Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Desde la Fundación de la UNS también se planea a partir de la innovación

“La vinculación es, hoy, mucho más compleja por la fuerte presencia de la economía del conocimiento”, dijo el Dr. Daniel Damiani, presidente de la entidad.

Dr. Daniel Damiani, titular de la FUNS. / Fotos: Emilia Maineri-La Nueva.

“Es evidente que tenemos que crecer hacia donde se mueve la actividad a nivel global. Por eso debemos estar mucho más involucrados en los aportes de la economía del conocimiento”.

Lo dijo el Dr. Daniel Damiani, presidente de la Fundación de la Universidad Nacional del Sur (FUNS), una entidad sin fines de lucro creada en 1993 como nexo entre el sistema científico tecnológico con los sectores productivos y de servicios que demandan conocimientos desde los sectores público y privado.

“El concepto de hacer trabajos para terceros fue el original, el que estaba vigente cuando todo empezó, pero hoy la vinculación es mucho más compleja porque el panorama al que nos enfrentamos es diferente”, añadió.

“Hoy se trata de ayudar a quien quiere innovar, a quien pretende crear una empresa. En este momento hay que moverse en esa estructura, porque es muy probable que la gente deba apelar más a su inventiva y a su creatividad y para eso necesita un ámbito de desarrollo”, explicó.

Damiani también dijo que hay que detectar a la gente que tiene inquietudes.

“Hay muchas personas que, por ahí, no se acercan a la universidad con ideas porque no conocen de qué se trata. El desafío de hoy, a partir de todos los cambios de los últimos tiempos, es salir a buscar esos proyectos porque, evidentemente, antes se esperaba su llegada pero hoy hay que salir a buscarlos”, indicó.

—¿Cuáles son los planes para 2025?

—Pertenecer a la comunidad universitaria de alguna manera nos impone respetar la historia de la UNS; esto es, de austeridad, de prudencia y de moverse despacio. Eso no se puede evitar; es decir, no se pueden hacer grandes inversiones ni dar un paso más grande que el que podemos dar pero, aún en ese contexto, estamos firmando una alianza estratégica con una editorial para lograr una apertura hacia una comunicación más moderna.

La sede la UNS, en la avenida Alem de nuestra ciudad.

“También trataremos de organizar dos o tres eventos anuales para conectarnos con sectores productivos y generar una tradición para que esos encuentros estén siempre presentes. De todos modos, esto es como tirar un tiro de escopeta al aire y pegarle a un pato cuando pasa, pero hay que hacerlo porque si no nunca vamos a despegar.

“Asimismo, el año pasado trabajamos en preparar un plan estratégico para la fundación, que nos llevó tiempo y está bastante avanzado, pero como consecuencia de esas ideas que se debatieron surgió la necesidad de que nosotros mismos nos auditemos.

“Decidimos ir tras un proceso de acreditación de nuestras actividades administrativas y avanzar lo más que se pueda en ese sentido para acreditar alguna norma de control de gestión de funcionamiento.

“La idea es mostrar, hacia afuera, un poco más de transparencia y asegurarnos de la calidad de lo que hacemos, como una suerte de garantía, a la vez de ordenar nuestro trabajo, de buscar un nivel de profesionales más alto y de prepararnos para grandes desafíos”.

—Las herramientas están y, sin dudas, la capacidad académica de la UNS responde a esas expectativas.

—Sí. En general en el sistema todavía persiste una carga vocacional fuerte. La gente se dedica y corre ciertos riesgos, porque todavía nos analizamos por el control de gestión que hacen las organizaciones que manejan la investigación en la Argentina.

“No es fácil dedicarse a vinculación tecnológica porque uno termina penalizando su carrera personal, porque la actividad prácticamente se mide por la cantidad de trabajos publicados en revistas científicas y, así, la vinculación tiene una norma de funcionamiento que no siempre condice con lo que es la investigación.

“No todos innovan en cuestiones totalmente originales: unos desarrollan cosas que se conocen, otros pueden ayudar a gente a concretar procesos, que son conocidos y entonces no hay novedad científica, sino un aporte a la economía al apoyar a una empresa a desarrollarse y crecer. Pero eso no valora a una entidad científica.

La FUNS aporta una estructura administrativa para facilitar que se cumplan las actividades de vinculación tecnológica en los marcos normativos y legales vigentes.

“Entonces la gente se dedica cuando puede y no cuando debe. Y esto implica un cambio cultural. Nosotros debemos tener una agenda que pasa por definir cuáles son los temas en los que las personas se pueden involucrar a trabajar en investigación para acercarse un poco más a una potencial demanda del sector externo.

“No todo el mundo tiene que hacerlo, pero alguien debe mirar lo que pasa porque si no nunca nos vamos a cruzar. Ese es el cambio cultural al que aludo”.

Una estructura administrativa

—Por definición general, ¿qué hace la Fundación de la UNS?

—Nosotros somos una persona jurídica diferente a la UNS. Nos movemos con la normativa que regula las asociaciones civiles en ese ámbito. Tenemos la misma normativa de cumplimiento que una cooperativa, una sociedad de fomento o un club deportivo.

“Lo que aportamos es una estructura administrativa para facilitar que se cumplan las actividades de vinculación tecnológica en los marcos normativos y legales vigentes.

“Construimos a formar un entorno administrativo propicio para el desarrollo de proyectos de vinculación tecnológica y facilitamos la administración de recursos, contratos, ventas, compras, organización y logística. Así, todo se hace en un sentido mucho más ágil que dentro de la propia estructura administrativa del Estado.

“Y aclaro que la UNS tiene su propia subsecretaría de Vinculación Tecnológica, que ejecuta la política que decide la universidad, algo que nosotros no hacemos”.

—¿Me podrías dar algún ejemplo en este sentido?

—Si alguien contacta a la UNS para desarrollar un proyecto de vinculación tecnológica, ya sea desde una empresa, un municipio, un particular u otro organismo del Estado, lo que hacemos es acercamos al sector que pueda ejecutar el trabajo. Luego se discute, se llega a un acuerdo y se deciden los términos en los que se va a llevar adelante.

“Como esto contendrá recursos involucrados, que los aportará el particular, la empresa o un ente de afuera, alguien debe llevar la administración. Y ahí estamos nosotros. También hacemos contratos, seguros y pagos diversos, así como coordinamos si hay que traer expertos para exponer un tema puntual y supervisamos que se emitan los informes a tiempo y demás.

“Después liquidamos los recursos como se han establecido en el contrato y se depositan los fondos que le corresponde a la universidad y a los demás por haber participado en el proyecto”.

—¿La Fundación tiene presupuesto?

—Nosotros no tenemos un presupuesto asignado. El sustento son las comisiones que se cobran por estas tareas. En años magros penamos y en años de bonanza hacemos alguna inversión. Porque, además, está claro de que no tenemos fines de lucro.

“En 2024 hicimos un par de eventos trayendo gente de afuera para discutir temas vinculados a la actividad. Y el año previo, 2023, también concretamos otros porque era el trigésimo aniversario de la fundación”.

Algo personal

—El Dr. Daniel Damiani es presidente de la Fundación de la Universidad Nacional del Sur (FUNS) desde el 15 de marzo de 2020, una semana antes del inicio de la pandemia por el COVID-19. Si bien el cargo dura dos años, se ha renovado y ahora permanecerá hasta marzo de 2026.

—Nació en la ciudad de Bahía Blanca y es ingeniero químico de base.

—Egresó de la UNS en el año 1974 y, en forma inmediata, ingresó al Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).

—A su CV sumó un magíster en Ingeniería Química y, a fines de 1980, se marchó a los Estados Unidos para hacer el doctorado en la Universidad de Northwestern, en Evanston (Illinois).

—En 1984 regresó a la Argentina para iniciar la carrera docente en la UNS y retomar la investigación en el Conicet.

—Tuvo a su cargo la dirección del ex Departamento de Química e Ingeniería Química entre los años 1991 y 1998.

—Fue titular de Plapiqui (Planta Piloto de Ingeniería Química) entre 2004 y 2009.

—Se retiró como profesor emérito en 2017.

—Está casado hace 50 años, tiene un hijo (ingeniero industrial recibido en la UNS) y dos nietos (la nieta estudia ingeniería en sistemas).