Bahía Blanca | Jueves, 16 de mayo

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“Voy a volver para retirarme en una cancha”, dijo el ex Olimpo campeón con Messi

Volvió al país desde España y este año iba a atajar en Alvarado de Mar del Plata, pero una arritmia cardíaca le interrumpió temporalmente su carrera. Hoy, a los 38 años, Nereo Champagne se ilusiona con el regreso al arco.

“Estábamos en un entrenamiento en Colombia, donde se jugaba el Sudamericano. Leo hizo una jugada en mitad de campo, le tiró un sombrero a su marcador, creo que era el Chaco Torres. Cuando él barrió para bajarlo, Messi ya estaba en el área. Ahí todos dijimos: ‘¡Guau!’”

Pocos tienen el privilegio de poder decir “jugué con él”. Que fueron testigos de un destello que ofició de epifanía, que les reveló el futuro en un lujo y una corrida frenética, sobre botines como ruedas. En aquella práctica de la Selección Sub 20 en el verano de 2005, Nereo Champagne vio a Lionel Messi. No a Lionel Andrés, su compañero eventual de equipo. No, al Lionel Messi inmenso, a la leyenda en ciernes.

El arquero, que tuvo un exitoso paso por Olimpo durante cuatro temporada y que dejó nuestra ciudad con un ascenso (2012-13) para irse al Leganés de España, no responde al prototipo habitual del futbolista.

Fanático del fútbol a tal punto de trasladarse a los estadios del ascenso para convertirse en espectador y detectar gemas ocultas, aficionado al rock pesado con Almafuerte y Ricardo Iorio como banderas, supo incursionar en la radio y hasta en la gestión deportiva ayudando in situ o a la distancia al club de su ciudad, Sport de Salto, con el que hoy se está entrenando a la espera de la apertura del mercado de pases en junio.

Debutó en San Lorenzo, un arco pesado y grande, consiguió continuidad en Ferro, donde es querido; se hizo un nombre en el aurinegro de Bahía y saltó de grande a España, donde supo poner de rodillas al Real Madrid.

Aunque en su currículum brilla un hito: fue campeón Mundial Sub 20 en Holanda (Países Bajos) 2005 con Messi como estandarte; el salto al estrellato de la Pulga. Más: jugó el primer partido del rosarino en la Selección, aquel amistoso contra Paraguay organizado al trote por la AFA para asegurarse sus servicios para la eternidad.

“Estoy feliz con mi carrera, de ser un chico que jugaba en Salto y veía el fútbol argentino por tele a haber cumplido ese sueño... Muchos hubieran dado la vida por un partido en Primera y yo llevo 20 años y 400 partidos”, cuenta.

“A veces la pasás peor, a veces mejor, pero estoy contento. Como dice Iorio, “acá me soñé desde chico”. Cumplí con creces, fui a Europa con 32 años... Jugué en Primera, en Segunda, en clubes históricos. El fútbol no me debe nada, me dio un montón de cosas. Lleva mucho esfuerzo y me acompañaron mi familia, mis viejos, mi señora, mis hijos...”, describe el papá de Simón y Alfonso, que siguieron sus pasos y decidieron ser... ¡arqueros!”, describió.

Pero cuando había decidido regresar a su tierra y tenía acordada su vinculación a Alvarado de Mar del Plata, para la Primera Nacional, se encontró con un obstáculo impensado. Un problema cardíaco lo obligó a poner en pausa su carrera y sembró incertidumbre en su continuidad con los guantes.

“Llevaba entrenando dos o tres días con Alvarado cuando me saltaron arritmias en una ergometría. Yo se lo adjudiqué al cansancio, a la mudanza desde Europa. Pero me hicieron una resonancia y me dijeron que no podía firmar. Y se empezó a especular con plazos para volver a jugar, seis, ocho meses...”, profundiza en el primer shock.

La noticia se hizo viral, pero el impacto fue más mediático que en el frente interno. Es que Champi se la tomó con su habitual espíritu: “Yo soy muy positivo, me lo tomé bien. Me dije: ‘Si puedo volver, lo voy a disfrutar. Y si no puedo, ya cumplí mis sueños”.

Y siguió: “No me agarró con 22 años, no me cortó la carrera”. Las señales en el paso a paso, las percibió auspiciosas. “En Alvarado se portaron muy bien, sobre todo el entrenador (César Vigevani); hasta me ofrecieron ser parte del cuerpo técnico hasta que me recuperara. Fui a Agremiados, me traté con el doctor Roberto Peidró, quien me informó que esto se iniciaba a partir de un virus, pero que iba a poder seguir jugando”.

“Lo que sufrí fue una inflamación en el miocardio. Yo seguí entrenando a baja intensidad, y me di cuenta de que estaba bien, porque no volví a sentir el malestar”, sembró optimismo en su rehabilitación, que constó de una batería de estudios periódicos y reposo deportivo. Mientras, se afincó en su Salto natal con su familia, rodeado de sus afectos.

En ese contexto, siempre supo que la adversidad no lo iba a detener. “Le dije a mi familia que iba a volver a jugar, que se iba a solucionar. Quería que el retiro dependiera de mí, no de un diagnóstico. Además, recibí el apoyo de muchísima gente, compañeros de acá, de afuera, amigos...”, detalla.

Hace tres semanas recibió el alta médica y hoy se está entrenando “10 puntos”. “Voy a seguir hasta que mi familia me siga acompañando. Me siento bien, con la ilusión de seguir jugando”, completa, con la pesadilla en modo pasado.(Infobae).