Bahía Blanca | Martes, 16 de septiembre

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Momento bisagra para el sector maderero: ¿cuál es el futuro en la Argentina?

“Debemos elegir si queremos un sistema de producción forestal que genere oportunidades o una producción más concentrada”, dijo el Ing. Agr. Daniel Vier Zanelli, vicepresidente de la Federación Argentina Industria Maderera y Afines (Faima).

“Necesitamos una suerte de articulación público-privada para superar esta coyuntura. Es el primer paso que debemos enfrentar”.

Lo manifestó el Ing. Agr. Daniel Vier Zanelli, vicepresidente de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima), acerca del momento que atraviesa la actividad en nuestro país.

“El sector es resiliente; aguanta porque intrínsecamente hay que esperar 16, 17 o 20 años para cosechar un árbol. Pero lo cierto es que existe el riesgo de concentración de la industria, como ha pasado en países vecinos donde las pymes, sin la espalda para soportar tanto tiempo de vacas flacas, podrían desaparecer”, aseguró.

También se refirió al futuro. “Debemos elegir si queremos un sistema de producción forestal que derrame a un gran sector de la población y genere oportunidades para muchos pueblos y regiones, o si terminamos en una producción más concentrada y cercana a los grandes industriales”, describió.

Vier Zanelli sostuvo que, en realidad, este es un desafío que se debe trasladar hacia todos los interlocutores del interior de la cadena. “El futuro está dado por la innovación tecnológica y la capacitación es clave para entrar a la industria 4.0. Por eso necesitamos mejorar las competencias de nuestro personal y adaptar los sistemas productivos”, afirmó.

“Además, la investigación y desarrollo, así como generar colaboración entre carpinterías y diseñadores industriales, es fundamental para mejorar la imagen de la forestoindustria y sus posibilidades de penetración en el mercado”, definió el directivo.

Desde la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines, actualmente se trabaja respecto de la transformación mecánica del producto.

Ing. Agr. Daniel Vier Zanelli, vicepresidente de Faima.

“Esta transformación se divide en varias etapas. La primera es el aserrío, que consiste en la transformación directa del rollizo del árbol —que nos proveen desde la Asociación Forestal Argentina (Afoa)— en madera aserrada. A partir de entonces, salen diversos productos como la construcción de madera, revestimientos y muebles”, explicó.

“Otro subsector importante dentro de la transformación mecánica son los tableros, incluyendo los fenólicos, de partículas y de fibras. Todos estos son productos que salen de este proceso”, aseguró.

El dirigente insistió en que la transformación mecánica es el núcleo productivo de la forestoindustria y que concentra gran parte de su aporte a las economías regionales.

“Creo que debería consolidarse como un actor estratégico de la economía argentina, ya que tenemos la potencialidad para eso”, añadió Vier Zanelli, en un encuentro realizado por la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de la Ciudad de Buenos Aires.

“Está claro de que la industria forestal tiene el mismo potencial intrínseco que la ganadería o la agricultura tradicional en el país”, aseveró.

—En todo este proceso de transformación, ¿han logrado darle un valor a estos subproductos que antes, acaso, no tenían?

—Absolutamente. Con anterioridad, los subproductos del aserrío eran un problema, ya que no había una industria alrededor que los usara; generalmente se quemaban y esto generaba un problema constante de fuego. Pero hoy hay modelos muy virtuosos como, por ejemplo, las plantas de energía de biomasa que están tomando rápidamente todos estos subproductos.
“El desarrollo en Gobernador Virasoro (NdR: provincia de Corrientes) es un ejemplo de cómo se está armando un ecosistema donde cada producto y subproducto de la producción forestal tiene valor.

“Antes, lo que era menor a 12 centímetros de diámetro se dejaba tirado en el campo; ahora, se entrega a fábricas que producen energía a partir de esta biomasa. Es decir, lo que antes se regalaba en el aserradero, hoy pasó a tener un determinado valor, ya sea mayor o menor”.

—¿Se puede hacer una radiografía actual de la estructura de la madera en la Argentina?

—Nuestro sector es eminentemente pyme. Tenemos alrededor de 4.000 empresas registradas en el convenio de la industria de la madera, empleando a aproximadamente 60.000 trabajadores. Esto da una media de 20 personas por empresa, pero si sacamos a las 20 grandes, nos damos cuenta de que el 90 % del sector está conformado por empresas de menos de 20 trabajadores. El sector mueblero, que genera mayor valor agregado, incluso está compuesto por empresas casi familiares, con cuatro, cinco o seis personas, donde los directivos suelen ser dos miembros de una misma familia”.

El aporte del complejo

—¿Cuál es la importancia del sector para la economía, tanto a nivel regional como nacional?

—Es un pilar clave para las economías regionales. A nivel nacional, sólo representamos el 0,7 % del Producto Bruto Interno (PBI). Sin embargo, en el PBI geográfico regional su importancia es enorme.

“Por ejemplo, en el NEA (NdR: noreste argentino) el complejo forestal puede llegar a representar hasta el 48 % de las exportaciones y, quizás, hasta el 14 % del producto interno de las provincias.
“Es un sector que genera y absorbe mucho trabajo. Y en estos pueblos tradicionales madereros, forestales y agricultores lamentablemente no hay quien absorba esa mano de obra si no lo hace la industria de la madera. No hay otras salidas laborales cercanas”.

—¿Cómo se distribuye geográficamente la cadena forestoindustrial?

—Se extiende a lo largo y ancho del país. Tenemos cámaras de la madera desde Tartagal, en el norte, hasta la Isla de Tierra del Fuego, en el sur.

“La transformación mecánica es el núcleo de la forestoindustria y concentra gran parte del aporte a las economías regionales”.

“Hay 28 entidades nacionales vinculadas en la Federación Nacional, con representantes en todas las provincias y gran variabilidad de responsabilidades. Por ejemplo, las cámaras del NEA son eminentemente forestales de primera transformación; las del NOA, de transformación de bosque nativo y las de la zona centro, como AMBA, Gran Rosario, Santa Fe y Córdoba, se ocupan de la industria mueblera, que es muy fuerte allí. También en la Patagonia hay actividades diversas, incluyendo un fuerte desarrollo en la producción de palets; incluso, usando lenga para la línea blanca”.

—Además de la logística, ¿qué otros factores afectan a la coyuntura del sector?

—Tenemos un problema de atraso cambiario y, en tal sentido, un gran inconveniente es que el 80-85 % de nuestro mercado es el interno. Y si este mercado se deprime, nos afecta directamente. La poca construcción y la falta de obra pública nos impactan muchísimo, ya que casi todos nuestros productos van hacia allí. Por ejemplo, la industria de la madera verde en la provincia de Entre Ríos, que produce postes y tirantes para puntales de encofrado, está pasando un momento complejo porque la obra municipal se ha parado. Y el bajo nivel de consumo agrava esta dificultad”.

—¿Qué rol juega la Federación Argentina de la Industria de la Madera en este contexto?

—La Faima es una entidad de segundo nivel y tiene presencia en casi toda la Argentina. Somos muy valorados por la Unión Industrial, por la CAME (NdR: Confederación Argentina de la Mediana Empresa) y el Gobierno porque tenemos una comunicación directa con lo que está pasando en los pueblos del interior a través de nuestras cámaras.

“Ahora, lo cierto es que necesitamos que el consumo despierte y la microeconomía comience a levantar para poder sostener a nuestras compañías. A pesar de que el mueble argentino es valorado a nivel mundial y tenemos empresas que hacen trabajos de altísima calidad en hoteles de las ciudades de Nueva York o de Miami, incluso en la Torre Trump, necesitamos que todo el ecosistema pueda trabajar para que ese producto pueda salir, ya que está sustentado por otros que tienen que ser consumidos por el mercado interno”.

Desde Cañada de Gómez hasta Córdoba

—Vier Zanelli, más allá de los desafíos, ¿cuáles son los principales obstáculos que actualmente enfrenta el sector?

—Estamos pasando por un momento desafiante y complejo. Como sector pyme, nos vemos muy afectados por el producto importado de la tremenda competencia de Brasil, que tiene una economía de escala infinitamente mayor a la nuestra.

“Nuestra industria es productiva, pero en algunos puntos de la cadena no es competitiva. Aquí es importante distinguir: la productividad se refiere a la capacidad intrínseca de una fábrica para producir más unidades, con mejor calidad y en menor tiempo; y eso lo tenemos. Las fábricas argentinas son productivas y nuestros aserraderos también. Y los complejos muebleros de Cañada de Gómez, Córdoba y Rosario poseen niveles de productividad parecidos a los italianos. Sin embargo, tenemos problemas logísticos cercanos a las rutas y a las vías navegables.

“Poner un metro cúbico de madera de las provincias de Misiones o Entre Ríos a bordo de un barco de exportación puede costarnos arriba de 60 dólares sólo en esa parte, mientras que Brasil, siendo más grande, tiene la mitad de ese costo, y Chile, que también es más grande, gasta incluso menos y tiene ventaja por su proximidad a los mercados asiáticos”.