Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Volver, entre la miseria y "les miserables"

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   ¡Marzo! Sin dudas es el mes del retorno…

   Hace exactamente un año hablar de tapabocas, “A.S.P.O”, “D.I.S.P.O”, testeo, hisopado, 70/30 de alcohol, eran conceptos extraños, lejanos, hasta desconocidos. Con ansias e impaciencia todos contamos los días para finalizar un inaudito año 2020, un año que nos dejó perplejos y sumergidos casi en un pensamiento mágico nos ilusionamos con que 2021 nos proporcione al menos un respiro.

   Mi editor, Gustavo, me pregunta: ¿“arrancás en marzo”? y en ese instante en el que aparece la pregunta en la pantalla, justo estoy “delineando el tema” para inaugurar los Temas Vitales 2021.

   La Psicología y la Psicopedagogía, como si quisieran abrirse paso a los gritos, vuelven a la escena para responder preguntas y acompañar procesos de aprendizaje obturados, cancelados, politizados…

   Según mi editor este 2021 se asemejará al anterior, a lo que mi respuesta fue rotunda: “sólo que con más miseria y miserables”.

   No hace falta ser experto ni economista para advertir el deterioro, y aunque los números se muestren o se oculten, se digan o se maquillen, no hay dudas que la pandemia sacudió al mundo y a los bolsillos, y los países pobres sentimos un mayor impacto, alcanza con ir al mercado e intentar llenar un chango; con lo cual se cumple esa especie de “adagio” que expresa que cuando a los países poderosos les da un resfrío, nosotros tenemos pulmonía.

   Y en medio de la miseria cabe preguntarse por los miserables; o como le gusta decir a “muches” ¿y “les miserables”?

   La Psicología ahonda en el tema, pues miserables siempre han existido; hace poco más de un año quedábamos perplejos porque arrojaban un chancho desde un helicóptero, pero el ser humano “siempre se supera” y este año “les miserables” son varios, y se destacan por “saltearse un turno”, “aceptar la invitación” y lograr estar “vacunades”.

   Miserable es un adjetivo que no solo hace referencia a un estado de infelicidad o desdicha, sino que se lo emplea para describir conductas perversas, canallas, mezquinas. Estudios revelan que quien es miserable a su vez se percibe como benévolo, justo y con cierto poder por sobre los otros, o “los otres”.

   Esta cuestión de velar por los más desprotegidos, los más vulnerables o los más necesitados, no está entre las prioridades del miserable; funciona igual que el cínico solo que para el miserable o canalla él se transforma en “ese otro”; ahí reside lo miserable, la canallada.

   Dicen que en los momento críticos vemos “de qué madera estamos hechos”, y esta cruel pandemia se ha encargado de mostrar virtudes y miserias. Poco duró el aplauso y nulo ha sido el reconocimiento al personal de salud.

   A su vez, poco se abordó el impacto de la pandemia en la salud mental, y aunque no se diga asistimos a una verdadera crisis que alcanza a niños, adolescentes, adultos y mucho más ancianos; especialistas lo definimos al problema como la otra pandemia; algunas consecuencias ya son visibles y otras se verán en poco tiempo más.

   Mientras tanto, entre miseria y miserables se multiplican las discusiones y las peleas, oficialismo y oposición “aprovechan” el escenario y entre ataque y contrataque, entre “bolsas” y “vacunatorios” juegan su juego, casi como un síntoma que se reitera, como una patología propia del sistema político.

   Mientras tanto, en el medio, millones de personan completan un formulario y esperan la vacuna, no es una simple vacuna, es la que habilita la esperanza de vida, pues es la vida es lo que está en juego.

   Intentando disfrutar mi retorno y por momentos sumergida en un pensamiento mágico imagino qué propicio sería que hubiera una vacuna contra la irresponsabilidad...