Un bahiense, entre las figuras de Argentina que cambiaron el mundo de la medicina
En el Día del Médico se conmemora a quienes transforman vidas. Milstein, Favaloro, Houssay y Leloir fueron algunos de los cambiaron el rumbo de la salud a nivel mundial.
El martes pasado se celebró en nuestro país el Día del Médico, personas avocadas a su profesión y que con esfuerzo transforman vidas.
La medicina argentina está llena de nombres que dejaron su firma en la historia de la ciencia.
Desde Cecilia Grierson, la primera médica del país, hasta René Favaloro, inventor del bypass coronario, son varias las figuras que cambiaron el mundo de la salud para siempre y que hicieron sus aportes a la ciencia.
Grierson, quien fuera la primera mujer en recibirse como médica en el país en 1889, lideró iniciativas como la creación de la Escuela de Enfermería y organizaciones como la Asociación Médica Argentina. Además, publicó libros que sirvieron de base para guiar a los futuros especialistas en obstetricia y kinesiología. Fue una pionera en un tiempo donde el acceso de las mujeres a la medicina era prácticamente inexistente.
Bernardo Houssay, por ejemplo, que recibió el Premio Nobel en 1947, no solamente investigó la relación entre la hipófisis y la diabetes, sino que también fundó el Instituto de Biología y Medicina Experimental, un pilar de la investigación científica en el país.
Luis Federico Leloir, por su parte, distinguido en 1970, desarrolló técnicas que explicaron cómo el cuerpo metaboliza los azúcares, contribuyendo a avances médicos que hoy consideramos esenciales.
El bahiense César Milstein, aunque estaba formado en química, fue distinguido con el Nobel de Medicina en 1984 por su desarrollo de anticuerpos monoclonales, un avance que permitió tratar enfermedades como el cáncer y mejorar las tasas de supervivencia en todo el mundo.
En 1984, junto a Georges Köhler, fue galardonado con el Premio Nobel por el desarrollo de los anticuerpos monoclonales, proteínas que han revolucionado la inmunología, la biotecnología y la medicina. Este descubrimiento permitió avances significativos en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer, y abrió nuevas posibilidades para la investigación médica y el desarrollo de vacunas.
A lo largo de su vida, Milstein mantuvo un profundo compromiso social, defendiendo la idea de que la ciencia debía estar al servicio de la humanidad. Rechazó la idea de lucrar con sus descubrimientos y abogó por la universalidad del conocimiento. Falleció el 24 de marzo de 2002 en Cambridge, dejando un legado invaluable para la ciencia y el mundo.
Por su parte, Salvador Mazza dedicó su vida a combatir la enfermedad de Chagas-Mazza, denunciando que la pobreza y la falta de higiene eran factores determinantes para su propagación, lo cual impulsó campañas de sanidad en regiones rurales olvidadas.
Por su lado, René Favaloro, el héroe de la cardiología, no se quedó solo con su invención del bypass coronario: volvió a Argentina para fundar la Fundación Favaloro, dedicada a la educación médica y a la atención de pacientes sin recursos.
El cirujano Enrique Finochietto, por su parte, llevó la innovación quirúrgica a un nivel extraordinario al inventar herramientas, como el separador intercostal y las valvas quirúrgicas, que se siguen usando en todo el mundo.
Además, desarrolló el banco quirúrgico que permite operar sentado, una revolución para las largas cirugías. Como docente, formó a generaciones de médicos que llevaron sus técnicas a los hospitales más importantes del planeta, y su filosofía de diseño práctico para salvar vidas lo convirtió en un símbolo de la medicina argentina.
A ellos se pueden sumar un pergaminense por adopción, Julio Maiztegui, cuya vacuna acorraló, con la utilización de suero de convalecientes, la fiebre hemorrágica o mal de los rastrojos.
También Eduardo Castilla, gran genetista que configuró una red interdisciplinaria en América Latina destinada a prevenir y buscar soluciones para las anomalías congénitas.