Bahía Blanca | Lunes, 14 de julio

Bahía Blanca | Lunes, 14 de julio

Bahía Blanca | Lunes, 14 de julio

Bahía Blanca, pionera en la lucha contra las bolsas plásticas

Un llamado global a la acción tras el Día Libre de Bolsas de Plástico.

El 2015 marcó un hito ambiental para Bahía Blanca, al convertirse en una de las ciudades de la región en eliminar las bolsas de nylon tipo "camiseta", sustituyéndolas por opciones más ecológicas.

Esta medida no fue aislada; Bahía Blanca se sumó a una normativa ambiental que ya regía en distritos como Patagones, Punta Alta, Tornquist y Monte Hermoso, respaldada por la ley provincial 13.868.

La iniciativa local fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre la comuna, Plapiqui (UNS-Conicet), los supermercados y diversas ONGs, quienes elaboraron el proyecto de ordenanza.

La urgencia de esta prohibición radicaba en el alarmante impacto de las bolsas en el ecosistema local: en Bahía Blanca se desechaban 3,5 millones de bolsas plásticas por mes en la vía pública, las cuales tardan más de cien años en degradarse.

Este dato subraya la magnitud de un problema que, a escala global, es aún más preocupante.

El flagelo global

Las bolsas plásticas son, a nivel mundial, uno de los elementos descartables que más se producen y desechan diariamente.

Lo que a primera vista parece un consumo insignificante, se transforma en cantidades exorbitantes de basura cuando se multiplica por miles de millones de habitantes.

La llegada del plástico significó una gran practicidad, pero rápidamente la sociedad se volvió "adicta a los objetos de un solo uso", que este material permite crear a muy bajo costo. Hoy, la mitad del plástico producido está diseñado para ser usado una sola vez y luego descartado.

La vida útil promedio de una bolsa plástica es de apenas entre 12 y 15 minutos, pero su impacto perdura por siglos.

Se estima que una bolsa puede tardar entre 150 y 300 años en degradarse sin ningún proceso de reciclaje, e incluso hasta 500 años según otras estimaciones.

Las graves consecuencias de este abuso se observan a nivel ambiental, económico y de salud.

Datos de la ONU revelan que entre las décadas de 1970 y 1990, la generación de residuos plásticos se triplicó, y en el año 2000, la cantidad producida superó la de las cuatro décadas anteriores juntas.

Consecuencias devastadoras

El impacto ambiental es profundo. La producción de estas bolsas consume materia prima virgen y combustibles fósiles, dañando la naturaleza y aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además, su degradación genera microplásticos, diminutas partículas que pueden ingresar al cuerpo humano a través de la inhalación y absorción, acumulándose en los órganos.

Su ligereza las convierte en una amenaza particular, ya que vuelan con facilidad y terminan en cuerpos de agua o zonas naturales.

En los océanos, son confundidas con alimento por especies marinas como tortugas, ballenas y aves, causando un daño irreparable.

En tierra, obstruyen sistemas de drenaje, contaminan suelos y afectan el crecimiento de cultivos.

Para dimensionar el problema, cinco billones de bolsas plásticas, con un volumen aproximado de un litro cada una, ocuparían cinco mil millones de metros cúbicos, el equivalente a llenar aproximadamente 3.333 estadios de fútbol.

Día para la reflexión y la acción

Cada 3 de julio se conmemora el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, una fecha que busca visibilizar el impacto negativo de estos objetos desechables. Esta jornada es una invitación a cuestionar nuestros hábitos de consumo, reflexionar sobre la gestión de residuos y apostar por alternativas sostenibles. 

Nacida como una iniciativa ciudadana, logró eco mundial y se ha convertido en un llamado colectivo contra este contaminante masivo.

Gobiernos, organizaciones y ciudadanos se unen para limitar el uso de plásticos de un solo uso y fomentar un cambio real. El 3 de julio actúa como un recordatorio del daño acumulado que una sola bolsa puede provocar.

La buena noticia es que reducir el uso de bolsas plásticas es fácil de reemplazar o rechazar. Por cada bolsa que se evita, se logra una gran victoria colectiva.

Hoy existen alternativas concretas y responsables, como las bolsas compostables. Fabricadas a partir de materiales de origen vegetal, como el almidón de maíz, pueden descomponerse en pocas semanas bajo condiciones adecuadas de compostaje, sin dejar residuos contaminantes.

Además, son resistentes, prácticas y pueden reutilizarse varias veces si se las cuida, manteniéndolas alejadas de la humedad o el calor excesivo.

Sin embargo, el cambio no es solo reemplazar un tipo de bolsa por otro. Se trata de transformar el vínculo con los objetos cotidianos, eligiendo con mayor conciencia.

Es entender que lo descartable no tiene por qué ser sinónimo de dañino, y que lo práctico también puede ser responsable.

El Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico enfatiza que el consumidor tiene el poder de rechazar, exigir y proponer alternativas. Las organizaciones ecologistas impulsan ferias sin plástico, talleres de reciclaje y limpiezas comunitarias.

En escuelas, se incentiva a los niños a construir sus propias bolsas reutilizables, y algunos comerciantes ofrecen descuentos a quienes llevan su propio bolso.