Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

Calle Don Bosco, un singular centro comercial donde se mezclan la historia y la arquitectura

Lugares con identidad propia, reconocibles y singulares. Caminarlos como observadores permite reinventarlos y apreciarlos.

Fotos: La Nueva.

“Reconoce una larga balaustrada,/los redondeles de un balcón de fierro,/una tapia erizada de pedazos/de vidrio. Nada más. Todo ha cambiado”. Jorge Luis Borges, “1929”

Don Bosco es una calle muy particular. Por un lado, porque pareciera “estar lejos del centro”, a pesar de estar a apenas 15 cuadras de la plaza Rivadavia. Tiene el ancho de una avenida, de hecho funciona como tal en gran parte de su recorrido, y es uno de los principales accesos a la ciudad.

A eso se suma su particularidad de ser un gran centro comercial, el cual se desarrolla a lo largo de sus cuadras, con una variedad de propuestas donde se destacan los servicios relacionados con el automóvil y las motos.

Es la calle que hasta 1948 se llamó Río Colorado. Ese año modificó su nombre en memoria de Giovanni Melchiorre Bosco (1815-1888), laborioso sacerdote católico, creador de la orden de los Salesianos, popularmente conocido como Don Bosco.

San Juan Bosco

Caminarla es un desafío distinto, donde la arquitectura tiene algo que decir. Con sus diferentes estilos, materiales, huellas y marcas.

Es una calle con desniveles, que se descubre al caminarla a otro ritmo, con otros ojos, con otros tiempos. Mirando a lo alto, en el detalle, hacia el interior.

Dos esquinas 

Desocupado luego de mudarse a pocos metros del lugar, ha quedado el edificio de la farmacia que lleva el nombre de la calle. Con algunos rasgos art decó en su remate, mantiene la estructura de hierro que sostuvo alguna lona o marquesina y el marco de un cartel inexistente.

El edificio conserva su estructura de acceso original, por la ochava curva, particionadas sus aberturas con un dintel de chapa y una filia vidriada.

A pocos metros del lugar, la sede del club El Danubio, un clásico del barrio. El escudo en su frente indica los colores blanco y verde identifican a una institución fundada el primero de abril de 1951 y que en el momento de su creación los directivos se propusieron “hacer grande ese pequeño eslabón del barrio, para el grato y cordial encuentro de cada atardecer, que une amigos, olvida rencores y hace alegre el momento de expansión”. Un espacio que se valora por su carga histórica y cultural, un valioso club de barrio.

Propias del lugar

Nunca falta la casa chorizo, un bloque apoyado sobre una de las medianeras, una puerta de entrada que da a una galería que recorre todas las puertas de las habitaciones alineadas. Sobre la línea municipal el paredón, que en este caso  es ciego y no permite husmear el patio del frente y la infaltable puerta vidriada.

Paredón y casa chorizo.

Como sucede en algunas calles de la ciudad, hubo viviendas anteriores a la pavimentación, con lo cual siguieron en su emplazamiento una referencia que después no coincidió con el nivel de la calzada. Don Bosco tiene esa trama de veredas elevadas respecto al cordón, lo cual obligó a construir escalones para salvar los desniveles

Los detalles constructivos que se detectan al caminar expresan formas de otros tiempos. Es el caso de los balcones con sus rejas de hierro trabajadas y, debajo, una modesta rejilla que ventila el espacio vacío debajo de los pisos de pinotea. En las ventanas los clásicos postigones metálicos con algunas de sus partes movibles, para espiar la calle.

Reja y rejilla, detalles de construcción

Las chapas enlozadas, las de cerámica, las de acero y el perdido nombre de Río Colorado que se esconde detrás de una actualización manual.

En una ubicación extraña, lejos de la esquina, aparece esta centenaria chapa que indica el nombre de la calle “Pte Roca”. Es la calle que cruza Don Bosco, a unos 40 metros de ese lugar.

Viviendas con el ladrillo a la vista que nunca se terminaron de revocar conforman una suerte de eslabón perdido. Porque el trabajo de los ladrillos, de canto, los que sobre salen dibujando salientes, están preparados para recibir el revoque y así convertirse en decoración, en ornamento. Es una muestra del trabajo previo que ha quedado, en este caso, sin completar.

El arte callejero presente en esta calle, el mural de esquina. Que trasmite un mensaje, o aporta un color, que busca sumar algo distinto en el paisaje urbano, los dibujos en puertas tapiadas.

Venecitas, guardas y fuentes

Dos materiales típicos de los 60: la venecita, pequeñas cerámicas de colores derivadas del mosaico veneciano, revestimiento de material vítreo fabricado con materias primas que se funden a altas temperaturas, incorporándose en ese proceso el color.

Venecita amarilla, noble y resistente

Por otro lado la presencia el fulget, terminación con pequeñas piedras que permitían el dibujo de guardas. Hay que buscarlos, porque siempre está.

Las guardas y el fulget

No se trata de mirar sólo hacia arriba cuando se recorre la ciudad. La mirada hacia adentro permite descubrir los patios que cobran vida, con plantas y flores, que suman una fuente o una estatua. Un banco. El lugar que alienta el descanso y al encuentro, la antesala de la casa.

La vereda-comercio, un kiosco pagoda y la policía a color

Una situación muy repetida de la calle, en su contexto de gran cantidad de comercios, es el uso de las veredas como ampliación de los negocios. Un paisaje que es habitual en todos los barrios y que busca alentar a los compradores y así mejorar las ventas en una época, como todas en realidad, de vacas flacas y poco dinero.

La presencia de un kiosco de chapa sorprende. Tan lejos del centro. Es parte del equipamiento colocado a principios del siglo y es llamativo que se haya incluido en los barrios.

Kiosco de chapa en la plaza Rivadavia, 1928

Se los llamó kioscos pagoda y en la década del 40 algunos de ellos fueron reemplazados por los llamados “kioscos barco”. Pero muchos sobrevivieron. Algunos incluso han sido rescatados en los últimos tiempos. El de calle Don Bosco es poco menos que una ruina. No sería mala idea rescatarlo, ponerlo en valor, encontrarlo un uso o destino.

A la altura del 1800 se ubica la Comisaría quinta, creada a fines de la década del 60. Una casona con aires del Renacimiento italiano, con arcos de medio pinto y pilastras enmarcando las aberturas. En la vereda un mástil que, a diferencia de la mayoría de estos elementos dispersos por la ciudad, tiene colocada su bandera.

El Maldonado, el añorado ferrocarril y el paso de Venus

El puente sobre el arroyo Maldonado a la altura de Don Bosco fue uno de los más primeros construidos sobre ese curso de agua. La obra fue inaugurada en 1932, como parte integrante del camino a Cuatreros (hoy General Cerri).

A pesar de estar construido en hormigón, resultó afectado por la creciente que ese curso de agua tuvo en 1933 –una de las más importantes del siglo XX—obligando a importantes reparaciones. La actual estructura data de 1949, como parte de la  canalización del arroyo que obligó a su adecuación.

Como parte del “cinturón de hierro” que a manera de corsé rodea la planta urbana, Don Bosco es cruzada por las vías del que fuera el ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, originalmente llamado Bahía Blanca al Noroeste. Ese paso a nivel guarda destruidos testimonios de épocas pasadas, cuando por el lugar pasaban los trenes con destino a La Pampa, siendo las primeras estaciones las de Villa Bordeu y Villa Olga.

Estación Noroeste, Sixto Lapiur y Roca.

En su recorrido hasta la localidad de Realicó disponía de seis empalmes que permitían sumar otros destinos.

En el lugar queda la que fuera casillas del guardabarrera –vandalizada, quemada, olvidada--, el camino previo al cruce que obligaba a un cambio de paso para prestar atención al posible paso del tren y alguna cartelería. Vestigios de una época y de un sistema de transporte fatalmente perdido.

Finalmente un gran lote de tierra, que lleva décadas sin destino. En su aparente condición de baldío ese espacio ha sido propuesto para ser declarado Patrimonio Cultural de la UNESCO. Es que en ese sitio, en 1882, instaló su impactante estación astronómica el grupo de científicos alemanes que eligieron a Bahía Blanca para registrar el tránsito del planeta Venus por delante del Sol, un fenómeno que permitiría realizar importantes cálculos relacionados con la distancia de nuestro planeta a esa estrella.

Estación astronómica alemana, 1882
El tránsito de Venus ante el Sol

Como al momento de tomar esta fotografía ilustrativa, también el día del fenómeno celestial estuvo nublado y las mediciones tomadas pudieron registrar partes de ese paso, cuando por momentos el Sol se pudo observar. En algún lugar de ese terreno, los alemanes enterraron una caja de plomo con documentación y elementos utilizados en su trabajo, un testimonio que todavía aguarda que alguien la detecte y recupere.

Final

“Estas calles (…)/ya son mi entraña./No las ávidas calles,/incómodas de turba y ajetreo,/sino las calles desganadas del barrio,/casi invisibles de habituales,/enternecidas de penumbra y de ocaso” Jorge Luis Borges, Las calles.

Don Bosco es una calle que se piensa rápida, de mucho tráfico, con aires de avenida. Hay que recorrerla caminando para descubrir la otra calle, la de las viviendas, los patios y los colores. Es la ciudad que no miramos, las cuadras que, cómo escribió Borges, se vuelven “casi invisibles de habituales”.