Bahía Blanca | Lunes, 11 de diciembre

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Ciencia, amor y... ¡mellizas!: 30 años del primer nacimiento por fertilización asistida en Bahía

Las hermanas Lucila y Sofía Lignac llegaron al mundo por un procedimeinto inédito en la ciudad. Sus padres, Mónica Milano y Jorge Lignac recibieron la guía y el apoyo incondicional del Dr. Bautista Pérez Ballester. 

Aquí Sofi felicitando a Luli quien se recibió de Médica en Bahía Blanca.

Un día como hoy, hace 30 años, Mónica Milano trajo al mundo, acompañada por su marido Jorge Lignac, en nuestra ciudad, a las primeras bebés nacidas por fertilización asistida, tratamiento sugerido y guiado por el doctor Bautista Pérez Ballester, a quien la familia no se cansa de recordar y rendir homenaje.

Lucila Jazmín y Sofía Aylén Lignac, mellizas fruto de aquella experiencia inolvidable también están emocionadas y agradecidas, en el día de su cumpleaños que celebrarán juntas en Pigüé, donde reside Sofia y sus papás.

De aquellos ocho óvulos que el doctor implantó a su mamá el 21 de mayo de 1992, el tratamiento funcionó con dos ¡ellas dos! Y gracias a esa decisión que las antecede están aquí para soplar un número redondo en las velas y darse un abrazo.


Segundo día de nacidas en el Hospital Español. Una en cada brazo, con los doctores Pérez Ballester (der.) y el pediatra Francisco Cardile.

"Queremos hacer un homenaje, un reconocimiento a nuestro querido doctor y expresar la alegría que sentimos en familia por todo lo que significó en su momento y hasta el día de hoy", dijo Mónica con una emoción que casi no puede contener.

"Fue un cariño entrañable el que sentimos por él. No era una persona de pocas palabras, porque nos explicaba todo, pero estaba muy metido en la ciencia. Esta es una historia en la que se entrelazó la ciencia con el amor. Lo consideramos familia", dijo.

El doctor estaba feliz por el nacimiento de las chicas: iba a la radio, a la televisión, salía en el diario, siempre dispuesto a difundir este logro que tanto impacto positivo podía generar en la vida de millones de personas.


Jorge, chocho con las nenas.

"En aquel entonces este tipo de prácticas eran muy cuestionadas por la ciencia misma y por la religión. Cuando nacieron no quisimos exponer a las mellizas pero sí se publicó una nota en la que el doctor, con nuestra autorización,  dio los nombres de las nenas y contó cómo había sido el procedimiento", señaló Mónica.

En todo este tiempo, Mónica se encargó cada año de enviar una foto actualizada de las "mellis" al doctor, quien las tenía expuestas en el consultorio. Eran su logro. Un trofeo preciado.

Pasaron 30 años de aquel episodio que los marcó para siempre como familia y algunas imágenes y sensaciones permanecen tan vívidas como entonces.


Las protagonistas, a los 15 años: distinta personalidad y mucha conexión. 

El momento de la cesárea, por ejemplo, es algo que no olvidarán.

"Recuerdo que el quirófano se llenó de gente, de médicos, era todo un griterío, un jolgorio tremendo", confió Mónica.

¡Cómo no festejar! Llegaron dos nenas enormes, sanas y todo estaba bien. La experiencia había sido un éxito sin precedentes en la ciudad.

Fue un parto a término, tal y como había previsto el doctor.

Lucila pesó 2.800 kg y Sofía, 3560 kg.


Una mamá plena: su cara lo dice todo.

Mónica había transitado un embarazo sin engordar más que la panza. Era pura panza. Un sueño hecho realidad: dos realidades, concretamente.

¿Por qué este matrimonio, que en ese entonces vivía en Pigüé, decidió ir adelante con un tratamiento tan de avanzada?

La historia fue así. Mónica y Jorge se conocieron estudiando juntos en la facultad, se recibieron de Ingenieros Agrónomos y al casarse en 1990 decidieron irse a vivir a un pueblo.

Entonces, Jorge consiguió trabajo en Pigüé como empleado de planta de una reconocida empresa y ella como docente, su vocación. Ya había dado clases 8 años en Buenos Aires y luego continuó en Goyena y Pigüé.


Un año de vida. ¿Quién iba a imaginar que llegarían de esta manera?

El gran anhelo de ambos al casarse -a los 28 años- era formar una familia y tener hijos.

Sin embargo, dos años y medio después Mónica aún no quedaba embarazada y eso empezaba a generarles preocupación y angustia.

"Fue entonces cuando una compañera mía de Goyena, sabiendo de mi preocupación, me dijo: ¿por qué no vas a ver a mi cuñado en Bahía Blanca, Pérez Ballester, que es ginecólgo y está también con estos temas? Y así lo hicimos", recordó.

Después de varios estudios el médico no encontró en ellos ningún problema. El diagnóstico era infertilidad sin causas aparentes y debían seguir haciendo estudios para determinar qué pasaba.


¡En esta foto son tres! Al año de nacidas las mellis llegó Camila, en un embarazo espontáneo.

De repente, un domingo el doctor se comunicó con la pareja para comentarles que iba a hacer su primera serie de fertilización asistida. La prueba ya contaba con nueve parejas que venían asesorándose con él y ellos podían ser la número diez.

Si bien, en principio, el doctor los había descartado por no encontrar las causas de la infertilidad luego un colega lo advirtió de que justamente esta pareja era la más podía aprovechar esta posibilidad.

"Nos explicó que como yo tenía 30 años, si bien podía seguir esperando y hacer estudios hasta lograr quedar embarazada, también podía optar por esta opción. Con mi marido dijimos ¿por qué no?", comentó.


Aquí la noticia del nacimiento que conmocionó al ámbito de la ciencia local.

¿El resultado? Dos nenas rozagantes que hoy, 30 años después, son dos mujeres y profesionales y felices por la original historia que les dio la existencia y las hizo hermanas. 

"En su momento no lo pensamos demasiado. Dijimos lo hacemos, y lo hicimos. Cuando nos dijeron que eran mellizas nunca pensamos en el trabajo que sería, ni sentimos miedo, nada, nada. Estábamos tan tan tan felices. Fue un momento muy especial", remarcó la mamá.

Quizás porque la experiencia fue tan gratificante, al año siguiente, en junio de 1994, Mónica quedó embarazada de nuevo, esta vez de forma espontánea. Y llegó Camila, también recibida con una gran alegría. Casi se diría que criaron trillizas.


Cuando las mellis cumplieron 10 años decidieron contar su historia en primera persona.

"Hoy son mujeres sanas, felices, estudiosas y buenas, que no nos dieron trabajo para nada. Con mi marido, los dos maternamos y paternamos juntos y fue maravilloso lo que vivimos con gran amor y cariño", sostuvo la mamá.

Sofía estudió Relaciones Públicas en Mar del Plata y trabaja desde Pigüé para una reconocida firma internacional y Lucila estudió Medicina en Bahía Blanca y está haciendo la residencia en Otorrinolaringología.

"Pérez Ballester estaría orgulloso de ellas y seguramente las está viendo desde el cielo", dijo conmocionada.

"Este es nuestro reconocimiento desde la felicidad que tenemos, al médico que fue nuestro amigo, nuestro doctor, nuestra familia. Yo lo extraño horrores", dijo.

La despedida a un "hombre de ciencia" muy humano

Mónica tuvo la oportunidad de despedirlo unos días antes de su fallecimiento. Lo llamó para hacer un control y él la atendió en su consultorio. El médico padecía Parkinson y aquel encuentro fue como si os dos supieran que sería el último. Se abrazaron, lloraron. Se dijeron todo el amor que se tenían a partir de la maravillosa experiencia que habían compartido. El doctor dejó de ser doctor por un rato y pudo mostrar su sensibilidad, su humanidad. 

"Esto fue un viernes y el lunes siguiente me enteré de que había fallecido. Tuve el privilegio de estar entre las últimas pacientes que atendió", expresó Mónica quien conserva como un tesoro una foto en la que está con las mellizas junto a Pérez Ballester y el pediatra Francisco Cardile.

"Era un hombre de ciencia, todo lo que ganaba lo invertía en aparatología, siempre estaba un paso mas adelante", dijo.


¡Viaje en familia! Son muy unidos.

La familia también mencionó al calidez de Lady García de Rocano, su secretaria: "cada vez que íbamos al consultorio nos dábamos un abrazo fraternal".

Las mellis no son las clásicas "gotas de agua: "No llevamos excelente"

Hoy las mellizas festejarán sus 30 años en un salón de Pigüé, ciudad en la que viven Sofía, Camila y sus papás.

Lucila está cursando el tercer año de residencia en el Hospital Durán de Buenos Aires.

Mónica se jubiló como docente y Jorge trabaja como asesor de campos en Pigüé y la zona.

"Nosotras vivimos siempre todo de forma muy natural, de chica los supimos, nunca lo vivimos como algo raro o como algo que no era tan común", contó Sofía.


Las hermanas sean unidas: aquí acompañando a Sofi cuando recibió su título. Parecen trillizas.

"A veces la gente nos preguntaba ¿sus abuelos o abuelas fueron mellizos?Y ahí les contábamos que habíamos nacido por fertilización asistida", contó.

Las "mellis" siempre fueron a grados separados y desarrollaron personalidades muy distintas. Lucila es más tranquila y racional y Sofía es más extrovertida y más impulsiva.

"Nos complementamos muy bien y nos llevamos excelente. Somo super distintas.Nunca quisimos parecernos ni buscamos ser totalmente diferentes. Se fue dando naturalmente. Somos diferentes físicamente también: una mas alta que la otra, distinto color de ojos y de pelo, distinta contextura", dijo Sofi.


¡Siempre juntos para los festejos!

Por tener la misma edad, siempre pasaron mucho tiempo juntas: compartían horarios, escuela, amigos y actividades.

Sofia tene pocos recuerdos del doctor Pérez Ballester porque tenía 10 años cuando él falleció, pero uno se mantuvo grabado.

"Recuerdo que falleció en diciembre de 2003 y al siguiente año se hizo un homenaje. Había muchas familias sentadas con niños pequeños de la misma edad. Es decir, veías a la mamá, el papá y tres o cuatro nenitos chiquitos de la misma edad. Claro, eran trillizos o cuatrillizos", contó.

Lucila contó que la relación con su hermana es muy especial, por todo lo que les ha tocado compartir.

"Cuando terminamos el colegio fue difícil separarnos, estábamos acostumbradas a estar muy unidas. Fue muy difícil, al menos para mí, pero fue algo bueno", dijo.

"Hablamos todo, tenemos mucha confianza y hay una gran conexión", destacó.

Las mellis protagonizan una historia que lleva tres décadas escribiéndose y que continuará derramando amor en las próximas generaciones.