Germán Beder: “Percibo que todo pasa muy rápido, inclusive el éxito”
El periodista bahiense brilla en el streaming nacional con “Paren la Mano” y en “Desde el Respeto”. Presente y pasado.
Periodista de La Nueva desde 1995, especializado en rugby y básquetbol; con colaboraciones en casi todas las secciones de la redacción (locales, policiales, regionales, Ritmo Joven, revista Nueva, Espectáculos)
(Nota de la edición impresa)
-¿Cómo te tengo que llamar? Muchos te conocemos como “Chapa”, pero ahora sos “Gercho”.
-En este momento “Gercho”, un apodo que tuve de chico. “Chapa” pasó al olvido con el periodismo de básquet. Ahí murió “El Chapa” je.
Para los nacidos del 2000 para acá, el bahiense Germán Beder es una popularidad del streaming con “Paren la Mano” y con “Desde el Respeto” por Vorterix.com. Propuestas que transitan el entretenimiento con momentos periodísticos y musicales, con situaciones que se vuelven virales al replicarse en otras redes sociales. O un día más en este ecosistema, en el que Germán venía de otro éxito como “Todo Pasa” en Urbana Play, al lado de estrellas del medio como Matías Martin y Clemente Cancela.
En cambio para los nacidos mucho antes del 2000, este bahiense que ayer cumplió 42 años marcó una etapa en el periodismo deportivo argentino especializado en básquetbol. Se hizo en diario “Perfil”, en las revistas “El Gráfico” y “Básquet Plus” y se proyectó a nivel nacional en el diario deportivo “Olé”. También aportó para los amantes de la literatura deportiva con “Mundo Manu” (biografía de Manu Ginóbili, escrita junto con el periodista Andrés Pando), “El Oro y el Aro” (historia de la selección de básquetbol, junto con el periodista Alejandro Pérez) y “La vez que casi me muero y otros relatos”. Es decir, toda una celebridad de los medios de ayer y también de hoy.
Beder habló con “La Nueva.” del presente en el streaming, las claves del suceso en esa herramienta en vivo, los inicios en el periodismo, su etapa como director de comunicaciones en la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) y el presente del básquetbol argentino.
-Entonces, ¿”Gercho” sería como tu nombre artístico hoy en el streaming?
-No, no, no… Yo siempre tuve el mismo nombre y simplemente surgió porque, insisto, fue un apodo que tuve de chico. Estaba abriendo una cuenta paralela de Twitter (X) porque no podía abrir la mía y todos los nombres con “Germán Beder” estaban ocupados. Entonces le puse “Gercho” y a partir de ahí creció la cuenta de “Gercho Sports” (@gerchobeder) y bueno, quedó el apodo. Los apodos van cambiando.
-¿Pero no sentís que, de alguna manera, es una metáfora de tu presente en el streaming?
-Totalmente, es todo muy rápido, muy efímero. Son tiempos donde no hay mucho tiempo para nada. Yo la llevo de la manera más equilibrada posible, tratando de estar tranquilo siempre. El hecho de ser padre me puso en un lugar también de mayor serenidad y estabilidad, de correr el ego al costado. Y también el hecho de tener la edad que tengo me lleva a vivir el momento con calma, sabiendo que hoy estoy así, bien, y que mañana puedo estar de vuelta en el barro. Y no pasa nada porque viví muchísimos años de mi vida laboral luchando, combatiendo. Siento que no me molestaría tener que volver a ese camino. Por supuesto con otras armas, con otra edad y con menos paciencia. Pero a lo que voy es que nunca le voy a escapar a la situación de tener que laburar.
-Cuando hiciste tu primera aparición en “Todo Pasa”, ¿Imaginabas de qué trataba o hacia dónde iba el streaming?
-De los cinco compañeros en el programa, cuatro tenemos más de 40 años. Entonces, nosotros vivimos lo anterior. Vivimos la radio, vivimos el diario de papel, pero el diario de papel con pasión eh. Yo escuchaba Radiovisión Deportiva todos los días por LU2. Los canales tecnológicos cambian. Y en el último tiempo de manera muy acentuada y de manera muy influyente en el comportamiento de la sociedad. Y bueno, te podés adaptar o no. Yo tuve suerte porque agarré el último tren y me subí. Y entendí un poco cómo son las dinámicas actuales. Pero te soy sincero: como esto cambia todo el tiempo, en unos años me puedo quedar totalmente afuera. Y no sería descabellado en lo más mínimo.
-¿Lo ves como un fenómeno pasajero?
-El streaming en sí no tanto, porque es una reformulación de lo que supo hacer la radio y un poco atravesada por la televisión, que también está en un momento malísimo. Entonces, el concepto general del streaming como nueva vía de comunicación, no veo que tenga vida corta. Creo que por un tiempo se va a extender. Lo que sí va a pasar es que muchos famosos actuales, pibes de 20 años que tienen millones de seguidores y mucha plata en el banco, esos chicos no se sostendrán. En mi opinión. Porque detrás no hay una construcción argumental en la vida de esos chicos, que te lleve a comprender por qué llegaron hasta ahí y por qué se deberían sostener en ese lugar. Muchos terminarán diluyéndose en el tiempo y serán reemplazados por otros. Percibo que todo pasa muy rápido, inclusive el éxito.
-Siempre se habló de "la magia" de la radio propiamente dicha. ¿Existe algo de magia también hoy con el streaming?
-Hay algo, sí. Parece poco romántico lo que te voy a decir, pero yo noto que hay una vinculación con la gente que te está viendo y escuchando, a través del chat. Lo que antes eran los mensajes de la gente, los llamados telefónicos, hoy en día ese canal es el chat. Una persona desde su casa te transmite lo que está pensando de lo que ve o se dice y lo lees en el momento. Eso se da permanentemente. Esa vía de comunicación la veo muy positiva, sinceramente, como algo que le sumó a la construcción de un programa. Por supuesto, está toda la mística radial donde vos no veías y por lo tanto eso lo tenías que imaginar. Eso se perdió. Tipos como (Fernando) Peña, que construían muchos personajes al aire y vos le dabas toda una narrativa propia a lo que ibas escuchando. Hoy va por otro canal, por otra vía. Así como te marco que hay muchas cosas negativas y hasta nocivas o tóxicas del universo actual, el multiverso actual, ese punto a mí no me parece tan malo. Disfruto de cómo se da la vinculación entre lo que era el oyente y la persona que estaba al aire.
-El streaming tiene otro desafío que es jugártela a improvisar más tiempo. La radio propiamente dicha, al ser más guionada si se quiere, te evita llegar con los comentarios a un callejón sin salida. Es decir, ahora uno no sabe a dónde puede terminar una charla en vivo entre compañeros o amigos, en medio de bromas, risas y doble sentido.
-Es un riesgo. Se da mucho. En un formato totalmente saturado para mi gusto, que es cuatro personas sentadas, con un micrófono, charlando de la vida como en una ronda de mate. Y divagando, básicamente. Esa búsqueda sin producción previa, sin secciones, sin juegos ni invitados, deriva en la nada misma. Antes no sucedía. Ahí sí, el producto se entrega peor. En todo caso el único punto extra a favor es la espontaneidad de las reacciones de lo que pasa. Un chiste que en radio considerabas que ibas a tirar en el próximo bloque, acordado con los compañeros de la mesa, hoy en el streaming es espontáneo. Y la reacción puede ser más impulsiva, más sincera. Percibo que lo otro era más elaborado y hasta no descarto que vuelva. Porque está saturado, demasiada cantidad de gente haciendo lo mismo.
-De todos modos, lo periodístico no deja de estar vigente. Por ejemplo en “Desde el Respeto” hay invitados y eso le da un plus.
-Sí, yo creo que el punto central de mi formación periodística es que tengo una herramienta extra para preguntar cuando va alguien. O por la propia curiosidad del oficio. De los cinco de “Paren la mano” tres somos periodistas. Entonces, cuando surge una charla, una entrevista, tenemos bagaje para sacarla adelante. Y esa es una herramienta.
-¿Cómo te paras vos, siendo un celebridad del streaming, cuando de pronto te ves al lado de un Matías Martin o de Clemente Cancela, como fue en su momento?
-Primero, no me percibo celebridad para nada. Antes había pocos famosos con una masividad absoluta. Y hoy hay muchos famosos con nichos, que los consumen. Es todo a través de mucho canal virtual, tipo comunidades reales, pero no al nivel de un famoso de antes. Pero el hecho de compartir con personalidades como Matías, Clemente y toda la gente de Urbana con la que compartí cuatro años, me permitió sumar herramientas. Yo estaba totalmente en bolas porque nunca había hecho radio en mi vida, no tenía la experiencia, no tenía nada. No tenía recursos, no tenía carisma. No sabía cómo hacerlo, nunca lo había hecho. Pero todo ese tiempo compartido aprendí mucho, pero mucho, mucho, de situaciones al aire, de cómo afrontar momentos, de cómo ir un día de mal humor y al aire que no se note. Pequeñas cosas que me fueron dando un impulso. Fue como una universidad lo que hice, todo rápido, pura práctica.
“El plano del humor”
-Tu etapa como jefe de comunicación de la CABB, cuando hacías videos con Facundo Campazzo, por ejemplo, o con algún otro jugador. ¿Podemos establecerla como un comienzo de este presente?
-Sí, un poco sí. Mirá, si le buscamos un principio, ya cuando escribí mi primer libro de cuentos, fue la primera vez que me corrí un poco del eje de lo periodístico. Ahí hubo una semilla de lo que quería hacer. Pero no me animaba del todo. Tenía una vida laboral construida, de la que encima estaba bastante orgulloso, porque siempre había querido ser periodista, de chiquitito. Y encima llegué a lugares donde había soñado estar. Entonces, estaba conforme con mi vida. Pero tenía esa pequeña espina de no poder desarrollar el otro plano, que era medio de humor, medio que no terminaba de descifrarlo. Y ahí surgió eso. Y después, cuando fui a la CABB, le puse, considero la distancia, un acento informal a la comunicación que en ese momento tenía la institución. Para lo cual tuve mucha ayuda de los jugadores, chicos muy carismáticos como Facundo Campazzo, que facilitaban todo.
-Fue el primero que se prendió en ese perfil.
-Le encanta. Entonces cada pelotudez que le decía, él iba y lo hacía. Después, yo iba y le decía a "Oveja" (Sergio Hernández, el DT): `Oveja, ¿Podemos hacer esto? Es medio raro, pero va a estar bueno´. Y "Oveja", como tiene una gran amistad, también me decía que sí. Y después iba y le preguntaba a “Chubi” (Federico Susbielles, entonces titular de la CABB): `¿Podemos hacer esto acá, que va a estar bueno, va ser medio quilombo, puede ser un puterío, pero va a estar bueno?’. Y “Chubi” me decía que sí. Y bueno, a partir de tener las tres patas de tu lado, ya está, ganaste.
-¿Qué significó tu paso por la CABB, en un buen momento del básquetbol argentino después de la Generación Dorada?
-Yo agarré el final de la Generación Dorada. Después del mundial de 2014. Todo el paso por la Selección como jefe de prensa me marcó a fuego, porque viví momentos impresionantes como el Preolímpico de México, los Juegos de Río, el partido ante Brasil y sobre todo el Mundial de China. Estar en la dinámica de un plantel y ver cómo se construyen los roles de cada uno, los momentos buenos y malos, me voló la cabeza. Al extremo tal que siempre tuve la añoranza de decir, `Bueno, ojalá algún día pueda volver´. Y ahora que ya pasaron varios años, no la veo. Porque también cambian las generaciones de jugadores y es un poco lo que te decía antes: el éxito que yo tuve, entre comillas, de la gestión, radicó en que las tres patas, jugadores, entrenadores y dirigentes, me apoyaban en lo que buscaba. Si no tenés el respaldo de una de esas tres patas, cagaste. Y además, al vincularte con un pibe de 19 o 20 años, como puede ser un jugador de selección hoy, a mis 41 ya me empieza a quedar medio lejano. Hay cosas, vocabulario, jerga, todo…
-Sin embargo, ahí vemos el éxito actual de, por ejemplo, “Desde el respeto”: llegar a gente más joven, a adolescentes…
-Eso es terrible. De todas las cosas que me han sucedido en estos últimos años, lo más fuerte de todo fue cuando, por ejemplo, en el verano pasado estuve en Monte (Hermoso) y bueno, obviamente el target que se acercaba a buscarme, a saludarme eran pibitos. Siempre. Pero a veces venían niños de 12 o 13 años. Y ahí sí que se daba el quiebre, porque ahí ya estamos hablando de un nene del que yo podía ser tranquilamente el padre... No terminaba de asimilar esa situación, que también pasa a ser una responsabilidad más tarde.
-Escuchaba lo que decías sobre tu paso por la selección argentina, de vivir esos años tan intensos para el básquetbol argentino. ¿Mirás hacia atrás? Y ¿Qué ves del básquetbol actual?
-No, los primeros años claramente tomé una perspectiva de negación de la realidad. No miraba los partidos, no seguía el día a día. Tampoco quería convertirme en un operador, porque apenas terminó todo y perdió Susbielles me fui. El canal de comunicación del grupo opositor era a través mío. Casi todos los dirigentes y los jugadores me seguían escribiendo y yo no quería puterío, no quería nada. Me fui y no vi que hicieran más nada. Después, cuando al equipo (Selección mayor) le empezó a ir mal, básicamente en los últimos años, me volví a meter desde un lugar de aficionado, por cariño. Hoy lo que ves desde afuera es un deterioro, mucha rosca política, una Liga (Nacional) totalmente deteriorada, venida a menos, un calendario inexplicable, muchos equipos que están ahí que no merecen estar... Todo lo que ya se sabe y que además es de público conocimiento. Esa parte también me sigue dando tristeza. También percibo que excede el apartado generacional en la caída del básquet. Había muchas cosas que venían de antes, o sea, no es que fue todo de ahora. Las cosas no se dan de manera azarosa. Hoy acompaño y sigo viendo liga a la Selección pero corridito.
-¿Y de Bahía? ¿Qué te despierta hoy algún interés o te sensibiliza?
-Muchas cosas todavía. Parece que no pero muchas. Tengo a mis viejos allá y esa nostalgia y desarraigo los sigo sintiendo. Mi ciudad es Bahía. No me siento tan local acá como sí me siento local cuando estoy en mi casa. Y mi casa es allá. Cuando pasó todo lo de la inundación, volví a hablar con Susbielles. No hablaba desde el momento en que él se fue de la CABB y yo me peleé mal, nos mandamos a la mierda. Y cuando pasó esto le escribí, me acerqué un poco, traté de impulsar alguna movida para que lleguen donaciones. Pero estuve muy afectado, me dio mucha tristeza. Me pareció injusto. Yo quiero que a Bahía le vaya bien, que se acomoden. Siento lo mismo que me pasa cuando veo la Liga. Cuando fui en los últimos tiempos antes de la inundación, veía que la ciudad estaba medio apagada. Tal vez es la perspectiva mía de una infancia y adolescencia de ver una ciudad en crecimiento y soleada. Capaz que es el recuerdo que a uno le queda. De una patria en crecimiento, de refugio. Pero el tiempo se puso difícil en todos lados.