comenzó hace 13 años a realizar reuniones de tupper sex, que hoy se convirtieron en Reuniones con Vane.

   Como el nombre lo dice, en vez de tuppers, antes de la cuarentena, llevaba a la casa de quien la contrataba una valija con los productos que se consiguen en un sex shop: lubricantes, perfumes, disfraces, juguetes sexuales, velas, lencería, para mostrarlos, contar para qué se usaban y vender.

   A raíz de la cuarentena, estos encuentros presenciales se trasladaron al Zoom y también se animó a hacer “vivos” en las redes.

   “En cuarentena creció muchísimo la venta; se vendieron mas toys –juguetes- que nunca. Lo único malo es que no podían ver personalmente los productos”, dijo.

   La puanense habló de ventajas comparativas y de las causas del éxito de este emprendimiento cuando en realidad hoy todos estos productos se pueden conseguir online y conservando el anonimato .

   “Si bien te comprás algo por la web, llega a tu casa y nadie se entera, lo que sigue pasando es que es tan grande la variedad de productos que hay gente que no sabe cómo utilizarlos”, dijo.

 

En las reuniones por Zoom también muestro los productos y explico para qué se usan. En internet no hay nadie que te guíe y la variedad es inmensa”, remarcó Vane.

 

   La gente busca el trato personalizado, poder hacer consultas sin sentir pudor o vergüenza y recibir orientación sobre productos específicos y recomendaciones.

   “En la cuarentena me di cuenta que el feedback en los “vivos” era muy bueno y cada producto que mostraba después se vendía porque la gente entendía cómo usarlo”, dijo.

   Los productos más vendidos en cuarentena fueron aceites y lubricantes, lencerías con perlas, moños y strass, además de un juguete sexual estrella para uso en pareja. Entre los disfraces uno de los más vendidos es el de Mujer Maravilla y, para ellos, el de piloto de avión o policía.

   “Apunto mucho a cómo innovar en las parejas y sobre todo, en este momento, que están conviviendo las 24 horas, cómo hacer algo distinto” -confió-. Con algo tan simple como un antifaz ya entrás en una fantasía y armás un personaje”.

    “Las reuniones de tupper sex surgieron cuando no existían las ventas online. Las mujeres iban al sex shop y casi siempre las atendía un hombre y era complicado atreverse a entrar y a preguntar”, dijo.

   Reuniones con Vane hace envíos por correo a todo el país y ofrece productos de industria nacional y otros importados, que trabaja solo a pedido.

 

Vane es diseñadora textil y diseñadora de indumentaria recibida en la UBA y de lunes a viernes trabaja en una fábrica textil porteña. Los fines de semana se dedica a este emprendimiento muy orientado a despedidas de soltera y otro tipo de eventos como cumpleaños y divorcios.

 

   “Soy de un pueblo de 5 mil habitantes. Al principio me daba vergüenza por mi familia que vean que hablo de sexo, que es muy tabú, pero hay gente de Puan que me mira y supongo que está todo bien”, dijo.

   En la localidad, su mamá fue pionera en este tipo de reuniones.

   “No solo se venden juguetes, hay perfumes con feromonas que son riquísimos, velas aromáticas para masajes. Costó entrar en el pueblo por el comentario de la gente pero lo bueno es que hoy ya saben que esto implica ser super reservado. Nadie sabe quiénes son mis clientes, ni mis mejores amigas”, dijo.