Bahía Blanca | Sabado, 02 de diciembre

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Demasiadas sillas vacías

Para la verdad en torno a la figura de Julio César Strassera, hay que ir a una carta enviada a "La Nación" que ese diario nunca publicó.

   Argentina, 1985 es una ficción basada en hechos históricos, y -con tal premisa- debe considerársela una excelente película. Como ficción explica por qué no le gustó a uno de los magistrados del Juicio a las Juntas, el exjuez Guillermo Ledesma, quien expresó: "El defecto principal es que caracteriza equívocamente al fiscal Julio Cesar Strassera (...) quien no fue un hombre de convicciones. Si las tuvo, no las defendió en los  tiempos en que debió hacerlo. Su comportamiento fue funcional a la dictadura hasta el año 1983... Creo que carecía de ellas. Su canonización laica es un verdadero exceso”.

   Para la verdad en torno a su figura, hay que ir a una carta enviada a La Nación que ese diario nunca publicó. Su autor es el Dr. Ricardo Curutchet, ante el cual -durante la dictadura- se tramitaban los habeas corpus de detenidos-desaparecidos: "Sé con precisión cuál fue la actuación del Dr. Strassera durante el Proceso. En esa época yo me desempeñaba como Secretario del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N°3, a quien estaba asignada la Fiscalía Federal N°3 de la que aquel era titular (...) El Dr. Strassera fue uno de los primeros fiscales federales designados por la Junta Militar. Juró su cargo el 27 de marzo del 76 (...) Por supuesto que juró por los Estatutos y por todo lo que se le pidió que jurara (...) Dictaminó muchas veces en habeas corpus que se presentaban por desaparecidos, pidiendo su rechazo sin previa exhaustiva investigación. Y me consta que adhirió sin reservas a la doctrina de la seguridad nacional (...) El presidente Alfonsin lo promovió a Fiscal de la Cámara Federal (...) o sea que saltó de Fiscal del Proceso a Fiscal de la Democracia (...) El premio a tan dúctil desempeño fue una embajada ante un organismo internacional en Ginebra (...) Entre los casos que rechazó, está el habeas corpus de Lidia Papaleo, viuda de David Graiver, a quien interrogó y contra quien pidió severa condena, todo después de la venta o cesión de las acciones de Papel Prensa a favor de Clarín, La Nación y La Razón (...) También dictaminó en favor del encarcelamiento del gobernador de Santa Cruz Jorge Cepernic, equiparando las actas institucionales con la Constitución Nacional (Artículo 23) y el Estatuto del Proceso (...)  Para Strassera, el Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional era igual a la Constitución Nacional”.

   El 19 de mayo de 1976 Videla recibió en la Casa Rosada a los escritores Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Leonardo Castellani y Horacio S. Ratti (SADE). Mientras Borges y Sabato se deshicieron en alabanzas al régimen militar y hablaron de la necesidad de una purificación, el Padre Castellani y Ratti entregaron papeles con los nombres de Haroldo Conti y otros desaparecidos. 

   En Sabato hubo un macabro paralelismo con Strassera. Otros ausentes del golpe “cívico-militar”: ¿dónde esta la responsabilidad de los EE.UU. con el Operativo Cóndor, que arrojó desaparecidos al mar? ¿O la de Mauricio Macri, que con Cacciatore y el después presidente Trump fueron en avión a firmar el contrato que dio origen a Manliba? ¿Dónde están los intendentes civiles radicales que participaron en la administración territorial del golpe? ¿Dónde los ministros como Martínez de Hoz, que subió la deuda externa de Isabel Perón de 7.000 a 49.000 millones de dólares tras la dictadura? ¿O los que, como Llach, promovían “un país para diez millones de argentinos”? Ninguno aparece en la película en la que sobran sillas porque faltó gente.