Bahía Blanca | Domingo, 13 de julio

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Las algas en el dique, ese mal inevitable

Como cada verano, las algas dicen presente en el embalse y complican el suministro de agua.

En 1980, a dos años de habilitado el embalse del Sauce Grande en Paso de las Piedras, aparecieron por primera vez las algas.

Son 50 años de verificarse de manera cíclica esta floración, propia de todos los embalses del planeta cuando se combina agua estática, altas temperaturas y nutrientes excesivos.

Los embalses carecen de circulación, es agua estancada, y la presencia de nitrógeno y fósforo ayudan a la proliferación masiva de algas. No hay manera de evitarlo.

Hay propuestas que apuntan a disminuir esa presencia, por ejemplo, disminuir los nutrientes en el agua, pero eso exige implica correcciones y políticas en el campo de la agricultura y otras actividades humanas que son casi imposibles de lograr.

Una vez que comienza la floración de algas es difícil predecir su duración e intensidad. Se depende de situaciones ajenas al manejo del hombre, por caso que se registren lluvias importantes.

El agua con algas que llega a las plantas potabilizadoras de nuestra ciudad –Patagonia y Grünbein-- exige un tratamiento especial, muchos más lento, que deriva en una disminución del líquido disponible.

Además, para garantizar su potabilidad se agregan productos químicos que hacen que el líquido deje de ser insípido e inodoro.

Algunos especialistas señalan como una respuesta técnica la construcción de un equipo de decantación, de modo que las algas sean retenidas antes de ingresar en las plantas, algo que no se consideró al diseñar el sistema.

En una época se hizo una prueba utilizando filtros a la salida del dique pero ciertas algas son tan pequeñas que no logran son retenidas.

Por eso es importante, volver a considerar y discutir la construcción de un decantador, un tercer módulo de potabilización en la Planta Patagonia y la ampliación de su cisterna.

Mientras tanto, hay que asumir lo que cada verano desde hace 50 años: faltará agua y que todos los barrios tengan algo de líquido provisión depende en gran medida de restringir el uso. Una conducta solidaria que a veces es tan difícil de generar como la propia eliminación de las algas.