Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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La pesadilla de una bahiense y su hijo en la boca de El Lobo: "Fue terrible, no podíamos salir de ahí"

Aylen pasa sus días en La Plata. Junto a su hijo y su cuñado francés quisieron ir a vivir el espectáculo del fútbol argentino. Hasta que llegó el horror.

Momentos de desesperación en cancha de Gimnasia.
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Walter Gullaci / wgullaci@lanueva.com

   El fútbol suele movilizar a la familia de Aylen, generalmente por los vaivenes emocionales que suele despertar Racing. Pero esta vez, por esas cuestiones de la vida, esta bahiense y su hijo de 9 años pasan sus días en La Plata. Y estaba bueno eso de ir a ver nada menos que a Boca visitando a Gimnasia. Que de paso le podría dar una gran mano a La Academia de vencer al Xeneize en la puja por el campeonato.

   Fueron con la compañía del cuñado, Michel, nacido en Francia. Y seguramente ávido de conocer en vivo y en directo esta pasión argentina por el fútbol. Pero lamentablemente el caos paró de pronto la pelota.

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   Gases lacrimógenos, detonaciones de armas con balas de goma, corridas, barbarie... Desesperación en la mayoría. Hubo que estar ahí para vivirlo. Y para poder contarlo. Como lo hizo Aylen apenas llegó a su lugar de residencia tras padecer semejante pesadilla.

   "Había muchísima gente en la cancha, muchísima. Y en un momento sentimos que empezaron a tirar gases de la nada, los empezamos a sentir. De repente, no sé si eran los suplentes, pero comenzaron a entrar a la cancha y en la tribuna empezaron las avalanchas", contó.

   Aylen continuó: "Fue terrible, no podíamos salir de ahí, los nenes se desmayaban y no había ambulancia, bomberos ni absolutamente nada que ayudara. Estábamos a la deriva. Encima no parábamos de escuchar tiros".

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   "En un momento nos cruzamos con gente que nos ayudó a salir de la tribuna y entramos a la cancha, con la cara tapada porque no podíamos respirar. Mi hijo obviamente estaba colapsado de nervios. Fue impactante para todos, había muchas familias con chicos", dijo.

   También comentó que en determinado momento se dieron cuenta de que había más gente de lo normal. "Mi hijo se dio cuenta de que no paraba de entrar gente, pero no me quería ir (antes de que empiecen los incidentes) porque afuera tampoco me sentía segura", prosiguió.

   Y reconoció que tuvo miedo, aunque cree que todavía no le terminó de caer la ficha sobre lo vivido anoche. "Cuando estás tan atenta a cuidar la vida de dos personas es como que no te das cuenta del miedo. Pero realmente pensé que podía ser un caos, llegué a creer que no íbamos a poder salir. Fue una situación límite".