"Cafés pendientes", una invitación a colaborar con aquellas personas que lo necesitan
Lucas, de 20 años, contó a La Nueva. sobre un legado familiar que descubrió recientemente. Cómo funciona el café solidario de la Plaza Rivadavia.
Periodista y próxima licenciada en Comunicación en la Universidad Salesiana (UNISAL). Integra el equipo de redacción web de La Nueva.
"Café x favor", el carrito de café al paso de la Plaza Rivadavia, se convirtió en un punto elegido por muchos bahienses gracias a su ubicación estratégica. En el último tiempo ganó un gran reconocimiento por sus "cafés pendientes", una invitación a colaborar con aquellas personas que lo necesitan y una propuesta que no se trata simplemente de "regalar un café".
Un cartel que cuenta las promociones del día llama la atención de las personas que pasan por la plaza, un aviso que invita a "ser parte de la solución" con un café solidario.
Sin embargo, Lucas, de 20 años, quien hoy se encuentra a cargo del carrito en el que comenzó a trabajar en noviembre del año pasado, cuenta a La Nueva. que "lo del café es solo un título".
"La gente se nos acerca, nos deja plata o un monto extra cuando se compra un café, y eso va a un fondo común que utilizamos dependiendo de la necesidad de cada persona", explica el joven, que aclara que no importa colaborar un monto específico, sino la colaboración en sí.
Según explica, en la mayoría de los casos un café no representa una ayuda real para la persona que quieren acompañar. "Sabemos que un café no va a ayudar. La vez pasada vino un nene a pedir ayuda para la madre, su padre había fallecido. Entonces tratamos de dar una mano de otra manera, usando el fondo de los cafés para ir a un supermercado y comprar comida, por ejemplo", detalló.
"También hablamos mucho con personas en situación de calle, el otro día pudimos pagarle una habitación a un hombre", contó.
Si bien Lucas cuenta que el café pendiente existe desde antes que él estuviera a cargo del comercio, su vocación solidaria es una tradición familiar cuya existencia descubrió recientemente.
"Perdí a mi mamá hace dos meses. Cuando era chico ella tenía un comedor en el barrio Noroeste pero nunca tuve mucha noción, nunca hablé con mi mamá de eso. Y en estos días, cuando se cumplieron dos meses de que falleció, me escribió una amiga de ella preguntándome si el nombre del carrito lo había puesto por mi mamá", relató.
"Yo no entendía, al principio pensé que me estaba boludeando, y cuando me empezó a mandar fotos me contó que el comedor que tenía mi mamá se llamaba 'Más amor por favor', como el carrito. Fue tremendo, un shock, porque yo ni siquiera le puse el nombre, el carro ya estaba", dijo.
A través de lo que Lucas describe como una "gran casualidad", descubrió la magnitud que el comedor llevado adelante por su madre desplegaba en el barrio, incluyendo una escuelita de fútbol, un merendero, cortes de pelo, donaciones de alimentos y alojamiento para quienes no tenían donde dormir.
"Casi sin saberlo yo seguía haciendo lo que ella hacía y con un nombre casi igual. Fue re lindo. Y yo ahora hablo de tener una especie de legado, porque al fin y al cabo tenemos el mismo objetivo; lo que hago ahora para mí es un comienzo para el día de mañana tener algo más parecido a lo que hacía ella", sostuvo.
Además de los "cafés pendientes", en sus redes sociales llevan adelante una sección en la que difunden las historias de quienes se acercan al carrito a buscar "un oído o alguien con quien hablar".
"Cada dos por tres viene gente que nos cuenta sus situaciones personales, como un profesor que hacía poco había llegado a Bahía y no encontraba trabajo, o un hombre que quedó en la calle a raíz del temporal. Nosotros los ayudamos, si ellos están de acuerdo, difundiendo sus historias", explica Lucas, que cuenta que ambas personas recibieron ayuda y pudieron salir adelante.
"También un poco es contagiar lo positivo, la idea de que no todo está perdido y se puede salir adelante", sumó.
Gracias a las redes sociales llegan a un público cada vez mayor, lo que les permite que personas que no se encuentran en Bahía puedan colaborar a la distancia, con un aporte monetario.
"Antes de que lleguemos a tanta gente en Instagram, habíamos pensado en dejar de hacer lo del 'café pendiente', lo que para mí era una lástima porque hay gente que viene todos los días a pedirlo. Son como clientes habituales, ya nos conocen. Y tener que decir que no, no me gustaba. Pero nos pedían más cafés por semana de lo que la gente donaba, entonces lo complementábamos de nuestro bolsillo. En algún momento ya no lo íbamos a poder solventar".
"Con toda la ayuda que nos está dando la gente, por suerte lo vamos a poder seguir haciendo", concluyó Lucas.