Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

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El renacimiento de El Pinar, uno de los pulmones verdes de la ciudad

Tras verse gravemente afectado por el temporal de diciembre, la semana pasada comenzó su reforestación y puesta en valor.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

El sector conocido como El Pinar es uno de los pulmones verdes de la ciudad. Por lo tanto, merece y necesita ser cuidado y resguardado.

Se trata de un macizo de tierra de siete hectáreas ubicado en calles D’Orbigny y 14 de Julio, que fue muy afectado por el temporal de diciembre.

En ese tren, la semana pasada se comenzó su reforestación. Mediante el programa Reverdecer Bahía, que se puso en marcha poco después del paso de la trágica tormenta (que dejó 13 muertos y alrededor de 14 mil árboles derribados en espacios públicos), se inició la plantación de 450 ejemplares. 

“Lo que pasó el 16 de diciembre fue muy duro. Aquí perdimos más de 1000 árboles y hoy estamos en plena recuperación del espacio, junto con vecinos e instituciones que se comprometieron”, señaló el intendente Federico Susbielles, quien confirmó que también se agregarán otras tareas y obras para poner en valor el predio y que pueda ser utilizado socialmente.

En cuanto al programa en sí, Susbielles destacó que “más de cinco mil vecinos retiraron ya su ejemplar y más de 150 instituciones. Y hasta el momento se reforestaron 48 espacios verdes”.

A diferencia del nombre que tiene el lugar, debido a que predominaban los pinos, en esta etapa de recuperación se plantaron fresnos americanos y europeos, plátanos, lapachos rosado, pezuña de vaca y aguaribay.

“Las especies son las mismas que se están utilizando en las distintas calles de la ciudad. Pero aquí tienen una distribución particular, ya que se busca generar un bosque natural. Entonces, se van a ver los árboles mezclados, respetando las floraciones y el cambio de tonalidad del follaje”, explicó el ingeniero forestal Maximiliano Azcona, subsecretario de Espacios Públicos de la comuna.

Esta labor viene acompañada de la implementación de un sistema de riego por goteo, que ya está en funcionamiento.

“Ahora nos gustaría que los vecinos cuiden el lugar y no hagan tonterías. El tema de la reforestación de Bahía Blanca es un desafío con el déficit hídrico, sin descartar un riego asistido porque un árbol luego de los dos años instalados se independiza, son especies que están adaptadas a la zona. La lista que propone el Plan Director tiene contemplada estas cuestiones”, aseguró.

El lugar

El predio se terminó de limpiar en marzo último con el retiro de 1074 árboles, los cuales habían resultado derribados o dañados por ese fenómeno climático. 

La limpieza demandó 196 viajes de camiones con bateas de 30 metros cúbicos y otros 124 de camiones volcadores de 15 metros cúbicos, además de 176 horas del uso de la chipeadora para triturar y reducir los restos de ramas y hojas.

Terminada esa acción, del pinar no quedó ni restos ni rastro alguno, convertida toda la superficie en un terreno completamente despojado de árboles, con un paisaje desolador en relación al que existía antes del temporal.

Esa situación es la que en definitiva generó la oportunidad de repensarlo como gran plaza-paseo.

El Pinar nació a fines de la década del 40, en tierras expropiadas por el estado provincial con el objetivo de permitir la extensión del parque Independencia, sacando además provecho de su particular ubicación que permite disponer de un paseo-mirador, donde se pueden tener muy buenas visuales de la ciudad y del estuario. 

La expansión del parque Independencia nunca se concretó y las tierras que habían sido expropiadas con ese destino terminaron en parte destinadas a otros usos, por caso la instalación de varias de las dependencias en la que hoy opera Aguas Bonaerenses SA (ABSA).

El Pinar, por su parte, nunca tuvo una intervención que permitiera pensarlo como un paseo y las esporádicas novedades que había del sector se referían de manera casi exclusiva a los repetidos robos de pinos, árboles que eran retirados del lugar para ser utilizados para leña.

Cada año la devastación era más notoria, aunque la enorme cantidad de ejemplares permitía seguir manteniendo la idea de contar con un pequeño bosque.

Las ráfagas del temporal de diciembre pusieron punto final a esa presencia ya que la cercanía que había entre los ejemplares generó una suerte de efecto dominó, donde cada árbol que fue cayendo iba arrastrando al que tenía al lado. Las fotos aéreas tomadas después del hecho ilustraron de manera contundente que El Pinar como tal había dejado de existir.