Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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En foco: Gonzalo Angueira, el fotógrafo bahiense que hace bodas en Europa

Estudió dos carreras en la Escuela de Artes Visuales, Diseño Gráfico e Ilustración y se capacitó en Fotografía. Trabaja una temporada en nuestra ciudad y la otra en el Viejo Continente. Descendiente de italianos, su familia pasó momentos muy duros pero siempre le inculcaron la cultura del esfuerzo. 

   Anahí González Pau
   agonzalez@lanueva.com

    El diseñador gráfico, ilustrador y fotógrafo bahiense por adopción (nació en Ensenada pero a los 9 años se radicó en Bahía), Gonzalo Angueira, se encuentra en Europa atravesando uno de los mejores momentos de su carrera ya que tiene la posibilidad de dedicarse con exclusividad a la fotografía de eventos, especialmente de bodas, algo que le encanta y en lo que fue sumando cada vez más experiencia.

   Si bien en las primeras bodas en las que trabajó como fotógrafo, allá por 2006, lo pasó muy mal (era principiante y sentía mucha presión) con el tiempo todo fue encontrando su lugar y descubrió una pasión.

   “Para lo que más me contratan y lo que más me gusta son las bodas. Tienen de todo: momentos de acción, de amor, románticos, gastronómicos y momentos épicos, situaciones en lugares hermosos, sobre todo acá en Europa en donde me ha tocado estar en castillos, palacios y en bodas en playas del Mar Mediterráneo”, dijo.

   “En Bahía y en la zona también estuve en lugares muy lindos, bodas hermosas en Coronel Suárez, en Guatraché, en lagunas, en iglesias muy antiguas. En Buenos Aires, Córdoba y Mendoza también hice bodas en lugares épicos, de cuento”, resaltó.

   Las bodas encajan con su personalidad, ya que se define como una persona sensible y romántica. 

   “Muchas veces me emociona pensar lo que está pasando. Que las personas te elijan para ser responsable de llevar un registro del día más importante de sus vidas, del legado que van a mostrar a sus hijos y sus nietos”, señaló.

   “Pensar que esas fotos van a trascender mucho más que ellos y que yo, van a pasar de generación en generación. Y cada una de esas personas tiene un pedacito de mí, por las decisiones que uno toma, lo que se dijo, como se vivió, la anécdota, el momento compartido”, dijo.

   Muchos clientes lo han invitado a comer, a juntarse y a cubrir otros eventos. 

   “Significa que cumplimos con la idea de ganar su confianza y que se pudieran abrir, disfrutar ese día y estar como si yo fuera un amigo mas sin tener que fingir o posar para las fotos”, destacó.

   De setiembre a marzo Gonzalo realiza fotografía de bodas en Argentina y de mayo a agosto se establece en Europa, donde es temporada alta. Allí le tocó cubrir bodas en Barcelona, en París, en Roma y en la romántica Venecia, entre otros sitios de ensueño.

   “Es una experiencia increíble por todo lo que uno aprende, conoce, las comidas que prueba, las personas con las que habla, los idiomas que escucha, los lugares, costumbres y tradiciones, las emociones y medios de transporte”, dijo.

   “Me ha tocado dormir tanto en palacios y castillos con habitaciones gigantes con un jacuzzi en el medio como dormir en un sillón. Y en algunos casos me ha pasado que, hasta último momento, no he sabido donde iba a dormir”, dijo.

   Solo en julio pasado realizó cuatro bodas en España y una en Francia. Y en medio de estos eventos recorrió el continente.

   “Esto te permite viajar conoce y hasta vacacionar. Es el segundo año que lo hago y es una experiencia increíble”, sostuvo.

   En la tierra de sus abuelos también puede vivir de hacer fotografía de retratos ya sea para artistas y famosos como para personas particulares. 

   “En Argentina no está muy valorado. ¿Quién contrataría a un fotógrafo para tener un lindo retrato? Acá si está la costumbre y la posibilidad de contratar fotógrafos para viajes, retratos familiares e individuales”, remarcó.

   Gonzalo se lanzó a ser fotógrafo freelance en 2019 cuando dejó su trabajo en la Editorial Ediba, en la cual se desempeñó como Diseñador Gráfico e Ilustrador durante 10 años. Al poco tiempo se declaró la pandemia. Fueron tiempos difíciles, pero no bajó los brazos.

   “Para mí la fotografía no es solo un trabajo. Puedo estar horas charlando de fotografía, mostrando mi trabajo o compartiendo el trabajo de otros. Es mi pasión y una parte de mi vida”, dijo. 

    Y las bodas, por sus condimentos, son su fuerte.

   “He hablado con muchos colegas fotógrafos que me dicen que ni locos se casarían, que viajarían, que no harían fiesta. En eso soy la oveja negra, no estoy casado y me encantaría casarme. Me gustaría hacer una fiesta como esas a las que voy, ser el protagonista y disfrutar como veo que lo disfruta la gente”, confió.
      En el momento en que brindaba detalles de su trabajo a La Nueva estaba en el avión, en un impasse antes de volver a despegar. Mientras casi todos los pasajeros dormían él le sacaba fotos al amanecer y hacía videos. El sol se mostraba por encima de las nubes y no podía resistirse.

   “Es fascinante disfrutar de las imágenes y de la luz, ya sea de la luz que pasa a través de las persianas y permite ver la forma de las hendijas o de aquella otra, en el recuerdo, de cuando mi mamá barría y, a contraluz, podía ver las partículas flotando en el aire”, expresó.

   “Del mismo modo, los rayos que atraviesan las hojas de los árboles son hermosos. Son momentos dignos de que nos quedemos horas mirándolos”, destacó.

   La oportunidad de viajar a Europa el año pasado le permitió ampliar sus horizontes y ahora planea tramitar la ciudadanía y llevar a su hija Valentina, de 13 años, a vivir con él. Ella ha sido musa inspiradora de algunos de sus trabajos, como la portada del libro del escritor bahiense Patricio Chaija.

   “Mi hija me apoya en todo, me acompaña y me incentiva a perseguir mis sueños. Es la primera vez que estamos tanto tiempo separados y nos mantuvimos en contacto por videollamada, audios y fotos. Si todo sale bien, podría venir conmigo”, señaló.

   “Me siento muy feliz haciendo lo que me gusta, las fiestas con preciosas y la gente me trata muy bien. Son muy agradecidos y se paga muy distinto también. Pero el desarraigo y la cuestión de extrañar es algo que pesa un montón”, sostuvo.

    Este año volvió a trabajar con el fotógrafo –también bahiense- Mariano Hotto.  Realizó sesiones de fotos de embarazo en Barcelona y en Tarragona y una sesión pre boda en París para una pareja de Bahía que vive en Holanda.

   Sus estudios y su trayectoria: esfuerzo y dedicación

   En el segundo año de su carrera de Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Visuales cursó la materia de fotografía. Su familia no era de las que sacan fotos y recién en 2006 tuvo su primera cámara digital chiquita que usaba para los trabajos de diseño. 

   También estudió la carrera de llustrador y siempre se consideró como tal porque de chiquito dibujaba en cualquier papel, ticket o recibo que tuviera a mano.

   “La ilustración y el diseño están muy relacionadas con la fotografía, son distintas maneras de contar imágenes, en ambas se usa el color, la comunicación , la psicología. Me encanta intentar unir las tres disciplinas”, reveló.

   En Bahía pasó por todas las escuelas de fotografía, conoció a muchos profes y ganó medallas en el Foto Club y a nivel nacional.

   Con la primera cámara reflex que se compró hizo las 10 primeras bodas. Luego invirtió en equipos y se capacitó con profesionales de España, Inglaterra, EE.UU y Francia.

   “Soy muy curioso y siempre tengo hambre de conocimiento. Siempre estoy mirando todo tipo de estímulos visuales”, compartió.

   En Argentina asistió a seis congresos de fotografía. En el último FDF, en Rosario, tuvo el honor de ser elegido como el fotógrafo encargado de registrar el evento durante 5 días. 

    “Era fotógrafo de los fotógrafos, un acontecimiento muy importante y que nunca voy a olvidar”, destacó.

   Su infancia y una familia que lo motivó a progresar

   Tiene 36 años, nació en Ensenada y vive en Bahía desde los 9 años. 

   “Si voy a Ensenada no conozco ni una sola calle. Bahía es el lugar donde me crié, crecí, estudié y es mi hogar. La conozco con los ojos cerrados”, dijo.

   La oportunidad de trabajar en Europa se dio el año pasado cuando lo contrataron para una boda que se hacía en Argentina y en España, porque la novia es argentina y el novio, español. Viajó a Cuenca, en España, y luego estuvo paseando y trabajando por distintos lugares.

   Viene de una familia que le inculcó el esfuerzo y el amor por el trabajo y que pasó momentos económicos muy difíciles. Tiene un hermano y dos  hermanas.

   Desde que sus abuelos italianos pisaron suelo argentino es el primero que regresó a aquellas tierras.

   “Es difícil apostar a la calidad de vida cuando tu infancia fue dura y estuviste con lo justo y tenés que tomar decisiones para ver los frutos, y es hermoso ver cómo de a poco se va dando”, comentó.

   “Cuando doy talleres les digo a mis alumnos que tienen que luchar por sus sueños. Que tengan cuidado con lo que sueñan porque se les puede cumplir No hay que nacer en cuna de oro ni tener la mejor cámara. Todo lo que importa está detrás de la cámara: es uno, la cabeza, el ojo, las decisiones y la actitud”, concluyó.