Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

De boliche en boliche, un breve paseo por la noche de los 70

No fueron mejores ni peores. Distintas, claro. Los boliches de la década del 70. En pleno centro de la ciudad. Pantalones de botamanga ancha, música beat, pelo largo, botas rosas. La noche de una generación que no la olvida. .

Tío Gaspar, Brown 6, con el ritmo en la piel.

Todo empezó en los 60. De alguna manera. El cambio en la moda, en los usos y costumbres, en la música, en los vicios, en los gustos. No sólo el hombre llegó a la luna. Los estudiantes franceses se manifestaron en Mayo, asesinaron a los Kennedy, surgieron Los Beatles, se impuso la minifalda, nacieron los Hippies.

Los jóvenes empezaron a ocupar el centro de la escena, dejaron de lado los bailes de los clubes para sumarse a discotecas y boliches. Aquella primera movida de la noche bahiense arrancó a fines de los 60 en el barrio Palihue, el lugar menos esperado. Allí se instalaron varios de los primeros restaurantes-whiskería-confiterías, quedando en la memoria colectiva Rancho X  --en Olivos y Constituyentes--, que funcionó hasta los 80. En el acceso al barrio, de este lado de las vías, estaba Too Vak´s, que llegó a pisar el nuevo siglo.

La movida en la loma del Palihue.

Pero la oferta más nutrida de los 70 eligió otro sector, no menos singular ya que se instaló en pleno centro, todos a pocas cuadras de la plaza Rivadavia. El diseño por excelencia de estos espacios era el boliche-cueva, subterráneo. La TV alentaba esa moda --“Sótano beat”, por ejemplo, era uno de los programa musicales más vistos--, al igual que las películas de época.

Los lugares

Ahora sí, algunos nombres de los 70. Subterráneos, con angostas escaleras, muros blancos y sillones: Tereshinia y Tío Gaspar, ambos en la primera cuadra de calle Brown, uno frente a otro. El primero en el subsuelo del Ocean Hotel (luego Centro de Compras de la Cooperativa).

Teresinha, camisas de colores, algunos con corbata

El otro en Brown 6, casi esquina avenida Colón. Era curioso el horario de las exitosísimas tertulias de domingo, de 18 a 24.

La actríz Analía Gadé, moviendo el esqueleto en Tío Gaspar.

Algunos más

En Chiclana al 100, pegado al Palacio del cine, estaba Chiro’s, con un acceso largo y sinuoso, una galería dorada de techo curvo, hasta llegar a las pistas. Podía sonar Creedence, con los ocho minutos de Suzie Q, el último tren a Londres, Mammy blue ó la voz de Roberto Vicario con sus poemas.

Chiro's. Apóstrofe final y s, a la moda. Noche de espectáculos.

En la avenida Colón mandaba Maxim’s (antes Poseidón), que aportaba una cuota de lujo, un lugar “para ejecutivos”, con sillones, alfombra y un reservado para parejas.

Saco y corbata, whisky, sillones. Maxim's

En calle Rondeau 224, Somer´s, y en Alsina 379 un castillo medieval cobijaba a Brancaleone, que en 1978 organizaba la búsqueda del Travolta bahiense, sacando provecho del furor del film fiebre de sábado por la noche, músicalizado por los Bee Gees.

En las barras faltaba un protagonista: la cerveza. No era bebida de boliche. A la noche reinaba el whisky. Las mujeres tomaban jugo o a lo sumo un trago con un toque de alcohol. Seven Up con Bitter, whiscola, Séptimo Regimiento, Destornillador.

La barra protagonista, siempre

En algunos boliches a los clientes les daban su botella de Whisky. Pagaban lo que consumían y lo que quedaba se guardaba para la semana siguiente. Horario de cierre: la salida del sol y un toque más. Y podía haber un poco de trasnoche en la confitería de la estación de trenes o en la terminal de ómnibus. Porque las estaciones de servicio sólo vendían nafta.

Otro protagonista de la noche eran los cigarrillos. Se fumaba en estos lugares cerrados, sin ventilación, el humo-niebla era parte de la escenografía y las publicidades alentaban a “estar en el humo”, a ser el rubio de Camel a bailar como Liliana Caldini fumando Chesterfield o a viajar como Claudia Sánchez con los L&M.

Había más claro, porque el club (universitario) ya tenía su casona con varias pistas y barras y en Alem al fondo estaba  Mi refugio, intimo y silencioso. Y la lista se puede extender.

Los lentos, Toovak's

Podemos hablar del disck-jockey, de los enganches con los vinilos y dos o tres bandejas, las luces de la bola, la luz blanca y el momento de los lentos, que las nuevas generaciones no vivieron y que no extrañan porque no saben de que se trata. Tampoco lo necesitan.

La música beat: inocencia con rtimo

“Inútil es que trates de entender/O interpretar quizás sus actos/El es un rey extraño/Un rey del pelo largo”. La Joven Guardia

Las canciones de los 70 en manos de bandas nacionales, música comercial, pasatista, de letras de una inocencia completa, música beat. De boliche en boliche me gusta la noche me gusta el bochinche, subite, subite chiquita subite, tengo mis zapatos rotos y hoy vuelvo a salir con vos, venceré mi timidez. Ya otros ensayaban la que se mencionaba “música progresiva”, que no sonaba ni en las radios ni entraba en los boliches. La Balsa, canción para mi muerte, Presente, El país de la libertad, Muchacha. Abrirían otra historia.

La modalidad en algunos boliches era ir en parejas –hoy sería una propuesta vacía-- y se imponía el uso de saco y corbata (ellos) y vestido largo (ellas). Aunque poco a poco las camisas de colores y los vaqueros (no jean) empujarían el cambio. En los boliches de centro se podía ir solos y solas.

Era la época de los pantalones ajustados y de botamanga ancha, del pelo largo y las camisas coloridas sin abotonar.  

El ritmo en la piel

No es simple comparar las noches ni las décadas. Los bailes y las kermeses de los 40 eran tan populosos que impacta ver fotos de época. En los 50 y 60 explotaban el Salón de los deportes, Olimpo y Villa Mitre con orquestas en vivo que alternaban tangos con música moderna. Lo cierto es que la primera época de los boliches, la segunda, la tercera y la actual siguen marcando a las distintas generaciones, gestionan “su época”.

Esto es un brevísimo repaso de los 70. No es nostalgia ni desamor. Es parte de la vida de unos cuantos, que hoy orillan justamente los 70, los mismo que supieron ser extraños de pelo largo, las mismas que supieron usar botas muy largas y anillos al por mayor.

Esquina de Colón y Brown, la noche ya es día.

En primera persona

“Fui dueño de De Maxim’s entre 1969 y 1984. Antes el lugar se llamaba Poseidón, donde también trabajé.  El lugar abría todos los días y era exclusivo para parejas, mayores de 18 años. Los sábados era riguroso usar traje y corbata.

Por la pista pasaron muchos famosos. Recuerdo a Valeria Maza, Luis Landriscina, Analía Gadé y hasta vinieron juntos Antonio Rattín y Amadeo Carrizo. La bebida por excelencia para los varones era el whisky y para las mujeres el jugo o la gaseosa. Cerveza no se tomaba.

Hace tiempo que vivo en Marbella (España). Quiero destacar que la Bahía Blanca de esa época sigue siendo por añorada por mí y por muchos de quienes tuvimos la suerte de vivir esa época. A mis 84 años disfruto de poder compartir estos recuerdos”.

Manuel de la lglesia. (Fotos de su gentileza)