Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Murió Helen y se fue un símbolo de aquel tiempo

A los 91 años, murió la periodista bahiense Esther Beatriz Serruya, la querida Helen. ¿Cuánto de aquella época se habrá ido con ella?

Por Fernando Monacelli

   Hubo una época donde los diarios eran diarios y los periodistas de diarios hacían diarios hechos para lectores de diarios. Fue una larga época dorada, donde reinaba la pluma, la cultura, el interés por lo público, la nocturnidad, la bohemia, las redacciones. Esos tiempos cambiaron hacia los actuales que son distintos, por supuesto, más complejos, tecnológicos, plagados de incertidumbre, con idas y vueltas, pruebas y errores. Y de aquellos tiempos solo van quedando recuerdos que, a su vez van a ir muriendo a medida que mueran quienes los recuerdan. Y así, esta semana, a los 91 años, murió Esther Beatriz Serruya, la querida Helen. ¿Cuánto de aquella época se habrá ido con ella?

   Helen, pequeña, coqueta, cariñosa, charlatana, admiradora incondicional de la cultura y los libros, fue profesora, periodista, editorialista y sobre el final de su carrera ya entrado este siglo, tenía la difícil tarea de escribir notas necrológicas, esa forma del periodismo, que es periodismo de despedida, de punto final. Eran brillantes.

   Había nacido el 10 de junio de 1929 en Buenos Aires y a los 3 años llegó a Bahía Blanca. Sus tres hermanas, en cambio, nacieron aquí. Cursó parte de la primaria en la escuela 6 y parte en la 5, hizo un intento por estudiar Medicina en la Universidad de Córdoba y en 1948 ingresó a LU3, donde tuvo un recordado espacio de cine y jazz que se extendió durante 15 años.

   Llegarían luego dos de sus grandes pasiones, la Biblioteca Rivadavia y el periodismo. En 1971, fue nombrada bibliotecaria de ese bastión único de cultura local y en 1973 ingresó a LU2 Radio Bahía Blanca. Además, durante 20 años colaboró con Radio Nacional y desde 1976 fue redactora del diario "La Nueva Provincia". La crónica diría luego que se retiró en 1999, sin embargo, es incorrecto. Helen siguió trayendo a la redacción su pluma, su sensibilidad y esa noción de compromiso total de los periodistas construidos de periodismo por la que un texto y su hecho son el centro del universo mientras se escriben, seguramente por este motivo sus notas necrológicas lograban que su protagonista extendiera su vida durante el tiempo que demandaba su lectura.

   Han pasado muchos años desde la última vez que vi entrar a Helen a la redacción, repito, pequeña, charlatana y con el gesto angustiado por la despedida que se disponía a escribir. Su presencia ahora asociada a los obituarios, disparaba --de no haberlo hecho no hubiera sido una redacción--, comentarios sarcástico-cariñosos, “mirá cuando venga por uno de nosotros” o “Che, fijate si estamos todos”. Alguno, en cambio, ya habían escrito su propia necrológica para evitarle el trabajo a Helen.

   Helen fue reconocida en múltiples ocasiones. El último agasajo fue en 2004 cuando la Sociedad General de Autores de la República Argentina le rindió tributo a su trayectoria durante un evento en Buenos Aires.

   Deja, entre otras cosas, el vacío de una época que irremediablemente se aleja de todos.

Entrevista que le realizó el periodista Ricardo Aure publicada en la edición impresa de La Nueva Provincia en enero de 2012

Entre Helen y Esther Beatriz Serruya

Con la pluma y la palabra

   ¿Qué será de Helen...? ¿Y qué será de Esther Beatriz Serruya?

   "Lo que Tata Dios quiera", enfatiza. Es su última respuesta, prende otro cigarrillo, el tercero en un rato, y vuelve a Charleston, el libro de Alejandra Ripley, porque así, leyendo, dice que se escapa al pasado o al futuro.

   Helen es Esther Beatriz Serruya, y viceversa. Las dos, tal cual coinciden en afirmar, afrontan pruebas y aprenden, a veces con dolor, a veces con alegría, en busca del mismo objetivo: entregar al Altísimo una vida limpia.

   Medió un largo camino para la nota porque, como dice y repite, lo peor que le puede pasar a una periodista es que la entrevisten.

   "Bueno; preguntáme lo que quieras", accedió, pidió el café que enseguida le sirvió su hermana Lucy, pero no pudo con su genio.

   "¿Cómo están las cosas en el diario?", indagó, impaciente, pero la "batalla" estaba declarada; entonces, recibió otra pregunta y así, sin treguas, fue y vino por el tiempo... contestando.

   --¿Está incómoda?

   --Mucho. No sé para qué lado disparar.

   --¿Preguntar es más lindo?

   --Llegar al ser humano es una búsqueda del periodista para adentrarse en las moradas interiores del entrevistado. Resulta uno de los más hermosos desafíos de esta profesión.

   --¿Cree que siempre sus entrevistados le fueron sinceros?

   --Yo iba con curiosidad, no con animosidad. En muchas oportunidades, dejé que hablaran y, si mentían, el pez por su boca muere.

   --Después "hablaban" las actitudes.

   --Claro. Ellas muestran si el comportamiento se corresponde con el decir, pero las cosas claras hacen una vida mejor.

   --¿Qué siente ante quien la defrauda?

   --Absoluta indiferencia.

   --Se deduce que ha sufrido decepciones.

   --Algunas, pero no me dejaron demasiadas huellas, porque quien se porta mal tiene que aguantarse a sí mismo. Y eso me causa gracia o ironía.

   --¿Qué quiere recibir de los demás?

   --El mismo trato que les dispenso.

   --¿Puede jubilarse el periodista?

   --Me parece una barbaridad que quien mantiene su lucidez, su forma de pensar aguda, su capacidad de observación y de escritura sea jubilado de oficio. Son leyes impuestas, pero no logro entenderlas. No saber aprovechar la experiencia es algo muy argentino. Valores femeninos.

   --¿Cómo ve a la mujer?

   --Mucho más afianzada que hace unas cuantas décadas. Más firme en ciertas profesiones liberales que antes eran coto cerrado del hombre, aunque, ahora, justamente, son menos rentables.

   --¿Se avecina el matriarcado?

   --No sería improbable. En la mujer, hay cualidades muy particulares.

   --¿Un ejemplo?

   --Varios... Es muy perseverante, mucho más honesta que el hombre y acepta bajar sus banderas cuando hay que unirse por el bien común.

   --¿Fue discriminada?

   --Digamos que levemente.

   --¿Por ser mujer?

   --Eso fue siempre... ¡Qué gracioso! Me decían que algunas notas eran muy peligrosas para mí.

   --¿Le costó asumir la responsabilidad de una familia?

   --Fue un acto de amor. Era la mayor.

   --El ser humano, ¿tiende a evolucionar?

   --Por supuesto y muy a pesar de lo que dicen estos encapuchados negros de la economía, que parece el becerro de oro al que hay que adorar. ¡Qué disparate! La economía debe estar al servicio de la gente.

   --¿Fue muy coqueta?

   --Sólo prolija. Me vestía y actuaba según las costumbres que nos daban los mayores.

   --¿Imposiciones?

   --Para nada... reglas a seguir.

   --¿Se enamoró?

   --Sí, de la radio.

Pasión y profesión

   --¿Sigue entusiasmada con su profesión?

   --Por supuesto. Además, he escrito unos cuantos kilómetros.

   --El buen periodista, ¿debe dudar hasta de su propia madre?

   --Esas son cosas académicas... No pienso sacar patente de escéptica. Los que dudan todo el tiempo son inseguros. La realidad puede ser muy difícil, pero si acentuamos los matices sombríos, nunca saldremos adelante.

   --¿Por qué se fue de LU3?

   --Me empujaron. Echaron a 19 empleados. Fue un vaciamiento a sangre y fuego.

   --¿Qué circunstancias rodearon su ingreso al diario?

   --Era un contexto muy tumultuoso. Esa locura, que se enseñoreó en América, destruyó dos generaciones de chicos ilusionados. Hay que cambiar cosas y urgentemente, pero no con la ametralladora. Hoy, una descubre que la guerrilla fue un gran negocio para algunos y que los secuestradores de ayer son socios de los secuestrados.

   --¿Cómo decidió su filiación radical?

   --Crecí al lado de un hombre profundamente democrático, Prende otro cigarrillo y se ríe a carcajadas.

-- Por qué Helen? "Fue al ingresar a LU3. Jamás trabajábamos con nuestros apellidos. Era una ley no escrita y aquella tarde compartida con Elena Barreta de Persia, una gran amiga, se me ocurrió recurrir a su nombre, pero en inglés.

Diario de una periodista

   * Hija de Alberto Serruya y de Simi (antiguo nombre sefardí) Auday, Esther Beatriz nació el 10 de junio de 1929, en Buenos Aires.

   --"Mamá, más porteña que la Avenida de Mayo, no quería quedarse aquí, donde papá tenía todos sus negocios, pero yo debía nacer y alquilaron una casa de la cunada del general Roca. Ahí llegué".

   * Su padre, nativo del Marruecos español, llegó al país a los 12 anos.

   * Helen tenía 3 años, cuando vino a Bahía. Sus tres hermanas nacieron en la primera cuadra de calle Blandengues. Comenzó la primaria a los 6 ("Se entraba a los 8", señala), en la escuela No 6 y terminó en la No 5.

   --"Tuve maestras maravillosas; después, el colegio Nacional fue un lujo". * Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba.

   --"La medicina sigue siendo mi vocación. Moriré sin poderla cristalizar, pero la situación se tornó muy crítica en casa y regresé". * Corría 1948 cuando entró en LU3, para hacer Cine y jazz, un programa que se extendió durante 15 anos. --"Fue una época muy feliz. Con gente muy querida, como Mario Gabrielli, Esteban Dobal, Segundo, Federico y Norman Fernández". * En 1971, el consejo directivo de la Biblioteca Rivadavia la nombró directora bibliotecaria.

   --"Fue lo mejor que hice en mi vida. Esa institución es una maravilla". * LU2, en 1973, fue su nuevo destino.

   --"Pasé tres anos y medio. Fue una época muy simpática, de la que guardo muy buenos amigos: Jorge Tirabasso, Titi Trellini y, en especial, los operadores". * Colaboradora de radio Nacional durante 20 anos, en 1976, se incorporó a "La Nueva Provincia".

   --"El periodismo escrito es testimonio y demanda una elaboración más exhaustiva. Qué notas tengo presentes? Muchas, como una con el doctor René Favaloro. También las escritas tras mis viajes a Nueva Orleáns y Jacksonville. La última fue el ano pasado, sobre Colonia (Uruguay)". * Escribe cuentos, memorias familiares y hace ocho períodos lectivos que da Práctica Integral de Radio, en el Juan XXIII, carrera de Locución.

   --"El contacto con los jóvenes me revitaliza. Aprendemos sonriendo, pero me angustia verlos un poco desesperanzados, aunque ellos pueden cambiar los tiempos". Alberto Blanco-LNP

   Entre el pasado y el futuro. Lejos del vértigo de la Redacción, la lectura la lleva por el tiempo. Legado. Helen Dice que el amor por la pintura es una herencia de Simi, su madre. Varios cuadros de ella forman el cotidiano escenario que la rodea.