Tamariscos en Villa Mitre, de milagro forestal a plaga
Planta originaria de Europa, fue protagonista principal a fines del siglo XIX y principios del XX para generar sombra, fijar médanos y formar cercos.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 90 años, en marzo de 1933, los vecinos de Villa Mitre alertaron sobre la importancia de eliminar a los tamariscos que por cientos crecían en esa populosa barriada.
Planta originaria de Europa se menciona que fue el vecino Felipe Caronti el responsable de traer las primeras semillas de este arbusto-planta a la ciudad, atendiendo que su rápido crecimiento y resistencia al clima local lo hacía ideal para generar sombra, crear cortinas contra el viento y estabilizar dunas. A fines del siglo XIX significó una verdadera “revolución forestal” y su presencia se multiplicó rápidamente con el viento esparciendo sus semillas.
Pero en la década del 30 esa visión había cambiado. En ese entonces se comenzó a tildar a esta planta de ser parte de “una verdadera peste” para una ciudad “de las más sanas del país, a la vera del Atlántico, con la pureza de sus brisas y con el viento Sud que impide la propagación de pestes peligrosas”.
Sin embargo, se detectó la capacidad del tamarisco para generarlas. Se mencionó que su presencia constituía “un peligro para la salud pública” en los centros poblados. Porque era responsable de la creación de enormes cantidades de “bicho canasto” y en el verano el almácigo de moscas y otros parásitos difíciles de crecer en los jardines.
Pero además por ser una planta tupida recogía en sus ramales toda clase de basuras, las que despedían olores nauseabundos y desagradables. Considerando que en Villa Mitre era habitual que los cercos de las viviendas se formaran con esta planta se llamaba a los vecinos a arrancarlos o destruirlas, por un bien colectivo.
Hoy se sabe que el tamarisco es dañino para la tierra, la vida silvestre y los árboles nativos. Quedan muy pocos en la ciudad y esos pocos son parte de la historia forestal local. La otra plaga, los bichos canastos, es una especie en extinción.