Bahía Blanca | Lunes, 23 de junio

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“La cruzada”: la vida de Catalina de Erauso, la mujer que forjó su propia leyenda

La autora Florencia Canale comenta detalles de su flamante libro, en el que también hace una íntima descripción de la iglesia católica en esa época.

“La noticia de que la monja fugitiva vestida en hábito de hombre, de mujer encubierta con oficio de alférez y afán de aventura, y con un sinfín de hazañas a cuestas, había viajado de boca en boca, y los curiosos se transformaron en hordas preparadas para perseguir y, quien sabe, avanzar sobre la perseguida. Catalina se había hecho célebre”.

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Catalina de Erauso (1585-1650), popularmente conocida como la Monja Alférez, fue una militar, monja y escritora española que se hizo pasar por varón y adoptó el nombre de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán. Es la protagonista de La cruzada (Planeta), la nueva novela de Florencia Canale.

Catalina es un personaje legendario y controvertido del Siglo de Oro español, cuyo mito ha permanecido en el tiempo a través de estudios históricos, relatos biográficos y novelas. 

La cruzada lleva además un subtítulo o bajada: “La guerra en el cuerpo, su furia en la piel”, poniendo el énfasis en una mujer que “forjó su propia leyenda, que se animó a transgredir en el siglo XVII todo tipo de orden, incluso el que le imponía su propio cuerpo”.

En entrevista exclusiva con “La Nueva.”, la autora comenta detalles de este libro que también hace una íntima descripción de la iglesia católica en esa época, donde, por caso, los cónclaves para elegir un papa eran espacios donde se libraba una despiadada lucha por el poder y la riqueza.

Cruzando océanos

No es un hecho menor definir el título de un libro. En este caso, Canale eligió un título y un subtítulo, o como ella menciona “un título y una pequeña bajada”. 

“La bajada es más contundente, porque se trata de la historia de un personaje más desconocido en el país. ‘La guerra en el cuerpo, su furia en la piel’ tiene que ver con el carácter de Catalina de Erauso mientras que La cruzada es un título que reúne varios sentidos”, detalla.

Si bien la época en que transcurre la novela transcurre está alejada de las cruzadas católicas, el título juega con esa referencia histórica.

“Catalina vive bastante más tarde que las cruzadas, pero se relaciona de alguna manera con la idea de los guerreros de Dios. También es una mujer que cruza océanos y continentes, de ahí otro sentido. Pero también es una cruzada porque atraviesa el género, porque se viste de varón para sobrevivir. Me parece que se trata de un buen título y de bajada que anuncian lo que vendrá”.

Por otro lado, en las primeras páginas la autora ubica frases de La Ilíada y La Odisea, con las cuales genera otra comparación no menos interesante.

“La Odisea, porque Catalina resulta tal vez una Odiseo, una Ulises. Es ella en ese viaje eterno, interminable, en busca de vaya uno a saber qué (habrá que leer la novela). Yo siento que es una suerte de Ulises renacentista del Siglo de Oro español. Con la Ilíada ocurre lo mismo, Catalina es una heroína clásica que bien podría haber sido un personaje de la Ilíada”.

Historia, realidad y ficción

Florencia Canale ha publicado de 13 novelas en los últimos 12 años, la mayoría de ellas ambientadas en el siglo XIX, como son Pasión y traición, Amores prohibidos, Lujuria y poder, La hora del destierro, Salvaje; Urquiza y sus mujeres, Sangre y bastarda. En La cruzada mantiene esa impronta aunque por primera vez cambia de época. 

“La cruzada es una novela histórica. En este caso lo diferente o lo novedoso es haber encontrado un personaje principal europeo y no del siglo XIX, como estaba acostumbrada, sino una mujer vasca del siglo XVI/XVII. Eso me exigió mucho estudio e investigación para recrear esa época. Yo me venía manejando como pez en el agua con el siglo XIX en América, esta novela me planteó un desafío fascinante, pero a mí me deleita la investigación, la historia, tanto la nuestra como la universal. Y este período histórico en Europa y América me parece deslumbrante. Para este trabajo viajé a España y obtuve material de primera, incluso la biográfica definitiva de Felipe II. No podía escribir esta novela sin estar tranquila dentro de la investigación sólida del momento”.

En cuanto a si la vida de Catalina es parte de una realidad o de la ficción, señala que si bien se la considera parte de una leyenda, han quedado sus memorias, escritas de su puño en una publicación de 70 páginas.

“Se ha dicho mucho sobre esa publicación y hay muchas líneas al respecto. Además tenemos lo que asevera la literatura, que cuando alguien pone por escrito una vida real, esa vida pasa a ser ficción. También está aquello de que ‘nada más verdadero que la ficción’. Por eso había mucho para investigar y para sostener esta historia contada por ella. Había que ampliarla, eso es lo que hace esta novela, cuenta de donde viene Catalina, quien era su familia, que sucedía en su pueblo, como era el reino en el momento de su nacimiento, porqué decide viajar y escapar, porqué toma las decisiones que toma y como termina sus días. Ese es el trabajo”.

La iglesia: ese nido de poder

Uno de los temas que cruza los avatares de Catalina es el de la iglesia. De hecho el libro comienza con la protagonista presentándose ante el papa Urbano VIII para solicitarle un permiso por demás especial, en un tiempo que esa institución era extraordinariamente poderosa y plagada de cuestiones internas.

“Siempre ha habido intrigas vaticanas, creo que existen desde que los papas tiene poder, desde que un papa es el hombre más poderoso en la tierra, el vicario de  Dios. En ese sentido la iglesia es un elemento de poder desde tiempos inmemoriales. El papa que abre la novela Urbano VIII, a quien Catalina le pide permiso para vivir la vida que ella quiere, fue elegido luego de un sin fin de intrigas, manejos políticos y corrupción. Si alguien tiene interés de conocer historias fascinantes donde el poder y la corrupción están a la orden del día, deben ahondar en las elecciones vaticanas, es un tema fascinante del que no quiero irme”.

Urbano VIII, de apellido Barberini, era miembro de una familia muy poderosa. De hecho Urbano, por consejo de un tío, se instaló en Roma para desarrollar su carrera vaticana. Logró ser nombrado Cardenal y ahí empieza la disputa del poder, el manejo de los secretos y las influencias. Sobre si esa modalidad persiste hasta nuestros días, la autora tiene su visión.

“No olvidemos los últimos cónclaves y todo el misterio que rodea la muerte prematura de Juan Pablo I. Se trata de reuniones donde se disputa poder con un elevadísimo espectáculo ético y estético. En estos días hemos presenciado unas imágenes fabulosas de los Cardenales y sus caminatas, la guardia suiza, todo es de una belleza estética sublime y también de un manejo espléndido de la épica, absolutamente en relación”.

Descripción de América

Cuando la protagonista se traslada a América, la novela realiza una descripción del funcionamiento de los poderes en el nuevo continente, marcando algunas diferencias en relación a Europa.

“La iglesia es la más poderosa y debemos mencionar a la inquisición, un aparato de control del rey de España que le disputaba el poder al papa. Esto es lo interesante: la inquisición no dependía del vaticano ni del papa, sino del rey. En ese sentido viajó a América y hubo un sin fin de actos de fe, de torturas a los infieles, impuros o sucios de sangre, una gran persecución acaso menor que en Europa. La última quema de brujas en España data de 1613, tiempo en que Catalina transitaba esa zona, por eso su miedo a ser atrapada, ya que se había escapado de un convento, era una fugitiva de Dios. La iglesia en América fue un aparato de poder colonizador que ofrece con palabras suaves y a veces bajo tortura la palabra de Dios para “combatir” el salvajismo del indio. La iglesia católica mató mucha gente en nombre de Dios”.

Si bien ya no existe la inquisición, Canale considera que hoy la iglesia ha perdido muchos fieles. “La hipocresía y la doble moral han existido siempre, pero hoy en día la iglesia no se cobra vidas en nombre de religión.”  

En el continente americano, “en guerra y con la perseverancia de la conquista”, Catalina participa activamente de todas las batallas, al punto de alcanzar el grado de alférez. 

“Tenía destreza con las armas y sangre fría, mató mucha gente, fue herida y salvó su vida en varias oportunidades. Así y todo no es su perfil más destacado. Quizás ese sea el de una mujer que busca su estilo y su libertad, que atraviesa distintas experiencias tratando de encontrar eso que tanto anhela: ser libre”.

Esa es entonces la trama de La Cruzada. Una mujer, un papa, un nuevo mundo, el poder, las guerras, la inquisición, la búsqueda de un destino.