Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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¿Fertilizantes minerales o biológicos? Un camino que comienza a desandarse

El sistema foliar se visualiza como una alternativa complementaria a los fertilizantes de suelo, ya que permite mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados.

La fertilización tradicional al suelo es la más utilizada. / Fotos: Prensa Fertilizar AC

En una encuesta realizada a 683 productores (por Fertilizar Asociación Civil, en la Argentina), se estableció que el 18 % de los consultados utilizan fertilizantes foliares, mayormente en soja, trigo y maíz.

¿Cuál es el objetivo? Aumentar los rendimientos aunque, también, piensan en la nutrición, en la disminución del estrés y en la mejora en la calidad del producto. Asimismo, como ventajas de la utilización destacaron el incremento de rendimientos, la mejor absorción, la mayor eficiencia de utilización de los nutrientes y la facilidad de manejo.

Esto explica, en parte, el crecimiento del uso de bioinsumos en el mundo. En el caso de los fertilizantes, existen distintos productos que mejoran la absorción de nutrientes por parte de las plantas, aunque todavía queda un largo camino por recorrer para que su uso sea masivo en el campo.

Estas son algunas de las conclusiones arribadas en el Simposio Fertilidad 2023, realizado la última semana en el Centro Metropolitano de Rosario, con la organización de Fertilizar AC.

Ing. Agr. Antonio Luiz Fancelli.

En la introducción al panel sobre el tema, el Ing. Agr. Antonio Luiz Fancelli, consultor y ex profesor de la Universidad de San Paulo, explicó que los procesos fundamentales en la vida vegetal están coordinados por acciones hormonales y que, por eso, los biorreguladores y los bioestimulantes cumplen un papel de suma importancia para restablecer el equilibrio hormonal, desencadenar acciones específicas, facilitar la adaptación de las plantas a condiciones de estrés, fortalecer sus mecanismos de defensa y asegurar una relación equilibrada entre las fases vegetativa y reproductiva, que culmine en una mayor producción y sostenibilidad agrícola.

También señaló que las hormonas vegetales son compuestos orgánicos, no nutrientes, derivados de síntesis endógena que, en pequeñas cantidades promueven, inhiben o modifican procesos morfológicos y fisiológicos en las plantas.

Los reguladores más conocidos son las auxinas, giberelinas, citoquininas, etileno, ácido abscísico, brasinoesteroides, salicilatos y poliaminas.

En tanto, los biorreguladores son sustancias exógenas sintéticas o naturales que, cuando se aplican a las plantas, tienen acciones similares a las hormonas vegetales.

Entre las principales sustancias hormonales utilizadas en la agricultura se destacan las auxinas, citoquininas, giberelinas, ácido abscísico y etileno.

“Aunque a menudo se discute la acción de las hormonas aisladas, no se pueden descuidar las interrelaciones entre estas sustancias, ya que suelen actuar de manera asociada para lograr sus efectos, como ocurre con la sinergia entre auxina-citoquinina y giberelina-auxina”, sostuvo, para agregar: “Una hormona puede influir en la biosíntesis de otra”.

Según Fancelli, en Brasil los biorreguladores, compuestos por sustancias hormonales sintéticas, precursores o extractos de algas, están siendo ampliamente utilizados en soja, maíz, trigo, algodón, caña de azúcar e innumerables cultivos de hortalizas y frutas, principalmente manzanas y uvas, resultando en efectos positivos y económicamente viables.

“El uso racional de nutrientes como calcio, magnesio, cobalto, selenio y níquel, aditivos fisiológicos como antioxidantes no enzimáticos, poliaminas y aminoácidos específicos, y bioestimulantes o biorreguladores de calidad, asumen un papel fundamental en desencadenar las numerosas acciones fisiológicas capaces de revertir situaciones estresantes; fortalecer los mecanismos de defensa y adaptación de la planta y asegurar el uso efectivo de los factores de producción, resultando en un mejor desempeño y mayor productividad, de forma rentable y sustentable”, aseguró.

Por su parte, el Dr. Fabricio Darío Cassán, del Instituto de Investigaciones Agrobiotecnológicas y de la Universidad Nacional de Río Cuarto, analizó cómo se incluyen los biofertilizantes en un modelo de agricultura 4.0, en el cual es condición esencial aumentar la productividad de los cultivos de manera sostenible.

Dr. Fabricio Darío Cassán.

Cassán dio a conocer las ventajas del uso de rizobacterias del género Azospirillum sp., las promotoras del crecimiento más estudiadas en el mundo que pueden mejorar el crecimiento y el desarrollo vegetal.

“En la actualidad existen numerosos reportes que demuestran la capacidad de diferentes cepas de Azospirillum brasilense y A. argentinense para mejorar la incorporación y asimilación de nitrógeno aportado por fertilizantes nitrogenados en cultivos como maíz, trigo, sorgo, arroz, papa y mandioca, siempre en condiciones agronómicas”, comentó.

“Se ha sugerido una reducción de la fertilización nitrogenada promedio de un 25 %, con reportes máximos de hasta un 50 %”, indicó Cassán.

De este modo, la inoculación con Azospirillum constituye una alternativa para la agricultura 4.0, principalmente a nivel de la reducción del uso de fertilizantes químicos nitrogenados, teniendo en cuenta que la aplicación excesiva de este mineral se ha asociado al calentamiento global por la emisión de gases de efecto invernadero y por la reducción de la fertilidad en los suelos debido a la pérdida de biodiversidad.

“Se estima que la inoculación con esta bacteria podría ahorrar hasta 15 dólares por hectárea y evitar la emisión de 236 kilos de dióxido de carbono por hectárea con un impacto económico global de U$S 1,2 billones por año”, explicó.

Mientras tanto, el Ing. César E. Quintero, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos, abordó la nutrición foliar de los cultivos con nutrientes minerales como medio para reducir las dosis de insumos y aumentar la productividad al mismo tiempo.

“La aplicación foliar de nutrientes es una estrategia importante de manejo para maximizar los rendimientos de los cultivos que puede complementar la fertilización del suelo”, señaló.

Ing. Agr. César E. Quintero.

“En la aplicación foliar, los nutrientes penetran en la cutícula de la hoja, o los estomas, y luego ingresan a las células; por lo tanto, la respuesta del cultivo ocurre en menor tiempo que en la aplicación al suelo”, dijo Quintero.

La fertilización foliar se puede visualizar como una alternativa complementaria al uso de fertilizantes de suelo, lo que permite mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados cubriendo necesidades específicas en momentos críticos para los cultivos.

Los biorreguladores son sustancias exógenas sintéticas o naturales que, cuando se aplican a las plantas, tienen acciones similares a las hormonas vegetales.

“La fertilización tradicional al suelo es la más utilizada, pero la eficiencia de uso de esta práctica no es lo suficientemente alta. En cambio, la fertilización foliar permite colocar el nutriente directamente sobre el tejido vegetal, durante el período crítico de requerimiento y tendría una eficiencia de utilización muy superior con menor riesgo de contaminación”, agregó.

Quintero afirmó que, para todos los nutrientes, el papel más relevante de la fertilización foliar es prevenir deficiencias inmediatas y transitorias que no se pueden abordar de forma rápida por aplicaciones al suelo. Sin embargo, se debe tener cuidado con las cantidades de nutrientes a colocar en cada aplicación a fin de evitar la fitotoxicidad y analizar muy bien los costos económicos (de acuerdo al número de aplicaciones).

Clave: reducir o retardar la liberación de nutrientes

El Ing. Agr. Martín Torres Duggan, de Tecnoagro, analizó el tema de los fertilizantes de eficiencia mejorada. Es decir, todos aquellos que permiten aumentar la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados, mejorando la productividad de los cultivos y la sustentabilidad en el manejo de los nutrientes a través de la reducción de pérdidas fuera del sistema suelo-cultivo.

La eficiencia de los fertilizantes se puede mejorar reduciendo o retardando la liberación de los nutrientes; inhibiendo la conversión de nutrientes a formas menos estables en el suelo y aumentando la disponibilidad para las plantas, pero siempre se debe analizar en el contexto del uso del producto, sobre todo las condiciones de aplicación.

“En algunos tipos de suelos, o condición del ambiente biofísico, la aplicación de los fertilizantes de eficiencia mejorada puede reducir los procesos de inmovilización y fijación en el suelo, o bien minimizar las pérdidas de los nutrientes fuera del sistema suelo-cultivo”, aseguró.

Ing. Agr. Martín Torres Duggan.

“En este tipo de contexto es cuando son esperables mejoras en la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados o en el rendimiento de los cultivos y, por consiguiente, se reduce la vulnerabilidad ambiental de la fertilización”, añadió Torres Duggan.

Para mejorar la eficiencia de los fertilizantes se puede recurrir a coberturas semipermeables que reduzcan la tasa de disolución de los nutrientes en el suelo, como en los llamados fertilizantes de liberación controlada o fertilizantes recubiertos.

También a sustancias que liberan gradualmente el nutriente; por ejemplo, urea formaldehido o ureas tratadas con zeolitas. Y los estabilizadores de nitrógeno, ya sean inhibidores de la ureasa o inhibidores de la nitrificación, también aumentan el tiempo de residencia del amonio en el suelo reduciendo parcialmente las pérdidas por volatilización, lixiviación y desnitrificación.

De acuerdo con una red de 90 experimentos a campo conducidos por Profertil durante 12 años (campañas 2008/09-2019/20) en 47 localidades, el aumento medio de rendimiento por agregado de inhibidores de la ureasa agregado a la urea determinó efectos positivos en el 67 % de los casos, con una respuesta media de 640 K/H.

Asimismo, se reportó una reducción de 21 % y 30 % en las emisiones totales y netas, respectivamente. A partir de la misma base de datos experimentales, se pudo demostrar una mejora del 40 % en la eficiencia de las emisiones de gases de efecto invernadero.

“En sistemas productivos en donde se utiliza urea o fuentes que contienen urea, como UAN, bajo condiciones de cultivo predisponentes a las pérdidas por volatilización, por ejemplo, con alta temperatura en el momento de aplicación del fertilizante, el uso de inhibidores de la ureasa es una tecnología efectiva para mejorar la eficiencia del uso del nitrógeno y el rendimiento en grano”, indicó.

“Los fertilizantes de eficiencia mejorada expresan su potencial cuando se aplican bajo determinadas condiciones ambientales que justifican su uso. Y la mayor parte de la literatura nacional e internacional muestra resultados atractivos al uso de estabilizadores”, dijo Torres Duggan. (Prensa Fertilizar).