Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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La odisea de dos bahienses que lograron escapar de las bombas en Israel

Rodrigo Grassi y Guillermina Andrade tenían vuelo de regreso a la Argentina el sábado, cuando los sorprendió el ataque terrorista en Tel Aviv. Vivieron un día frenético, entre misiles, búnkers y un aeropuerto colapsado.

Guillermina y Rodrigo, en la ciudad vieja de Jerusalén.

Después de 25 años de pareja, Guillermina Andrade y Rodrigo Grassi pudieron salir juntos a dar una vuelta por otros países. Por razones de trabajo, entre septiembre y octubre él tenía que viajar a España e Israel y decidió invitarla, para hacer un recorrido que combinara sus obligaciones con un poco de turismo.

El sábado pasado era el último día de su estancia en Medio Oriente. No sería un día más.

Bahienses de nacimiento, se conocieron de adolescentes en nuestra ciudad y nunca se separaron. Cuando terminaron sus estudios secundarios se fueron a estudiar a La Plata y después se mudaron a Buenos Aires, donde aún residen junto con sus tres hijos Marco, Lara y Nina.

Rodrigo es arquitecto y socio de un estudio que desarrolla proyectos inmobiliarios para el país y el exterior. Por ejemplo, están trabajando en la construcción de torres de vivienda en Jerusalén. Por eso tenía que ir hasta allí, donde también lo esperaba su compañero Pablo.

Luego de unos días en Madrid y Barcelona, la pareja salió hacia Tierra Santa el 1 de octubre. Durante una semana todo fue fascinación: desde la contemplación de la historia del mundo en Jerusalén hasta el despliegue de modernidad que transmite Tel Aviv.

Al fondo de la imagen, Palestina.

Pero la última mañana antes de emprender el regreso, en pleno Sabat para el pueblo judío, el viaje se tiñó de oscuro: se despertaron con ruidos de bombas y sirenas. Una de las primeras imágenes que se les viene a la mente es que tuvieron que salir corriendo hacia un búnker.

"Habían caído unos misiles cerca de donde estábamos nosotros, no entendíamos nada de lo que estaba pasando. Hasta que nos llevaron a una zona de refugio, una escalera en el hotel, y nos explicaron sobre el ataque de Hamas. Esa fue la primera vez en el día que estuvimos ahí", cuenta Rodrigo.

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Él ya había escuchado hablar de búnkers. Es más, los diseña: los departamentos que su firma construye en Jerusalén debe tener cada uno el suyo por la posibilidad de bombardeos.

El ataque, en este caso, los sorprendió en Tel Aviv. "Ahí los búnkers no son tan determinados, al primero que fuimos era una escalera, con el resto de las personas que estaban ahí hospedadas".

Por las bombas, tuvieron que volver a la zona de refugio dos veces más en pocas horas. No podían creer que esa misma tarde tenían el vuelo de regreso a la Argentina y ahora parecía imposible salir de ahí.

En un breve lapso de calma consiguieron ordenar su equipaje, encontraron un taxi y fueron lo antes que pudieron al aeropuerto, sobre el mediodía, pese a que su vuelo debía salir a las 18.30. El trayecto en el auto fue en silencio, en medio de un clima espeso, con las calles en estado de sitio.

"Cuando llegamos vimos que se iban cancelando la mayoría de los vuelos, hasta que sobre las 17 nos dicen que el nuestro tampoco iba a salir", relata Rodrigo.

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Entre la incertidumbre y el temor, empezaron a buscar la forma de conseguir un pasaje que los sacara de ahí.

"Vimos que había una ventanilla donde estaba agolpada casi toda la gente, porque era la única que vendía tickets. Aunque en ese momento se habían frenado las ventas. No sabíamos qué hacer", continúa.

Mayoría de vuelos cancelados en Tel Aviv.

Fueron momentos de desesperación. Los teléfonos no paraban de sonar con mensajes de familia y amigos, pero no había respuestas claras para darles. Hasta que sucedió lo inesperado.

"En eso viene una señora y me pregunta si soy Rodrigo. Resulta que era una amiga de nuestro socio israelí y su mujer, Carlos y Diana Prus. Me hace un gesto y me pide que la acompañe. Así que nos metimos con ella en un pasillo chiquito, a un costado, que al final daba a una ventanilla donde no había nadie haciendo cola. Era extraño, porque el aeropuerto estaba todo colapsado. Increíblemente, era un punto de venta de la compañía Ethiopian Airlines que vendía vuelos a Buenos Aires", explica.

"Resulta que la sobrina de esta mujer era la responsable de la aerolínea. Así que pudimos conseguir dos billetes con escala en Adis Abeba (capital etíope) y conexión a Ezeiza. La señora se llama Nora Spinzi y le vamos a agradecer por siempre, igual que a Carlos y Diana".

Eso fue alrededor de las 18, pero el vuelo recién salía a la 1 am. En el intermedio, de todas maneras, no faltaba el temor de que todo se cancele. Es más, por la continuidad de los bombardeos, tuvieron que refugiarse tres veces en los búnkers del aeropuerto "Ben Gurión".

"A diferencia del hotel, donde no había tanta gente, acá había cientos de personas. Muchos musulmanes rezando, mujeres y chicos a los gritos. Una verdadera película".

Finalmente el vuelo salió a tiempo. "Cuando el avión empezó a moverse nos agarramos de la mano y estuvimos en silencio unos 10 o 15 minutos rezando que no pasara nada, porque sabíamos que era una posibilidad que le metan un bombazo. De hecho nosotros salimos sobre la 1.30 de la madrugada y dos horas después, 3.30, el grupo Hamas atacó el aeropuerto".

En el avión de Ethiopian Airlines.

Sobre la madrugada del domingo, llegaron a su primer destino. "Está todo bien, ya estamos en Etiopía", fue el mensaje para los grupos de WhatsApp. Cinco horas después despegarían hacia Buenos Aires, previa escala en San Pablo. Se acercaba el cierre de un fin de semana frenético.

Ya en suelo argentino llegaron los abrazos, los besos, las lágrimas. Había sido un viaje único, cargado de anécdotas.

La última será la más inolvidable.