Reanudaron las obras en un jardín de infantes abandonado hace 5 años
El establecimiento comenzó a edificarse en febrero de 2017, en la calle Suiza al 700 (entre Tucumán y 9 de Julio) para albergar a los niños del barrio Villa Irupé. El noviembre de ese mismo año se frenó.
Por Pablo Andrés Alvarez / [email protected]
Después de cinco años de haber quedado en virtual estado de abandono, esta semana se retomaron los trabajos de construcción de un jardín de infantes muy anhelado por los vecinos del barrio Villa Irupé.
El establecimiento comenzó a edificarse en 2017, en la calle Suiza al 700 (entre Tucumán y 9 de Julio) en el marco del programa “3.000 Jardines” de la gestión de Mauricio Macri que nunca se completó.
La semana pasada, con la llegada y acopio de distintos materiales y el inicio de trabajos de limpieza del predio, se pusieron en marcha las labores que están presupuestadas por la provincia en 60.579.341 pesos.
De acuerdo por lo constatado a fines de noviembre de 2018 por la arquitecta Magdalena Sillero, inspectora de obra en representación de la Dirección Provincial de Infraestructura Escolar, el avance acumulado registrado alcanzaba el 50,68 %, encontrándose ejecutados estructura de fundación, tabiques interiores y de cerramiento, cubierta, contrapisos, instalación de agua y desagües cloacales y pluviales.
No obstante, remarcó que algunos materiales se habían deteriorado con el paso del tiempo, por lo que deberían rehacerse.
A fines de febrero de este año, la provincia de Buenos Aires determinó la postergación del llamado a licitación por falta de oferentes.
Pero en marzo se logró adjudicarlo a la empresa Consar Construcciones Argentinas (con sede en Rondeau 1158 de nuestra ciudad) con un presupuesto apenas superior a los 60 millones de pesos y un plazo de obra de 180 días, por lo que se estima que estaría finalizado antes del ciclo lectivo 2023.
Según lo establecido, el edificio tendrá 427 metros cuadrados cubiertos y 50 semidescubiertos, en los que se planea albergar tres salas que se vinculan con el exterior, un salón de usos múltiples, baños para ambos sexos y discapacitados, cocina, depósito, sala de espera, administración y dirección. Además, todas las salas deben permitir la vinculación entre sí para favorecer prácticas pedagógicas integrales.
El sistema de construcción, en el que predominan placas rígidas de fibrocemento, es altamente eficiente frente al calor, el frío y los ruidos. El techo es de chapa con poliuretano expandible y las habitaciones tenían previsto cielo raso de Durlock.
“Tuvimos varias promesas de reactivación, pero ésta parece que viene en serio. En algunas nos dijeron que se haría cargo la provincia, luego de que Nación le girara la parte administrativa. Es una gran necesidad para esta barriada, por eso hay mucha alegría al ver este movimiento de nuevo”, señaló Martín Di Lorenzo, presidente de la sociedad de fomento.
En ese sentido, señaló que algunos materiales de construcción quedaron en resguardo.
“Obviamente que las bolsas de cal y cemento ya no se pueden usar, pero hay muchos perfiles y hasta placas para revestir las paredes dentro del edificio, que sigue en buenas condiciones pese al paso del tiempo. Y por nuestra insistencia, la empresa que había comenzado la construcción puso serenos para evitar hechos de vandalismo”.
Precisamente, contar con un jardín de infantes en el sector es de suma necesidad.
“Esta es una barriada relativamente joven. Hoy los chicos tienen que recorrer alrededor de 15 cuadras para llegar a los establecimientos más cercanos (en referencia a Jardín 949 ubicado en Castelli 2745 o al 939, con sede en Sixto Laspiur 2296), que no siempre tienen matrícula”, agregó.
Un poco de historia
“Me comprometo a construir los tres mil jardines de infantes que faltan, la mayoría en la provincia de Buenos Aires, para que tengan sala de tres, cuatro y cinco”, dijo Mauricio Macri el día del debate televisado con Daniel Scioli, en noviembre de 2015.
En los primeros pasos tras la asunción, lanzó el programa nacional, aunque a pocos días de terminar su mandato sólo se terminaron 14 en todo el país.
“En este caso, el edificio comenzó a construirse en febrero de 2017 y se levantó en muy pocos meses, porque se utilizó construcción en seco, pero la empresa de a poco fue retirando sus empleados hasta que en noviembre de ese año no quedó ninguno”, rememoró Di Lorenzo.
Inmediatamente, tras la paralización de la obra, se percibieron faltantes y destrozos.
“Empezamos a notar actos de vandalismo y algunas roturas. Porque, cuando se frenó la obra, sólo se dejó una malla como protección y realmente podía entrar cualquiera. Y así fue que empezaron a llevarse los materiales de construcción que habían quedado adentro. Ahí fue cuando la empresa decidió dejar serenos”, contó Di Lorenzo.