Más que arena y mar: el tesoro desconocido de Claromecó que te va a sorprender
La Reserva Natural Claromecó fascina a científicos y turistas porque conserva el paisaje de la costa marítima bonaerense en estado silvestre. Es el hábitat de numerosas formas de vida y refugio esencial para especies en peligro de extinción.
Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad de La Plata. Docente en nivel superior. Redactora de La Nueva desde 2010. En LU2 Radio Bahía Blanca tiene la columna "Buenas buenas" y se desempeña como redactora creativa. Es especialista en cubrir historias humanas de superación. Además, es profesora de yoga.
Cuando pensamos en Claromecó, probablemente nos vengan a la mente sus playas amplias, los atardeceres frente al mar y el clásico paseo por el faro. Pero allí también se encuentra un tesoro natural que mantiene la esencia original del paisaje costero bonaerense: la Reserva Natural Claromecó.
Este espacio protegido guarda algo mucho más valioso que una postal conmovedora. Es un ecosistema donde las dunas no solo forman parte del paisaje, sino que son protagonistas de una historia que la ciencia y la comunidad están comenzando a comprender y valorar cada vez más.
Cintia Celsi, Licenciada en Ciencias Biológicas (UBA), coordinadora del Proyecto Costas Bonaerenses de la Fundación Azara desde 2003 explicó a La Nueva la relevancia de esta reserva como refugio para la vida silvestre. Uno de sus esenciales motivos para su creación es que varias especies de plantas y animales encuentran en ella su último rincón seguro y algunas incluso solo existen allí.
Es el caso del Senecio bergii, (conocido como "el viejito de las dunas") un arbusto que crece exclusivamente en las dunas atlánticas, o de la lagartija de las dunas, una especie en peligro de extinción y Monumento Natural Provincial. Junto a ella vive el tuco-tuco de los médanos, un pequeño roedor que, como tantos otros habitantes de este ambiente, pasa desapercibido por su habilidad para camuflarse y su vida subterránea.
"Estos animales tienen características y hábitos específicos para la vida en la arena. Ya sea por su coloración (similar a la arena) o porque viven en cuevas subterráneas o se entierran ante la percepción de peligro, generalmente pasan desapercibidos. Estas dos últimas especies, se encuentran en peligro de extinción, por lo que la Reserva es un refugio que contribuye a preservarlas", destacó la especialista.
También hay plantas como la gramínea Poa bergii, (uno de los pastos robustos de la costa) que viven exclusivamente en las dunas atlánticas de Argentina.
"La Reserva Natural Claromecó nos muestra el paisaje de la costa marítima bonaerense como era originalmente, en estado silvestre. Muchas especies de la fauna y flora nativas encuentran en este sitio un remanente casi inalterado del ambiente natural donde habitar", dijo.
--¿Cómo se comporta la fauna silvestre en este tipo de ecosistema y por qué es importante no intervenir?
--Al ser un sitio natural, la fauna sigue los patrones naturales de comportamiento en estado silvestre. Esto es, en la Reserva pasan completo o en parte su ciclo de vida. Muchas aves pequeñas anidan en los pastizales, a veces entre las hojas de la vegetación natural, y otras veces cerca del suelo. Lo mismo ocurre con las aves como patos, garzas, macaes y muchas otras, que utilizan las lagunas interdunales para alimentarse, refugiarse y nidificar. Incluso en la arena de las dunas y playas nidifican aves como el ostrero común, que lo hace en pequeñas oquedades sin ningún tipo de protección. Y algunos reptiles y mamíferos usan cuevas o tienen comportamientos de escape en los que se refugian bajo la arena. Cada componente del ecosistema está en un equilibrio dinámico con todos los demás.
--¿Puede la actividad humana afectar perjudicialmente a esta reserva?
--La actividad humana podría alterar las condiciones de hábitat y hacer que la fauna se desplace y abandone el sitio. En este sentido hay que evitar el tránsito con vehículos sobre estos ambientes tan frágiles. Lamentablemente esta práctica está muy poco regulada y el impacto de los vehículos es alarmante en particular en los espacios naturales apartados de playas céntricas. Al ser una actividad casi por completo recreativa, depende de nuestra buena voluntad y buen criterio como visitantes o habitantes de la costa, dejar el vehículo y disfrutar de la costa a pie.
--¿Cuáles son las consecuencias de este accionar humano?
--Todo ello tiene consecuencias directas sobre la fauna y la vegetación como el atropellamiento y aplastamiento de nidos e individuos (que muchas veces ocurren sin ser notados), la destrucción de la cobertura vegetal, la contaminación y deterioro de hábitat. También debe evitarse la modificación de la topografía del terreno: no aplanar dunas ni rellenar los bajos y no arrojar residuos.
El problema de la basura es otra cuestión que depende de nosotros como seres humanos. La abundancia de plásticos de todo tipo, incluyendo restos de insumos utilizados para la pesca es una amenaza para las aves playeras. Por último, la propagación de especies exóticas es otra amenaza a la biodiversidad de la Reserva. La forestación de dunas debería desalentarse ya que sus efectos adversos sobre la biota nativa son muy conocidos y estudiados.
La forestación y urbanización: otras problemáticas a gestionar
La introducción de plantaciones de leñosas en ambientes que naturalmente son un pastizal, provoca que las especies más especializadas a la vida en estos ambientes terminen desapareciendo en forma local. Estudios realizados en la costa de Buenos Aires muestran la gravedad de los efectos de forestar las dunas sobre el tamaño poblacional de la lagartija de las dunas. Esta especie directamente desparece cuando las dunas son forestadas, y entre otras, esta es una de las razones de que esta especie sea cada vez más escasa y se encuentre en peligro de extinción.
Algo similar ocurre con el avance indiscriminado de la urbanización sobre ecosistemas de dunas y playas. La conversión masiva de los ambientes costeros en áreas urbanas, implica que son cada vez más escasos y reducidos los fragmentos de ambiente natural que se mantienen entre una localidad y otra. Y esto produce estragos sobre la fauna y flora propias de la costa, que cada vez tienen menos superficie en buen estado de conservación para habitar.
Cintia: "Tenemos que cambiar nuestra forma de vincularnos con las dunas y playas"
Cintia mencionó que la pérdida de playas, erosión y retroceso de la línea de costa, hasta hace unas décadas eran problemáticas asociadas a sectores costeros del norte de la costa bonaerense, en la actualidad, se está intensificando en las localidades del sur como Claromecó, Necochea, Monte Hermoso y Pehuen Co.
"Están experimentando consecuencias drásticas sobre el frente costero con una intensidad y gravedad inusuales: fuerte erosión y pérdida de arena de playas, derrumbe de edificaciones cercanas a la playa, ingreso del mar sobre calles costaneras, entre otras", dijo.
La tendencia hacia un aumento en el nivel del mar y la intensidad de las tormentas agravan este escenario.
"Lo que hacemos en áreas urbanas es clave para poder mitigar los efectos de estas problemáticas: planificar el desarrollo edilicio, respetar el cordón frontal de dunas, no construir sobre dunas y playas, instalar accesos peatonales a la playa por pasarelas elevadas y senderos únicos, planificar la red de desagües pluviales, evitar extraer y remover con maquinaria la arena de playas, etc", expresó .
Pero lo que hacemos sobre las áreas naturales que aún persisten es tanto o más determinante. Los fragmentos de ambiente natural que todavía permanecen entre localidades ayudan a amortiguar las problemáticas erosivas, aportan arena que nutre las playas de localidades vecinas, captan los excedentes de lluvias y son refugio para la biodiversidad que ya no encuentra hábitat en sectores costeros transformados.
Las dunas: hábitat para numerosas formas de vida
La especialista destacó que en las últimas décadas se incrementó notablemente el conocimiento que tenemos sobre los sistemas de dunas de nuestra costa atlántica y que sabemos más cómo funcionan, cómo se fueron formando a lo largo de la historia, por qué hay dunas en la costa de Buenos Aires, qué podemos esperar a partir de cada intervención humana sobre la costa y su ya mencionada función como hábitat para numerosas formas de vida.
Las dunas, tradicionalmente vistas como elementos marginales y molestos de la costa, que debían ser eliminados y dominados, hoy son cada vez más valorados como ambientes naturales, que aportan a nuestro bienestar. Es fundamental entender que es beneficioso respetar la estructura natural de la costa y permitir su funcionamiento espontáneo, y para ello tenemos que empezar a reducir la intensidad con la cual intervenimos en estos ecosistemas.
Un área de Reserva no debe verse como una "isla"
Un área de R eserva no debe verse o tratarse independiente de lo que ocurre a su alrededor. La costa, en particular es un ambiente natural tan dinámico que los cambios que ocurren en un sitio se ven reflejados directamente en otro. Por ejemplo, la construcción de escolleras en una localidad puede generar una onda erosiva en las localidades ubicadas incluso a cientos de kilómetros de distancia. Entonces, cuidar la Reserva también implica actuar de manera responsable sobre todo el ambiente que la rodea.
Es importante cuidar, planificar los usos y regular nuestra intervención en cualquier área que se encuentre sobre la costa, aunque esta no tenga una categoría formalizada de área protegida. Las áreas protegidas son una herramienta de valor inigualable en la búsqueda de armonía en nuestra convivencia con la costa.
La creación de Reservas Naturales amplias, continuas e interconectadas, que garanticen el mantenimiento de los procesos naturales, es un objetivo fundamental que deberían plantearse todos los municipios dentro de una estrategia de protección costera.