Vivencias inéditas de Zulema Governatori: antes y después de Natty Petrosino
La conoció cuando tenía 40 años y pronto se mudó al Hogar Peregrino para ayudar a los necesitados. Dos de sus hijas asumieron el compromiso y toda la familia la acompañó.
Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad de La Plata. Docente en nivel superior. Redactora de La Nueva desde 2010. En LU2 Radio Bahía Blanca tiene la columna "Buenas buenas" y se desempeña como redactora creativa. Es especialista en cubrir historias humanas de superación. Además, es profesora de yoga.
Zulema Governatori da testimonio de aquellos primeros encuentros con Natty Petrosino, considerada —por muchos— como la Madre Teresa argentina. Es la joven modelo bahiense que renunció a una vida de lujos para atender durante años con fervor a los más necesitados y propagar un mensaje de compasión y vida eterna por el mundo.
En una de las primeras fotos que Zulema comparte —y en la que están con otros colaboradores— Natty lleva un guardapolvo blanco. Ya había empezado a cultivar esa sencillez y pulcritud que la acompañaría en adelante. Pero, por entonces, no sabía que iba a crear el Hogar Peregrino, un cottolengo para varones; que en Italia la iban a nombrar mujer del año en 2006; ni que la embajada de Rusia la iba a convocar para que contara su experiencia durante los primeros años de la perestroika y, menos aún, que sería nominada al Premio Nobel de la Paz en 2009.
Tampoco que su obra no se limitaría a nuestra ciudad, sino que llegaría a las personas con más necesidades del país: como los mapuches en la Patagonia; los wichis en Chaco y Formosa; los huarpes en el desierto mendocino y a las comunidades aborígenes de Jujuy y Tucumán. Y traspasaría las fronteras geográficas de la Argentina para recorrer Venezuela, o ser convocada a trabajar en Nicaragua luego de los desastres generados por el huracán Mitch.
Zulema y Natty, en acción solidaria en Formosa.
Zulema llegó a Natty casi por casualidad, si uno creyera que las casualidades existen.
—Con mi familia vivimos 4 años en Misiones; allí recibíamos muchos amigos y familiares. Venían a visitarnos muy seguido y a hacer compras en la frontera. Y en esos viajes nos iba poniendo al tanto de las novedades de lo que iba pasando en Bahía Blanca. Mi cuñada Susana me dijo: ‘¿Sabés una cosa? La colorada Petrosino se volvió loca, se fue de la casa y está viviendo con los pobres’.
Y era cierto. Aquella jovencita exitosa, que tenía una hermosa familia con la cual vivía en el barrio Palihue, había decidido entregarse a los pobres luego de haber estado clínicamente muerta y de regresar convencida de haber pactado con Jesús vivir según el Evangelio. Aunque quiso pensar que aquello había sido un sueño, finalmente terminó aceptando que su camino era ese.
Entonces, no podía continuar disfrutando lujos de su familia terrenal cuando la espiritual estaba en la miseria. Lo primero que hizo fue llevar a los más necesitados a su casa —a veces su marido los encontraba en el living vestidos con su ropa— hasta que asumió que debía vivir con ellos y se mudó a un vagón de tren. Su misión recién empezaba.
“El mayor aprendizaje junto a Natty fue escuchar la voz de Dios que habla a todos los corazones”, dijo Governatori.
Zulema regresó de Misiones con muchas ganas de conocerla. Las palabras de su cuñada habían sido un llamado para ella. Le habían impactado. Junto a su esposo Oscar Pasquaré y los cinco hijos visitaron a Natty en el Hogar Peregrino San Francisco de Asís. El actor la conocía por haber compartido con ella y con su hermana los típicos asaltos, bailes organizados para jovencitos en casas de familia.
—Natty nos recibió con una alegría tremenda. Nos dijo que éramos una familia llena de luz. Y yo le creí —contó Zulema.
Sus hijas Silvina, Natacha y Florencia (Lola) fueron las primeras en comprometerse con la tarea de llevar alivio a las personas que sufrían. Natty se hacía cargo de gente que no tenía nada material, personas con discapacidades, ancianos sin familia, niños desvalidos y enfermos mentales. Les daba techo, comida y su presencia.
Zulema se fue sumando de forma gradual porque aún tenía dos niños menores, Pachi y Luciana, que al crecer compartieron la tarea.
Natty le encomendó que, una vez por semana, buscara las donaciones de fiambre de la Cooperativa Obrera y las acercara hasta el Hogar.
—Cada vez que entregaba la mercadería escuchaba de Natty palabras que no había oído nunca: palabras de eternidad. Las que dijo siempre y en todos lados, pero en ese momento eran nuevas para mí.
Con el tiempo, Zulema apenas regresaba a su casa por las noches. Su marido Oscar y su mamá fueron fundamentales en esta etapa y acompañaron cada una de sus decisiones.
Natty, Zulema, Oscar y colaboradores.
Florencia fue la primera en viajar con ella a Formosa. Fue cuando Natty decidió extender la obra a comunidades aborígenes que nunca habían salido de la selva. Vivían de la caza y de lo que pescaban. Después se sumó Silvina.
—¿Se hicieron amigas con Natty?
—No. Siempre fue una maestra para mí. Y en el día a día nunca cambió esa relación que fue siempre de compartir, de exigir, de amonestar, de reír mucho, de disfrutar y de reunirnos en torno a una mesa de té para terminar en silencio escuchando de su boca la lectura de un libro de Jesús.
—¿Cuál fue el mayor aprendizaje a su lado?
—Escuchar siempre la voz de Dios que habla a todos los corazones y trabajar sin descanso por el amor al prójimo. Ella hacía su tarea como nadie, era capaz de dormir apenas dos horas para atender a quien necesitara. Sin mezquinar jamás ningún esfuerzo.
En el marco de este vínculo, Natty invitó a Zulema a que la acompañara en su primer viaje a Rusia tras la caída del régimen soviético. La invitación fue de la embajada argentina en Moscú.
Natty y Zulema, durante el viaje a Rusia.
De aquel viaje dos momentos quedaron grabados en su memoria. El primero cuando vio a un hombre sentado en un banquito sobre el río Moscova congelado tratando de pescar por un agujero. El segundo cuando Natty dijo que no pensaba quedarse a dormir en la residencia de la embajada porque Francisco de Asís no se hubiera quedado en un lugar con tantos lujos.
En cambio, pidió conocer el hospital de los pobres y el chofer de la embajada las llevó al Hospital del Santo Alexis, en Moscú, donde les dieron una habitación para alojarse y trabajar: Natty como enfermera y Zulema en la limpieza. Y allí se quedaron dos meses y medio. Zulema no sabía una palabra de ruso ni de alemán y recuerda —entre risas— un episodio en el que una enfermera la abordó a los gritos, en ruso, pensando que le estaba quitando el empleo.
Antes de acompañar a Natty en su misión, Zulema ya tenía un pasado religioso.
Lola, Oscar, Natty Silvina, Mayra y Benicio (esposa e hijo de Juan Francisco), Rafaela (hija de Silvina) y Zulema.
Nació el 25 de abril de 1942 en Aldea Romana. Su mamá Gisela tenía 17 años cuando llegó a la Argentina desde Italia (Macerata), casi sin saber que venía a quedarse para siempre. Quince años después se murió su compañero, Italo.
Ella quedó viuda con tres hijos: Zule, que era la más chica, de 5 años; Tita, de 14 y Alberto de 16, quien se hizo cargo del hogar y con el tiempo empezó a trabajar en el horno de ladrillos como su padre. Cuando Zulema tenía 9 años logró que ingresara pupila en María Auxiliadora. Desde chiquita era muy devota de Jesús. Su madre guardó estampas de su época de pupila, también en la escuela María Auxiliadora, en las que solo hablaba de él.
—Mi hermano mayor sintió que era su deber cuidarme y ayudar a mamá. Con mucha lucidez y capacidad pudo superarse; hizo una gran empresa, que también se terminó. Siempre le pusimos mucho empeño a todo, a los triunfos y a los fracasos.
Tiempo de convivencia con la comunidad wichi en Formosa.
No recuerda haber pasado necesidades.
—El amor de una madre, si puede, no le hace sentir a sus hijos las necesidades. Ella siempre demostró su amor con la comida. En mis cumpleaños el festejo y regalo era prepararme ñoquis.
—¿Cómo fue la experiencia en María Auxiliadora?
—Estar como pupila fue una novedad. Éramos muy poquitas las pupilas niñas. Era un asombro y una novedad, pero nunca lo padecí. De las monjas aprendí el servicio por la manera en que nos atendían. Tuve como asistente a la hermana de Artémides Zatti. Todos los días nos hablaba de hacer un servicio al que llamaba una florcita. Nos decía, por ejemplo: ¿qué les parece si la florcita de mañana es juntar todas las cosas que hay caídas el piso, en secreto, así aliviamos a las chicas?
Egresó como maestra y, a los 17 años, conoció a Oscar Pasquaré. Pasó su juventud enamorada y disfrutó mucho de esa etapa. Se casó con él y tuvieron cinco hijos: Silvina, Natacha, Florencia, Luciana y Pachi.
Hijos y yerno, hoy: Zulema (izq.), Luciana, Lola, Mafu, Pachi, Oscar, Mauro y Silvina.
En 1986 publicó el libro de poemas Tracción a Sangre, que Oscar y la destacada actriz Gloria Menéndez presentaron en sociedad. Varios de sus escritos fueron publicados en la sección literaria del diario La Nueva Provincia.
—Me di ese gran lujo. Oscar y Gloria junto con Antonio Medina fueron becados en La Plata, pero decidieron volver. Eran cabeza de león en cuanto al teatro.
En todas las etapas fueron muy felices en familia. Lo dice rodeada de libros de espiritualidad y santos.
—Aunque tuvimos una manera diferente de vivir, todos lo vivimos hermosamente. Y Oscar no sólo no se opuso a la tarea que hacíamos, sino que participaba.
Toda mi familia se sumó y acompañó. Natty no paró, durante los últimos años, de agradecer a toda la familia.
Para realizar donaciones a la misión que perdura tras Natty Petrosino los interesados se pueden comunicar al 291 4 41-2311.
Hoy, Zulema, junto a otros bahienses como Mónica Tello y Marcos Molina, quien se dedicó a lo que Natty necesitara, integra Los del Camino, grupo del entorno íntimo de Natty, compuesto por más de una docena de personas que la acompañaron siempre. La misión y obra sigue bajo la guía de Juan Francisco, el hijo menor de Natty, quien le prometió que así lo haría. Su madre, antes de partir, le dijo: “Te vamos a ayudar”.
Ellos siguen adelante recibiendo donaciones de mercadería, ropa y electrodomésticos para llevar a Formosa, al barrio fundado por la propia Natty: El Divisadero.
—Natty siempre decía que Bahía Blanca era una ciudad bendecida. Yo me preguntaba: ¿Será algo mágico? Hoy creo que es bendecida porque un ser de su talla vino a visitar a la ciudad; a estar acá. Eso marcó a la ciudad, aunque ella nunca lo dijo así.
El trabajo solidario, y la misión, no se detiene.
Natty Petrosino falleció en el hospital Municipal de Bahía Blanca el 26 de julio de 2021. Tenía 83 años.
¿Qué le pasó a Natty cuando estuvo clínicamente muerta?
A los 27 años, Natty Petrosino sufrió un paro cardíaco provocado por anestesia y estuvo clínicamente muerta. Hasta entonces era una reconocida figura —amiga de famosos como los cantantes Sandro y Piero; y cara de marcas de cremas—, estaba casada y llevaba una rica vida social.
Una de las últimas imágenes juntas.
Cuando su corazón se detuvo se divisó a sí misma en la camilla rodeada de médicos y lo vio a Jesús, quien le preguntó si sabía qué le había pasado. Ella sabía que estaba muerta pero, a la vez, se sentía más viva que nunca. Jesús le preguntó si quería quedarse allí o volver a la tierra. Ella eligió quedarse. Pero antes de cumplir su deseo la llevó hasta donde estaba su hermana, en la sala de espera del hospital consolando a sus hijos. Entonces, decidió volver. “¿Si no regreso cómo van a saber que la muerte no existe?”, se dijo. Antes acordó con Jesús que su entrega a los pobres sería total.
Ponerse en acción no fue fácil. Durante años eligió creer que había sido un sueño, pero entró en una profunda depresión. Tenía dos niños: Jorge, que era muy chiquito, y Fabián.
Pero en un momento Jesús volvió a aparecerse y le dijo que si no llevaba adelante su misión al morir no iba a regresar al sitio en el que había estado; es decir, esa puerta no se iba a abrir enseguida. Y entonces Natty reaccionó.
Lo demás es historia conocida, de la que tanto Zulema como su familia fueron y son parte y que cambió sus vidas para siempre.