Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Los tallarines de Santos: a los 96 años aún comparte la receta que aprendió de su mamá 

Riposati es un vecino muy querido del barrio Pacífico y conserva una tradición: cada sábado prepara la pasta del domingo para la familia. Su nieta lo filmó cocinando y lo subió a las redes. Nacido en Italia, llegó a la Argentina tras la Primera Guerra Mundial. Estuvo casado con Fe Fernández por 69 años.

Santos Riposati, el italiano que llegó a Bahía Blanca cuando tenía 6 meses y hoy cuida las raíces.

   Anahí González Pau
   [email protected]

   A los 96 años, a Santos Riposati, no lo apura el reloj.

   En su casa del barrio Pacífico, sobre la mesada de granito, despliega sus dotes gastronómicas y se deja filmar por Natalia Romero, una de sus nietas. Ella le dice que es para el Canal Gourmet y él acepta gustoso. Los tallarines del domingo ya están en marcha. 

   “Siempre hay tiempo para poner la harina, no hay que ponerla demasiado antes”, indica mientras cuida la prolijidad de su preparación.

   Serio, compenetrado con su rol, el abuelo brinda las claves del plato más tradicional de su tierra natal y la de sus padres: la pasta sciutta. 

   Hace el bollo y estira la masa con el infaltable palo de madera. Luego, en romance con su creación, la acaricia para comprobar que esté lisa y de grosor parejo. Hora de cortar.

   “Siempre tenés que hacerlo más o menos igual porque llega un momento en que lo hacés como de memoria. Cada tanto hay que ponerle un poquito de harina porque si no se pega ¿eh?”, aclara con seguridad de chef.

   No tiene título académico gastronómico pero es especialista en mantener vivas las raíces y tradiciones de la cocina familiar. 

   Junto a su esposa Fe Fernández, con quien el 7 de junio hubiera cumplido 70 años de casado (partió el 26 de julio del año pasado) siempre comieron casero. El recuerdo de su amada esposa sigue vivo en cada plato, sobre todo en los tucos, esos que llevaban horas de hervor y estaban hechos con peceto, muchas verduras y coronados por arvejas.

   Ahora, Santos, cada sábado replica la receta de tallarines que aprendió de su mamá Adelina, de tanto mirarla cuando era chico.

   “Yo como lo que comíamos antes, no cosas raras. Comida hecha en casa”, dijo.


   “Fatto in casa”, como dicen en la tierra que sus padres dejaron atrás.

   Su papá Francisco y su mamá Adelina Bartolini llegaron desde la región de Macerata, de un pequeño pueblo del norte italiano, huyendo de la miseria de post guerra. De hecho, su papá estuvo en la Primera Guerra Mundial.

   Santos era un bebé cuando llegaron a Argentina y se radicaron en Bahía Blanca. Aquí creció junto a sus hermanas Aurelia y Arminda (Pichona) y Ezio y Alfredo.


Retrato de Francisco y Adelina, sus padres.

  Su papá era horticultor. La familia tenía una quinta de dos hectáreas en la que sembraba y cosechaba las hortalizas que luego vendía en el mercado. Francisco iba en un carro tirado por un caballo.

   En su casa, la sencillez de las recetas era norma: bife, ravioles, ñoquis, polenta y tallarines. Achura de chorizos, pollo, pato y pavo. Y mucho venía de la tierra. Choclos, zapallos, zanahoria, berenjenas y tomates, eran parte del menú cotidiano.


¿Qué italiano no tiene o tuvo una parra en su jardín?

   “A mí no me enseñó nadie, aprendí de mi mamá, de ver cómo amasaba, porque se hacían tallarines todas las semanas. Nosotros de chiquitos veíamos como lo hacía y, de tanto ver, cuando me jubilé y tenía tiempo me puse a hacerlo yo”, contó.

   Así mantiene vivas las tradiciones y la calidez de las reuniones familiares.

   “Uno a través del tiempo va adquiriendo experiencia y lo va perfeccionando. Porque al principio no te sale muy bien”, contó con humildad.


Su ritual de los sábados...la pasta sciutta.

   “Antes trabajaba 14 horas por día y no tenía tiempo para cocinar. Hacía asados los domingos”, comentó.

   A los 14 años tuvo su primer trabajo como peón de albañil, oficial de pintor y trabajó en la lanera de San Blas y 24 años en el ferrocarril.

   Siempre gozó de muy buena salud, y a su edad, no toma ni una aspirina.

   Disfruta de la compañía de su nieta Cecilia (Natalia vive en Capital Federal) y de Mariana, una amiga y enfermera que lo cuida con amor y a quien todos en la familia quieren mucho.


El último aniversario que celebraron juntos, el 7 de junio de 2021. Cumplieron 69 años de casados.

   “Me levanto temprano, duermo siesta, tengo un pedacito de tierra donde tengo plantas, limpio, cocino. Hago pastel de papas, tallarines, polenta, ravioles, milanesa napolitana, papas fritas, albóndigas”, comentó.

   En su partida de nacimiento figura como Santi pero al ingresar a la Argentina lo tradujeron como Santos, nombre que, según su nieta, le hace justicia.

   "Mi abuelo es una persona muy especial, generoso y sensible. Todo el barrio lo quiere mucho. Es una persona con mucha fuerza, como fue mi abuela. Son muy importantes para mi hermana y para mí”, dijo Natalia.


El primer añito de Natalia con los abuelos.

   “Es un hombre que siempre fue muy calmo y amoroso. ‘¡De otro planeta!’, decimos en la familia”, expresó.

   La historia de amor con su esposa Fe: "Nos conocíamos de los bailes"

    Fe y Santos, dos nombres que auguraban buenos tiempos. Y así fue.

   Se conocieron en los bailes de salón del Club Almafuerte, cuando él tenía 24 y ella 21. 

   "A ella le gustaba bailar y yo bailaba bien. Ella iba todos los sábados con la madre o con una vecina. En esa época siempre las acompañaba alguien”, recordó.

   “Estuve durante un mes bailando con ella todas las noches. No bailaba con nadie que no fuera ella. Cuando llegó un mes quise agrandar los pasos a seguir y le pregunté ¿No querés que te vaya a buscar al trabajo?”, contó.

   Ella dijo que no, pero enseguida se arrepintió porque entendió sus intenciones. 


El vestido de Fe lo cosió su hermana Nelly. 

    Estuvieron dos años de novios y se casaron. Fue una reunión familiar de unas 40 o 50 personas el 7 de junio de 1952. Alquilaron una especie de carpa y allí celebraron la unión, con 4ºC bajo cero.

   “Antes en los casamientos se usaban los confites, por eso, cuando uno se iba a casar le preguntaban ¿para cuándo los confites?”, contó entre risas.

   El matrimonio tuvo una sola hija, Silvia, quién se casó con Norberto y dio a luz a dos niñas. Sin embargo, partió demasiado pronto, con motivo de una enfermedad, a los 47 años.


Con su esposa y sus nietas, Natalia y Cecilia, hoy de 37 y 33 años.

   El duelo los sacudió como nada antes, pero sin derribarlos.

   Las chicas los necesitaban, y ahí estuvieron. También apoyaron a Norberto, su yerno, quien es como un hijo para Santos y hoy lo cuida mucho.


Santos, Cecilia y Lúa en videollamada con Natalia.

   Santos tiene una bisnieta, hija de Cecilia. Se llama Lúa, que significa luna en portugués.

   Los tallarines del abuelo son su plato preferido. ¿Será Lúa  la encargada de perpetuar la receta familiar?