Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un estudio de la UNS revela cómo es el uso de instrumentos financieros en los hogares bahienses

La investigación fue dirigida por la doctora en Economía y Empresa Lisana Martínez y la doctora en Ciencias de la Administración Sofía Orazi.

Foto: archivo-La Nueva.

   Un estudio elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (UNS-CONICET) reveló que "los hogares bahienses presentan significativas variaciones en el uso de herramientas financieras".

   De acuerdo a un informe divulgado, mientras el manejo de tarjetas de débito o cajas de ahorro no tiene casi diferencias, otros como el aprovechamiento de tarjetas de crédito o billeteras electrónicas, sí.

   Los datos surgen —según comunicó UNS-CONICET— de la encuesta general “Inclusión social sostenible: innovaciones y políticas públicas en perspectiva regional”, de la cual ya se difundieron dos informes previos sobre la pobreza multidimensional y la vulnerabilidad ambiental urbana.

   “Nuestro objetivo fue determinar el grado de inclusión financiera de la población de Bahía Blanca, entendida como el acceso universal a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan las necesidades de personas y empresas, como de transferencias, pagos, ahorros, créditos o seguros, prestados de manera responsable y sostenible”, explicaron sus autoras, la doctora en Economía y Empresa Lisana Martínez y la doctora en Ciencias de la Administración Sofía Orazi, docentes del Departamento de Economía de la UNS e investigadoras del mencionado Instituto.

   Según los datos obtenidos, el 9 % de los hogares bahienses está excluido del sistema financiero; es decir, no utilizan ningún instrumento financiero.

   Un 21 % tiene “baja inclusión” (usan uno o dos instrumentos), el 32 % tiene “media inclusión” (tres a cuatro instrumentos) y el 38 % tiene alta inclusión (usan cinco o más instrumentos). Este dato contrasta con los niveles de pobreza en la ciudad, mostrando que salvo los sectores en situación de vulnerabilidad extrema, aún los hogares carenciados utilizan dos o tres instrumentos financieros.

    Los datos con los que UNS-CONICET realizó este informe corresponden a una encuesta de gran alcance desarrollada en forma presencial en Bahía Blanca durante diciembre de 2021. El grupo de trabajo estuvo conformado por 37 investigadores y becarios y un importante grupo de alumnos que visitaron los hogares y realizaron las encuestas. La dirección general fue de la doctora Silvia London y el diseño muestral y coordinación del trabajo de campo de los alumnos estuvo a cargo de la doctora Valentina Viego.

   “Los resultados indican la existencia de un bajo porcentaje de hogares excluidos del sistema financiero, en concordancia con la evolución experimentada en Argentina; dado que el acceso y uso de cuentas bancarias ha aumentado a lo largo de los años, alcanzando actualmente a un 91 % de adultos con al menos una cuenta de depósito según el último informe de Inclusión Financiera del Banco Central de la República Argentina”, señalan Martínez y Orazi.

   El análisis de información se realizó comparativamente entre barrios no vulnerables (BNV) y barrios vulnerables (BV), utilizando la clasificación elaborada por la Secretaría de Estadísticas de la Municipalidad de Bahía Blanca en 2019, a partir de un relevamiento del acceso a servicios en cada sector de la ciudad, indicaron.

   En ambos se aprecia un uso sin grandes diferencias de tarjetas de débito (85 % y 69 %, respectivamente), caja de ahorro (68 y 54 %), billetera electrónica (53 % y 41 %) o tarjetas prepagas (21 % y 26 %). Sin embargo, la brecha se expande en otras herramientas: mientras que el 60 % de los sectores no vulnerables usan banca internet y el 54 % usa tarjeta de crédito, esos porcentajes caen al 34 y 33 % en los sectores vulnerables.

   Otra diferencia amplia está en la tenencia de créditos bancarios o no bancarios. Los primeros son regulados y se asocian a otras herramientas como cuentas corrientes, tarjetas o cajas de ahorro, mientras que los segundos habitualmente son en financieras o similares, cuya tasa de interés es mucho mayor. El 36 % de los sectores no vulnerables declaró crédito bancario y el 22 % no bancario, pero esos porcentajes prácticamente se invierten para los sectores vulnerables: el 23 % recurrió al sistema formal, mientras que el 37 % declaró hacerlo fuera del circuito bancario, con el mayor costo asociado que ello significa, analizaron desde UNS-CONICET.

   Respecto a las razones por las cuales no se solicitan créditos, mientras que en los barrios no vulnerables un 41 % considera que no lo necesita y un 30 % que no quiere endeudarse; los porcentajes prácticamente se invierten en los hogares vulnerables: el 43 % manifiesta que no quiere endeudarse, independientemente de sus necesidades, y el 30 % que no lo necesita.

   Según explicaron las autoras, “la población excluida en términos financieros y crediticios se caracteriza por no tener ingresos formales o estables, habitar en zonas marginales, tener menores niveles educativos y, por lo tanto, enfrentan mayores obstáculos para acceder al mercado financiero formal”.

 

   Para ambas investigadoras, “la presencia de un sistema financiero inclusivo es una importante herramienta de desarrollo económico y social, mediante el cual pueden aplicarse políticas públicas determinadas, especialmente en países en vías de desarrollo. La inclusión financiera promueve el ahorro, la inversión y el desarrollo productivo, permite a los hogares suavizar el consumo, afrontar gastos inesperados de salud, de desempleo, o invertir en educación o vivienda”.