Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

El Paseo Portuario se convirtió en una gran opción recreativa de Bahía

Cada vez más gente lo visita por su atracción natural, el reacondicionamiento de sectores que no se podían visitar y las actividades lúdicas, culturales, deportivas y artísticas que se organizan.

Fotos: Pablo Presti y archivo La Nueva.

Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com

   Determinar qué surgió primero ya es una simple anécdota. Porque no habría puerto sin gente ni población sin puerto.

   Pero lo que nadie discute es la relación entre sí. Porque sus primeros pasos fueron en común desde el momento que Ramón Estomba, allá por 1828, estableció el fuerte fundacional, muchos de los materiales utilizados para su edificación habían llegado antes hasta la zona del flamante Puerto de la Esperanza o Puerto Viejo, en el sector donde desemboca el arroyo Napostá.

   Por entonces, recorrer los 8,5 kilómetros en línea recta que separaban a la Fortaleza Protectora Argentina del desembarcadero significaba una eternidad, pero la población necesitaba estrechamente del apoyo logístico que provenía del mar, con la periódica aparición de embarcaciones.

   La costa con el paso del tiempo terminó resumida a los puertos de Ingeniero White, Galván y Cuatreros, pero fueron esos muelles lo que mantuvieron viva la convivencia con el estuario a partir del siglo XX.

   Curiosamente, aunque apenas 50 cuadras separan hoy la plaza Rivadavia de la costa, muchos bahienses no conocen las bondades de nuestro puerto.

   Y no sólo las productivas, en las que se baten recórds periódicamente, sino las sociales y comunitarias, un aspecto al que se apostó decididamente en el último tiempo para hacer honor a la denominada “Bahía, ciudad-puerto”.

   “El paseo portuario fue uno de los primeros pedidos que recepcionamos. La población lamentaba haber perdido su lugar dentro del puerto. Hoy hemos avanzado con muchos proyectos y obras para que la gente pueda disfrutar en sus tiempos libres”, contó Federico Susbielles, el actual presidente del Consorcio de Gestión del Puerto local.

   Es indudable que con la exportación de granos como bandera, el puerto local sustentó el crecimiento el crecimiento de la ciudad. Ese perfil productivo se intensificó aún más con la conformación del Polo Petroquímico.
Pero esa intensa y vertiginosa evolución industrial le fue quitando espacio al aspecto social.

   “En el directorio del Consorcio estamos convencidos que el puerto no puede crecer de espaldas a la población. La unión entre comunidad y puerto debe ser permanente, para que la gente se sienta parte y que el puerto pueda mostrar su evolución y no que sea una mera entrada y salida de buques”, amplió Susbielles.

   Los memoriosos recuerdan que Bahía supo tener al menos una docena de sitios de recreación a orillas del mar. 

   Algunos fueron proyectados y desarrollados como el balneario privado Colón (donde la avenida de ese nombre termina en el mar) o el municipal Maldonado, pero también hubo otros improvisados como el balneario La Usina o La Alcantarilla.

   Un caso especial es el de la última playa bahiense, es decir, el sector costero entre Galván e Ingeniero White que los meses de verano supo congregar multitudes.

   “La playita” como también fue conocido el balneario Galván, nació y murió por una obra de dragado, ya que surgió hacia fines de la década del ’20, en una zona dominada por cangrejales, gracias a la acumulación de arena y conchilla extraída durante al menos dos campañas de profundización realizadas en el canal principal.

   A partir de 1929 la población empezó a hacer uso de la improvisada playa y con el paso del tiempo, como consecuencia de su éxito, los sucesivos gobiernos municipales comenzaron a dotarla de algunos servicios y comodidades. En algunas jornadas se llegaron a congregar más de 10 mil bañistas, la mayoría llegados en el famoso “Tren de la Marea”.

   El final del balneario fue decidido a 700 kilómetros de distancia de Bahía Blanca, cuando se resolvió que los sedimentos obtenidos durante una nueva campaña de dragado, en febrero de 1976, fueran vertidos en ese sector. 

   El golpe de gracia se produjo en 1989 al completarse el dragado a 45 pies, obra que dio origen a Puerto Cangrejales y luego al asentamiento de formidables inversiones industriales.

   Con el paso de los años la falta de zonas costeras atractivas, (apenas el balneario Maldonado y algunos clubes privados), más el avance de los medios de transporte, hizo que los bahienses miraran cada vez más a las playas de la región (Monte Hermoso y Pehuen Co) a la hora de buscar el mar.

   Otro elemento de peso se produjo tras el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, cuando se dispuso, a raíz de imposiciones del comercio internacional, vedar el acceso del público a numerosos sectores portuarios.

   Pero en el último tiempo hubo muchos avances en pos de la recuperación del espacio, como fueron la conformación del Paseo Portuario y el Balcón al Mar, por citar ideas que hoy siguen dando frutos.

   “La gente ya adoptó el espacio como propio. Tenemos un promedio entre 7 y 10 mil personas. La fiesta del Camarón y Langostino nos permitió mostrar lo que se hizo e invitar a aquellos que hacía mucho tiempo que no venían al puerto a que puedan visitarlo con mayor regularidad”.

   Ahora se abre un abanico de nuevas alternativas también lanzadas por el Consorcio de Gestión del Puerto y que esperan una pronta concreción para acercar a los bahienses al mar.

   “La intención inicial fue dotar al Paseo de actividades fijas, para que se mantenga en la agenda de la gente cuando programe sus salidas recreativas. Para ello fueron necesarias obras y sumar ofertas gastronómicas, artísticas, deportivas y culturales, además de organizar una feria de microemprendedores para venta directa. Y hacia ello seguimos trabajando”.

   En tal sentido se destaca el inicio de las obras en la banquina de pescadores, o Puerto Piojo, en Ingeniero White, recuperando un sector emblemático para los vecinos.

   “Ya se comenzó con la limpieza de esa dársena, que nos permitirá ampliar el paseo actual en alrededor de 200 metros y que los fines de semana se pueda vender la producción en ese mismo lugar, como se hacía en tiempos de antaño”. 

   Otra obra muy importante que encarará el Consorcio de Gestión es la recuperación del centenario muelle de los Elevadores de Chapa, donde se construirá una confitería y miradores, en estrecha vinculación con El Castillo de la ex usina San Martín.

   “Estamos reconfigurando el proyecto por una cuestión estructural y esperamos licitarlo en 90 días aproximadamente”, informó Susbielles. 

   También la administración portuaria inició, en el Galpón 10 de Puerto Galván, la construcción de un centro de observación de aves y sala de interpretación, junto con ampliación y mejora de la Estación de Rescate de Fauna Marina Guillermo “Indio” Fidalgo.

   “Allí también se montará una confitería con un mirador para poder disfrutar de algunas vistas de ese puerto, hoy vedado al público”, anticipó Susbielles.

El Paseo, la atracción

   Uno de los proyectos que se intensificó fue el denominado Paseo Portuario, que todos los fines de semana y feriados congrega a muchísimos bahienses y visitantes de la región, en una muy interesa propuesta turística para la familia.

   Así, se pusieron en valor dos galpones, que se adecuaron para el funcionamiento de la feria del Puerto.

   “A esos dos ya recuperados, que son sede de la Feria del Puerto, sumaremos otros dos antes de fin de año, para tener los 4 operativos en línea”, manifestó Susbielles.

   En el lugar se colocaron mobiliarios, se habilitaron puestos gastronómicos y se adecuaron instalaciones para que el paseo sea inclusivo y amigable para las personas con discapacidad.

   Los espacios verdes fueron puestos en valor, se incorporaron bicicletas para recorrer el espacio habilitado, se dotó de juegos infantiles el bulevar de acceso y se organizaron navegaciones los días domingos (subvencionadas al 50% por el propio Consorcio de Gestión). 

   También se crearon espacios para deportes, colocando aros de básquet móviles y canchas de fútbol tenis, y se reacondicionó el espacio conocido como “Balcón al Mar”.

   A la inauguración, allá por marzo de 2021, de la nueva sede administrativa del Consorcio, que muchas veces funciona como anexo de las actividades previstas, por caso, conferencias o charlas en su nuevo auditorio con capacidad para 100 personas, crecieron espacios lúdicos, que son aprovechados por la ONG Piedra Libre para organizar juegos para los más chicos.

   El sector fue iluminado con luces LED y se lo dotó de Wi-Fi libre, como también se habilitaron nuevos baños públicos.

   Además, para ganar más espacio de comodidad, se realizó un corrimiento del límite de la zona aduanera.

   Juegos para los más chicos (organizados por la ONG Piedra Libre), música, gastronomía, artesanos y stands de productores y emprendedores de la región y la ciudad son parte de esta propuesta comunitaria.

Economía circular

   Pero el corazón del Paseo Portuario es la Feria del Puerto, que ya tiene vida propia merced a los stands que ofrecen variedad de mercaderías a precios populares todos los sábados, domingos y feriados.

   En total son 40 las familias vinculadas al funcionamiento de esta suerte de mercado que se inició en marzo de 2021 y está dividido en alrededor de 15 stands.

   “La intención fue involucrar a todos los sectores de la agricultura familiar, para que tengan su espacio propio y puedan desarrollar una venta directa de sus productos. Y así sumarnos a emprendedores de la economía popular, con producción local y artesanal”, resumió el ingeniero agrónomo Pablo García, coordinador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en el programa Cambio Rural. 

   “La estructura es la ideal. Más allá de que el programa Cambio Rural tiene otras líneas de venta, como por ejemplo los bolsones de verduras, ésta es una manera diferente de comercializar, porque es mucho más masiva que cualquier otra, en un espacio fijo y con las comodidades para el expendio de productos perecederos”, añadió.

   En la feria se pueden encontrar productos tales como cortes de cerdo, huevos,  verdura,  panificados, dulces, miel, conservas, chocolates, quesos, pescado, harinas saludables, alimentos no perecederos, artesanías y hasta ropa para niños. Algunos stands son articulados por el INTA y otros por Cáritas Arquidiocesana.

   “Buscamos generar una canasta alimenticia básica, con el mayor componente local posible para lograr calidad, frescura y buenos precios. Todo eso logra traccionar positivamente desde el punto de vista del vendedor y del comprador. Es muy importante contar con un espacio fijo de venta, porque la gente se acostumbra a comprar los productos allí y eso permite que los productores vayan escalonando su producción para contar siempre con mercadería”, amplió Vidal. 

   El profesional resaltó que los productores y emprendedores pequeños lograron ampliar el canal de ventas, ya que de otra manera se les hace casi imposible acceder al mercado tradicional.

   “Todos están trabajando muy bien, y cada vez se suman más para ofrecer su producción”, cerró.

La Feria, una alternativa diferente

   Gladys Weiman tiene 76 años y casi 15 como feriante, después de haber trabajado durante mucho tiempo como profesora de repostería y cocina. En la Feria del Puerto juega de “local”: es nativa del barrio 26 de Septiembre, en el ingreso a Ingeniero White.

   Su stand, denominado “Sayen” (del mapuche, significa “mujer de corazón abierto”), y en el que vende artesanías confeccionadas con sus propias manos, es uno de los más visitados del mercado.

   Casada con Abel, cuenta que estuvo durante 12 años en otra feria, al aire libre, y por eso no dudó en cambiar de lugar cuando surgió esta chance.

   “Fue un acierto. En la anterior tenía muchos gastos, ya sea de alquiler de stand como de movilidad, y muchas veces volvía con los bolsillos vacíos. Aquí las ventas se incrementaron muchísimo. Cuando me sumergí en el mundo de las artesanías me enamoré inmediatamente y esa felicidad se traducen en los trabajos que hago. Y encima se venden. Así que estoy feliz”. 

   Dice que lo más positivo es la variedad, porque se busca que no se repitan stands con los mismos productos, lo que atrae a la clientela, “porque encuentra de todo”.

   “El Paseo está hermoso con todas las obras que se hicieron, y se complementa con muchas actividades artísticas, culturales y educativas, y esta Feria ofrece otra alternativa para los visitantes”, cerró Gladys antes de seguir pintando a mano distintos mates.