Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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El día que Nahuel se convirtió en el héroe del barrio

Aunque de chico quiso ser bombero, es marinero tropa voluntaria. Pero hace poco le tocó despertar aquella vocación de la infancia.

Foto: Gaceta Marinera

   De chico, Nahuel quería ser bombero. Más tarde pensó en estudiar para ser profesor de Educación Física, pero con la próxima venida de su primer hijo optó por ingresar como tropa voluntaria de la Armada.

   Ahora, Nahuel Ríos (19, puntaltense) es marinero segundo de la Infantería de Marina y se desempeña en el Batallón Seguridad de Puerto Belgrano; el mes pasado tuvo su momento heroico cuando le tocó despertar aquella vocación que le había surgido de niño.

   Es que el 25 de junio, cerca de las 14, salvó de un incendio a una vecina y a su nene de 4 años.

   Ese día, Nahuel fue a buscar a su bebé Ethan a lo de sus suegros y sintió un fuerte olor a quemado cerca. Primero pensó que era alguien incinerando hojas secas, pero después vio que la vecina de al lado se asomaba por un ventiluz y le hacía señas.

   “Me acerqué y vi un humo negro —cuenta—. Mientras mi suegra llamaba a los bomberos, saltamos la medianera con mi suegro para abrir la puerta, pero no pudimos. Fui hacia el ventiluz para entrar a la casa y vi a la señora desvanecida a un costado. No sé de dónde saqué fuerzas para sacarla, era corpulenta.”

   Cuando salía, Nahuel sintió que algo le ardía en la espalda. Era el suéter que se le estaba quemando, así que se lo quitó enseguida.

   “No tenía mucho aire y tocía bastante, pero en eso sentí que lloraba y gritaba un nene. Empecé a desesperarme porque no podía verlo ni encontrarlo. Salí por ese ventiluz y dimos la vuelta para poder entrar por una de las ventanas. Mi suegro no podía respirar por el humo y salió, y yo distinguí el pantaloncito y las piernas del nene debajo de una mesa. Se me vino el alma al cuerpo cuando supe que estaba bien y lo saqué por la ventana.”

   Cuando salieron, todos los vecinos ya estaban afuera, tratando de ayudar hasta que llegaran los bomberos, que trabajaron varios minutos para extinguir el fuego. Las pérdidas fueron totales. La mamá y el nene fueron trasladados al Hospital Eva Perón y de ahí al Hospital Naval Puerto Belgrano, con quemaduras en vías respiratorias superiores e intoxicación por monóxido de carbono.

(Foto: elrosalenio.com.ar)

   “No sé si fue la adrenalina del momento, pero no tuve miedo. Tampoco pensé que pudiera pasarme algo a mí. Quería sacarlos y sólo pensaba en que el chiquito podía ser mi hijo”, relató Nahuel con la voz quebrada.

   Cuando se recuperaron un poco, Nahuel fue a visitarlos: “Quería saber que estuvieran bien y todos estaban muy emocionados. El papá del nene no paraba de abrazarme e insistía en recompensarme. Le dije que no era necesario”.

   Nadie en el trabajo de Nahuel Ríos supo de lo ocurrido hasta que unas personas se acercaron al Batallón Seguridad para dejarle la credencial de ingreso a la base que había perdido cuando tiró el suéter que se le quemaba.

   Así fue como el comandante del Batallón de Seguridad lo felicitó por el valor humano que Nahuel demostró en la situación, su arrojo, su valentía y humildad.

   “Cuando fui al hospital, las enfermeras me decían si quería ser bombero. Les conté que de chico sí, y ellas me insistieron para que hiciera el curso. No sé, ahora pienso en terminar el secundario este año y en la posibilidad de ingresar como personal de cuadro a la Armada. Más adelante veré qué hacer”, dijo con una gran sonrisa.

"Ser militar fue mi mejor opción"

   Nahuel nació en Punta Alta y fue criado por su mamá Mirna y su papá del corazón, un marino veterano de la Guerra de Malvinas. Recuerda acompañarlo a varios actos y ceremonias y de recorrer juntos los buques en Puerto Belgrano. Pero según él, fue la responsabilidad de convertirse en papá a tan corta edad lo que motivó su ingreso como tropa voluntaria. Ethan nació pocos meses antes de que Nahuel ingresara y hoy tiene un año y medio.

   “Ser militar fue la mejor opción, aunque un gran sacrificio al no poder ver al bebé ni a la familia durante el período selectivo. Pero lo hice por él”, cuenta.

   “Para mí la Armada es un buen camino. Mis amigos –como me pasó a mí– no sospechaban que algún día iba a ser militar y cuando me vieron diferente me preguntaban cómo tenían que hacer para ingresar; hoy conocen a través mío un poco más sobre la actividad que hacen los militares”, se explayó.

   Su mujer, Florencia, también ingresó a la Armada y eligió la especialidad Música. Hoy sortean la dificultad de verse poco, él con sus guardias en el batallón y cursando el último año del secundario en el nocturno, y ella en la Escuela de Suboficiales durante la semana. Con el apoyo de Ricardo y Nancy, sus suegros, el pequeño Ethan crece.