Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Luciano Franchi, íntimo: “Ser campeón no me hace más ni menos importante que nadie”

Con los pies sobre la tierra, el medanense contó cómo vive sus primeras horas como el nuevo Rey del Midget.

Fotos: Emmanuel Briane- La Nueva.

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

   Para conocer el lado “B” del campeón, la vida detrás del volante y aquello que para el aficionado común resulta desconocido, no hace falta navegar demasiado.

   Casualmente, como sucede con varios de estos personajes que predican el derrape prácticamente como una religión, los días de Luciano Franchi, el flamante nuevo monarca del Midget, transcurren con mucha tranquilidad en el taller mecánico familiar situado en su Médanos natal, alrededor del auto de carreras.

   “Digamos que no hay mucha vida más allá del taller. Nosotros (junto a su padre y hermano) vivimos de la mecánica y prácticamente estamos acá todo el día. Si no estoy es porque me fui a comer un asado con amigos o al campo de mi suegro. No tengo otro hobby o pasatiempo que no sea el Midget”, exclamó Luciano, tercer medanense campeón de Midget (después de los Mancini).

   —¿Otro deporte, no?

   —No, cero. Tuve una época que me gustaba ir a jugar al fútbol para correr un poco y hacer ejercicio, pero me descartaban hasta del equipo de los malos (risas). Ni al arco iba, porque me da miedo la pelota. Por ahí voy a pescar, eso sí me gusta. Solíamos ir a Chapalcó, pero ahora está cerrado; y en Cabeza de Buey cada tanto sale algo.

   Las primeras horas de “Pomelo”, de 26 años recién cumplidos, en este nuevo camino que lo encuentra en la cúspide del automovilismo zonal, podríamos decir que no varió mucho en relación al contexto precedente.

   Únicamente mutó su look personal, dado que la infalible maquinita eléctrica cortadora de cabello hizo estragos en la madrugada del domingo entre quienes se acercaron a felicitar al “1”.

   Sí resultó notorio en el semblante y lenguaje corporal de Lucho, hijo de Marcela y Fabián (piloto de la categoría a fines de los 90 y principio de milenio) constantes sensaciones y manifestaciones de plenitud, alegría y, sobre todo, relajación.

   Como si de sus espaldas se hubiese quitado una mochila cargada de plomo.

   Y eso, sin ahondar mucho en el tema o requerir su respuesta, se deduce a partir del enorme estrés deportivo que significó aguardar casi nueves meses para terminar de edificar aquellos sólidos cimientos logrados desde el vamos, hace casi un año.

   Hasta parece que la satisfacción también la generó llegar al final del eterno y extenuante camino rumbo a la coronación suprema.

   —¿Qué pensabas mientras se dilataba el asunto?

   —Y tuve bastantes pensamientos negativos. Por eso este último tiempo decidí alejarme lo más posible de las redes sociales; e incluso tratando de no dar notas radiales ni escuchar lo que se decía en el ambiente, cosa de no recibir nada que pudiera incomodarme o ponerme nervioso sin razón. Hubo muchos comentarios en Facebook en el último tiempo, que uno dice no darle bolilla pero que realmente afectan y duelen. Creo que abstraerme como lo hice sirvió mucho.

   “Muchos de esos dichos tenían que ver con la definición del campeonato anterior y cómo lo perdí en esa semifinal, que fue por un error propio”, aclaró.

   —¿Y al momento de volver a acelerar, cómo fue el durante?

   —En la fecha 17 trataba de mostrarle a mi grupo que estaba tranquilo. Más que nada para recibir de ellos la calma que tanto necesitaba y evitar que enloquezcan y me terminen poniendo nervioso. En la última fecha, en cambio, realmente estaba muy tranquilo y sin presiones. Me preocupaba más la fecha 17 que la última; no quería definirlo esa tarde, sino mantener la diferencia. Y esa fue mi gran fecha, sin dudas.

   —¿Ya te creés campeón?

   —Y la verdad que cuesta, todavía nos falta caer un poco en lo que se logró. Sé que lo conseguimos, que detrás hubo un tremendo esfuerzo de la familia, los mecánicos y grupo de amigos, y que fuimos los mejores al cabo de 18 fechas. Yo soy el único que figura, pero detrás todos empujaron fuerte para llegar eso. Creo que fuimos los mejores del campeonato y por eso tenemos bien merecido el título. Pero ser campeón no me hace más ni menos importante que nadie.

   “Hablaba con Guille (su hermano, el motorista de su unidad) sobre la cantidad de puntos que sumamos durante todo el campeonato, que fue impresionante. No sé si algún otro piloto había hecho tantos en la tabla general al momento de ser campeón. Al quinto (NdR: Matías Lastra Meler) casi le sacamos casi 100 puntos, y eso habla muy bien de nuestro campeonato. Tenemos un auto muy rápido en series y semifinales, largamos muchas veces en primera fila, pero solo ganamos una final. Nos falta eso, ser ganadores de finales, que es muy lindo también”, remarcó el campeón, como si fuese necesario recriminarse algo a esta altura del partido, ¿no?

   —Hablemos del ambiente midgístico, ¿cómo te sentís con los que te rodean y forman parte?

   —Me llevo bien con todos. Si me saludás está todo bien y sino no hay problema, no le doy importancia. Pero tengo buena onda con todos. Obviamente que algunos pilotos me caen mejor que otros, pero en general me siento cómodo en el ambiente. Después, como dije antes, al no darle bolilla a las redes sociales, dentro de lo posible obviamente, y evitar los conventillos, me resulta más fácil moverme. Eso me ayuda a no estar en el medio de ninguna situación rara.

Después del Midget

   El desembarco en este fenómeno mecánico, a juzgar por la brutal popularidad de las últimas décadas, naturalmente produce importantes transformaciones en los modos de vida de sus protagonistas.

   Y ni hablar en aquellos nombres que resuenan frecuentemente en los primeros planos deportivos.

   Es una cuestión inevitable, aún careciendo de popularidad competitiva y procurando pasar lo más desapercibido posible.

   Correr en Midget implica acelerar fuerte dentro y fuera de pista.

   “Hace exactamente 5 años y 5 meses que corro. El Midget en mi vida generó un cambio para bien. Empezás a conocer otro ambiente, hacer amigos, muy buenos conocidos y tener tremendas vivencias de todo tipo. Pero en nuestro grupo somos los mismos de hace cinco años, y esa es la parte más linda; todas las experiencias, tanto las buenas como las malas, las compartimos juntos desde un primer momento”, dijo el campeón.

   —¿Sentís que se te acercó gente por ser Luciano Franchi, piloto de Midget?

   —No, yo no lo tomo así. Había gente que antes no se acercaba, o con los que no teníamos relación, pero que a partir del Midget se acercaron al taller, porque les gusta las carreras y porque a partir de eso se generó algo en común. Capaz que antes no nos unía nada, pero gracias a eso se logró un lindo vínculo. No creo que nadie se acerque por interés o nada particular, simplemente lo hacen para dar su apoyo.

   —En estos 5 años, además de lo deportivo, ¿qué te dio la categoría?

   —Muchas alegrías. Familiarmente, por ejemplo, nos unió mucho más. Siempre tiramos para adelante juntos. Tengo otro hermano (Martín, el del medio) que no es muy conocido en el ambiente porque no le van muchos los fierros, pero está siempre firme alentando en cada carrera y sufriendo de los nervios. Mirándolo de ese lado, fortaleció el vínculo.

Entre familia

   Bajo la guía de papá Fabián, el alma mater del equipo campeón, los hermanos Guillermo y Luciano Franchi, con ayuda de los mecánicos y el aporte del preparador bahiense Luis Jorge, llevan adelante las tareas gruesas en la unidad que ahora luce el N°1.

   En tiempos donde la atención del auto mayormente se delega en un chasista y motorista específico, la filosofía de trabajo tallerista (dentro de las posibilidades, por supuesto) no hace más que enaltecer la coronación de Luchito, el monarca más joven de los últimos 20 años.

   “Tenemos una relación bárbara entre nosotros. Hay encontronazos, como en todas las familias, pero todo es sano. Cada uno es importante en el rol que le toca y así nos complementamos como equipo”, aseguró Lucho.

   “Papá nunca me dice que haga tal o cual cosa. Él mira la pista, me da su opinión y yo después soy libre de decidir qué hacer en todo sentido. Y Guille es el mejor, el “1” justamente (risas). Siempre digo que su trabajo en el motor es una de las mejores cosas en todo ésto. Cuando uno está perdido en algo es un alivio saber que todo se hace en casa, ya que no nos guardamos nada; como por ahí les puede suceder a otros pilotos que delegan chasis o motor”, agregó.

¿Algo casual?

   Podríamos decir que la idea de correr en Midget no era algo que giraba en la mente del piloto medanense, más allá del gusto particular por las competencias y el recuerdo latente al volante de papá Fabián.

   “La idea de correr surgió de golpe. Quería armar un Fiat Duna para el Turismo Regional. Me acuerdo que me acerqué al taller de Fernando Saldamando, pero faltaba poco para que arranque el campeonato y al auto le faltaba mucho, por lo que tenía que esperar un año más. Y no, yo quería arrancar a correr en algo sí o sí”, recordó.

   “Hablando con los chicos, se decidió comprar un Midget. Hablé con Saldamando, no me daban los números y terminé arreglando con FR (Fernando Rodríguez), que me facilitaba un poco los números para construir el primer auto”, agregó.

   —¿No sobraba nada en esa época, no?

   —Al contrario, faltaba de todo. Agarrábamos las sobras de todos los demás. Pero así y todo fueron lindos comienzos. Me acuerdo que, para el debut (Invernal 2015), FR le alquiló un auto a Hugo Salaberry, porque al faltar tan poco para el invernal él tampoco llegaba a terminar el chasis nuevo. Y me acuerdo que el día anterior, que fuimos a probar, se me salió una rueda y casi termino tirado en cualquier parte.

   “Después, para la segunda fecha, Hugo vendió ese auto y FR tuvo que conseguir otro. Y así fue, le compró un chasis a Facundo Casarsa y lo corrí dos fechas, hasta que estuvo listo mi auto. Un comienzo sacrificiado, pero muy lindo”, destacó el medanense.

Lo que viene

   Prácticamente sin pestañar, Franchi y los suyos deberán frenar los festejos y rearmarse mental y mecánicamente con vistas a la próxima convocatoria estival, cuyo inicio está previsto para el viernes 15 de diciembre.

   "Obviamente que la meta es tratar de defenderlo. Seguramente lo hagamos muy bien, porque el auto es muy rápido y rendidor. Hay que seguir haciendo las cosas como hasta ahora y tratar de ganar más finales. Me gustaría ser más ganador", confesó Lucho.

   —¿Te imaginás mucho tiempo en la categoría?

   —Ahora estamos bien, tampoco puedo decir que me imagino corriendo mucho tiempo. Es muy cansador y lleva a cuestas mucha gente mantener un auto; no puedo tenerlos atados a ésto tanto tiempo. Seguiremos hasta donde haya nafta. Y quien te dice, ojalá que a Guille le surja alguna oferta de trabajo y que también pueda hacer su camino como motorista.

   —¿Y vos como chasista?

   —No creería poder atender otros chasis. Si fuese por gusto, siempre lo haría. De hecho le doy una mano a Julián Melger y le estamos armando el auto a Diego Ayneto. Pero atenderlo bien, al 100% como hoy lo exige la categoría, lleva mucho tiempo.

¿Quién es Lucho Franchi?

   "Mi vieja dice que el día que vean realmente quién soy se van a llevar una sorpresa (risas)", bromeó.

   —¿Por qué lo dice?

   —Dice que no soy para nada humilde ni simpático, que solo lo hago con ustedes y en el ambiente. Pero no, lo hace para hacerme enojar. Siempre nos reímos sobre eso. Igual yo no puedo hablar de mí, que lo hagan los que me conocen.

   Allí no hubo más alternativa que pasarle la palabra a uno de sus amigos presentes, testigo del diálogo del campeón con quien escribe estas líneas.

   "Lucho es un personaje terrible. Muy sencillo y humilde. ¡Un amigazo!", sostuvo Ema Giménez, amigo del campeón y encargado de la estética del chasis.

   "Menos mal que dijo eso sino tenía prohibida la entrada al taller para venir a comer milanesas y trabajar en el auto (risas)", bromeó Lucho.