Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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“No puedo parar de llorar”: el alivio del único sobreviviente de la Masacre de Flores

Casación rechazó un pedido para liberar a Fructuoso Álvarez González, quien asesinó a los papás y dos hermanos de Matías Bagnato, más otro nene, en 1994, y tiene su pena cumplida.

Foto: Archivo La Nueva

   "No puedo parar de llorar". Matías Bagnato tiene 44 años y lleva el 63% de su vida luchando por justicia, luchando por dejar atrás esa pesadilla que todavía lo estremece, luchando para que el asesino que quemó viva a su familia no salga de prisión.

   Este lunes, el único sobreviviente de la Masacre de Flores, cometida el 17 de febrero de 1994, recibió una noticia que lo sacudió, esta vez para bien: la Cámara de Casación Penal rechazó el pedido de la defensa para liberar a Fructuoso Álvarez González (62).

   De esta manera, el asesino -que nunca se mostró arrepentido de lo que hizo y culpaba del hecho al propio Matías- seguirá preso a pesar de tener su condena cumplida.

   La defensa del detenido había planteado su excarcelación con el argumento del vencimiento de la pena y contra "la vulneración del principio de igualdad". 

   Pero los camaristas Horacio Días y Jorge Rimondi denegaron la solicitud y declararon "inadmisible" el recurso de casación, a través de una resolución con fecha del 22 de junio a la que accedió Clarín.

   El fallo es histórico y tiene un solo antecedente en el país: el de Carlos Robledo Puch, quien lleva más de 50 años detenido por haber cometido más de 11 homicidios y al que se le negó la excarcelación para siempre.

   "Esta resolución lo que trae es un poco de sentido común. Ya son tantos años mendigando justicia para poder vivir en paz", le dijo Matías a Clarín.

El asesino Ávarez González

   Después del durísimo golpe por la muerte de su abuela, Norma Calzaretta, a los 91 años, el 1 de junio de 2020, el sobreviviente perdió las fuerzas para luchar, aunque no se dio totalmente por vencido.

   "Estaba esperando esta sentencia en soledad, pensé que esta vez iba a salir libre. No puedo parar de pensar en mi familia, en mi abuela, ojalá en algún momento pueda darle un cierre definitivo a esta historia, porque quiero hacer una vida un poco más normal", sostuvo.

El caso

   La Masacre de Flores ocurrió el 17 de febrero de 1994. Esa noche, Álvarez González roció con combustible y prendió fuego el chalé de dos plantas de la calle Baldomero Fernández Moreno 1906, en el barrio de Flores, molesto porque José Bagnato (42) no le pagaba un dinero que le debía.

   Murieron el dueño de la propiedad, su mujer, Alicia Plaza (40), sus hijos Fernando (14) y Alejandro (9) y un amiguito, Nicolás Borda (11), que se había quedado a dormir esa noche por primera vez fuera de su casa.

   El asesino, casado con una prima segunda de la madre de Matías, fue condenado a prisión perpetua en noviembre de 1995, pero por tener su ciudadanía española (es asturiano) fue extraditado en 2004 a ese país para terminar de cumplir su condena.

   Por un error procesal, en España lo liberaron en 2008. Pero fue nuevamente detenido en la Argentina en 2011, en una casa de Tortuguitas, luego de que amenazara de muerte al único sobreviviente de la masacre: "Preguntaba por mí, me decía ‘estás muerto’ y me cortaba", contó Matías.

   Bagnato es un sinónimo de lucha. El 21 de junio de 2017, hace cinco años, logró que se aprobara por unanimidad en la Cámara de Diputados de la Nación la ley de protección a las víctimas del delito, que días después fue reglamentada y quedó vigente en toda la Argentina.

   "La muerte de mi abuela fue un golpe muy fuerte. No era sólo mi abuela, era todo, era lo último que me quedaba de mi familia", sostuvo. Acostumbrado a "las trompadas de la Justicia", ahora Matías tiene un motivo para estar algo más tranquilo.

Fuente: "Clarín"