Bahía Blanca | Martes, 15 de julio

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Reducción de la jornada laboral en Argentina: ¿es una idea viable?

Acortar el tiempo de trabajo es algo que están haciendo los países desarrollados, aunque en nuestro país la realidad es bien diferente. 

Foto: archivo-La Nueva.

El debate por la reducción de la jornada laboral cobra fuerza por estos días. Desde el gobierno, aseguran que es una “tendencia mundial” entre los países desarrollados y apuestan por una “reducción progresiva” de la misma hasta 40 horas semanales.

Pero la realidad nacional es bien diferente y los elevadísimos niveles de informalidad laboral ya redujeron, por las malas, la jornada laboral de la mitad de los argentinos con empleo.

“Si Argentina estuviera compuesta por diez personas, encontraríamos que sólo cuatro estarían empleadas, es decir, tienen un empleo en relación de dependencia o independiente. Y por si esto fuera poco, más de la mitad de estas cuatro personas ya trabajan menos de 40 horas semanales, porque trabajan en el sector informal de la economía. Por eso, estos números son contundentes: Argentina no tiene la estructura laboral de un país de primer mundo”, explicó a La Nueva. el economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), Patricio Temperley.

De hecho y según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) al primer trimestre de 2023, los asalariados formales (es decir, dependientes con descuento jubilatorio), trabajan, en promedio, 41 horas a la semana, cuatro horas más que el promedio de los asalariados informales (37 horas).

“Pero si vemos cuántas personas trabajan menos de 40 horas semanales (8 horas diarias de lunes a viernes) encontramos que un tercio son formales, pero la mitad son informales, de modo que los informales son mucho más propensos a estar subocupados”, explicó Temperley.

“Este tipo de proyectos han comenzado a ganar terreno en países desarrollados, en donde se goza de una altísima productividad que permite rediscutir la cantidad de horas destinadas al mercado de trabajo. Una vez que se tienen buenos salarios, la sociedad está en condiciones de optar por más tiempo de ocio manteniendo el salario fijo", dijo.

“Pero en Argentina la situación es bien distinta. Por el estancamiento desde hace más de una década hay una proporción cada vez mayor de asalariados que están 'en negro' o son cuentapropistas informales (por ejemplo, se dedican a las changas) y que ya trabajan menos de 40 horas semanales. Es decir, no hay mucha jornada laboral para reducir”, advirtió Temperley.

Un mercado débil

Para el entrevistado, la subocupación horaria es, precisamente, un síntoma de la elevada informalidad que hay en la economía.

“Si el mercado laboral estuviese siendo traccionado porque el sector privado generase empleo en blanco, entonces veríamos que habría una mayoría de trabajadores 'ocupados plenos', es decir, que trabajan 8 horas diarias. Esto pasaría sencillamente porque así lo establecen los convenios colectivos de trabajo”.

“Sin embargo, lo que sucede desde hace por lo menos 10 años en Argentina es que la nueva fuerza laboral que se incorpora al mercado lo hace como empleado 'en negro' o mediante el cuentapropismo por dos grandes razones: porque el nivel educativo es cada vez menor, lo cual se traduce en una menor productividad, y porque las reglas laborales son muy perniciosas para quien quiere dar empleo en blanco”, explicó.

“Como la jornada laboral de este tipo de vínculos laborales no tiene un marco legal predefinido, cada vez más trabajadores arreglan la cantidad de horas con su empleador y por esto vemos como dos caras de una misma moneda que la informalidad esté en niveles récord y, a la vez, la subocupación aumente”, explicó.

“Acá lo imperioso es generar algo básico: un entorno macroeconómico sano e instituciones laborales modernas que canalicen a nuevas inversiones productivas y permitan la generación de empleo registrado”, dijo, para finalizar.