Crecen las dietas restrictivas en la infancia y especialistas advierten sobre riesgos nutricionales
Se trata de un fenómeno que responde a decisiones familiares o tendencias culturales y que puede profundizar déficits ya presentes en esa población.
Uno de cada dos niños en Argentina presenta malnutrición, mientras que casi el 70 % no cubre la ingesta recomendada de calcio y más del 90 % no alcanza los niveles adecuados de fibra. A este panorama se suma un elevado déficit de vitaminas A, C y D, lo que vuelve urgente el debate sobre las dietas restrictivas en la infancia.
Este fenómeno —que se multiplicó en los últimos años impulsado tanto por recomendaciones médicas como por tendencias culturales y decisiones familiares— plantea un desafío creciente para los equipos de salud. El interrogante central es cómo acompañar a niños y adolescentes cuando las prácticas alimentarias responden a creencias, modas o información sin evidencia científica suficiente.
La exclusión de lácteos, la eliminación de gluten y caseína en el contexto del Trastorno del Espectro Autista (TEA) o la elección de una alimentación vegana en etapas críticas del desarrollo son ejemplos de decisiones que, aunque bien intencionadas, pueden derivar en déficits nutricionales, alteraciones del crecimiento y pérdida del derecho a una alimentación suficiente, segura, diversa y placentera.
En el marco del XXIII Congreso Argentino de Nutrición, que se desarrolla en Buenos Aires, PROFENI —un grupo interdisciplinario de profesionales dedicado a mejorar el perfil nutricional de los niños y a promover infancias saludables— organizó el simposio "Dietas restrictivas en la infancia: entre la clínica, las creencias y el derecho a la alimentación". Allí se abordaron las implicancias clínicas y sociales de estas prácticas y el rol de los profesionales de la salud.
La pediatra Ana María Tamagnone, diplomada en neurodesarrollo e intervención temprana, advirtió que el aumento de las dietas restrictivas "está muchas veces impulsado por tendencias culturales o mensajes que circulan a través de las redes sociales". Y subrayó: "Los niños quedan como receptores pasivos de decisiones que pueden marcar su salud de por vida. Nuestro deber como profesionales es diferenciar lo que surge de la evidencia de lo que responde a creencias sin sustento, y acompañar a las familias con información clara y empática".
Entre los alimentos más cuestionados suelen aparecer los lácteos. El médico pediatra y gastroenterólogo Christian Boggio Marzet afirmó que su eliminación "se sostiene en mitos sin base científica" y destacó que "el yogur, por ejemplo, es un alimento completo que aporta calcio, proteínas, vitaminas y microorganismos vivos —y en algunos casos con agregado de probióticos específicos— que favorecen el equilibrio intestinal y el desarrollo del sistema inmunológico durante toda la vida. Su consumo diario puede ser una herramienta concreta para cerrar la brecha de nutrientes en esa etapa de la vida".
En el caso de los niños con TEA, la pediatra Ingrid Gerold, integrante de PROFENI, alertó que sin indicación profesional y acompañamiento nutricional adecuado, "estas prácticas profundizan la selectividad alimentaria y pueden generar déficits graves, mientras que el equilibrio nutricional es determinante para el neurodesarrollo y la calidad de vida".
El veganismo y las dietas basadas en plantas también estuvieron en el centro del debate. Sandra Nora Blasi, licenciada en Nutrición y jefa del Área de Alimentación del Hospital Garrahan, señaló: "Estas elecciones son viables siempre que se cubran los requerimientos nutricionales en cada etapa y planificadas y acompañadas por especialistas. Se debe garantizar la ingesta de determinados nutrientes, tales como vitamina D y B12, calcio, ácidos grasos omega 3, proteínas, fibra y energía".
En la misma línea, la nutricionista María Elena Torresani, directora de la Especialización en Nutrición con orientación a Obesidad de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino de Tucumán, destacó: "El desafío es compatibilizar convicciones familiares con el derecho del niño a una alimentación suficiente y segura, pero es un camino que recomendamos recorrer juntos en el contexto del consultorio".
Desde PROFENI remarcaron que el debate no debe quedar solo en el ámbito profesional, sino también llegar a la comunidad: "No se trata de demonizar elecciones ni de imponer un único modelo, sino de promover decisiones informadas, libres de prejuicios y basadas en ciencia, que garanticen el derecho de cada niño a crecer con salud, placer y diversidad en su alimentación". (NA)