Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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A 50 años de la Tragedia de los Andes: cuando uno de los sobrevivientes visitó Bahía Blanca

Roberto Canessa dialogó con La Nueva. a fines de 2011 para analizar lo que denominó como "un experimento crítico". 

Archivo La Nueva.

Por Mariano Buren y Ricardo Aure*

 

   Desapareció en la Cordillera un Avión Militar Uruguayo

   "MENDOZA, 13 (AP) -- Un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que llevaba a bordo 45 personas, muchas de ellas miembros de un equipo de rugby de ese país, desapareció hoy durante un vuelo sobre la cordillera de los Andes entre Mendoza y Santiago de Chile".  ("La Nueva Provincia", sábado 14 de octubre de 1972).

* * *

   Hay 16 sobrevivientes de un accidente aéreo

   Pertenecen al avión uruguayo que hace 70 días cayó en los Andes. Ya fueron rescatados 8 y el resto lo será hoy. En el momento de la tragedia murieron 21 y, días más tarde, sepultados por un alud, otros 8. 

   "MENDOZA, 22 (Télam) -- Lo que puede calificarse como uno de los más dramáticos episodios vividos por el hombre para subsistir en medio de la hostilidad de la naturaleza, toca hoy a su fin para los 16 sobrevivientes del avión uruguayo Fairchild 227, abatido el 13 de octubre último en la cordillera.

   "Ocho de las víctimas de la tragedia, que se cobró 29 vidas, se encuentran en el hospital de San Fernando, Chile, reponiéndose de su permanencia de 70 días, a 6.000 metros de altura, en la zona del río Azufre, a unos 200 kilómetros de la capital trasandina...". ("La Nueva Provincia", sábado 23 de diciembre de 1972).

***

   Redacción de "La Nueva Provincia", viernes 4 de noviembre de 2011.

   Roberto Jorge Canessa tiene 58 años, casi 40 más que cuando era estudiante de medicina, integrante del equipo de rugby del Old Christians Club de Montevideo y pasajero del Fairchild Hiller FH-227D, un turbohélice de la Fuerza Aérea Uruguaya que partió desde la pista de Carrasco a las 8.05 del jueves 12 de octubre de 1972, con destino a Santiago de Chile.

   Hoy es un reconocido médico, especializado en cardiología pediátrica, ganador en dos oportunidades del Gran Premio Nacional de Medicina por sus investigaciones sobre enfermedades coronarias prenatales. También es un frecuente orador motivacional, invitado por universidades, empresas e instituciones de todo el mundo que quieren escuchar su historia, la de uno de los 16 sobrevivientes del accidente aéreo conocido mundialmente como "La tragedia de los Andes".

   En compañía de Laura, su esposa y madre de sus tres hijos, Canessa estuvo por primera vez en Bahía Blanca. Llegó tras una invitación de la Sociedad Sportiva para ofrecer una charla abierta en el Cine Plaza (N de la R: hoy Teatro Gran Plaza), titulada "Grupos humanos en situación de crisis. Una experiencia real", en la que capitaliza sus vivencias durante aquella odisea de 72 días, resaltando los valores que le permitieron sobrellevar situaciones extremas y superarlas, aun contra todos los pronósticos.

   El trabajo grupal, la optimización de los recursos y las cualidades de cada integrante, el respeto mutuo, el valor del liderazgo positivo y la toma de decisiones en función de una estrategia determinada son algunos de los aspectos que Canessa aborda ante audiencias que lo reconocen como un verdadero especialista. Son muy contadas las veces en que un orador está tan autorizado para hablar del tema que propone.

   -La palabra "crisis" también podría ser entendida, desde lo etimológico, como una transición hacia el crecimiento, ¿por qué cree que se insiste en asociarla a lo dramático?

   -Porque creo que la crisis es un momento en el que uno se encuentra en una situación en la que no quiere estar. Cuando hablamos de "crítico", hablamos de situaciones límites o terribles de la vida que a todos, tarde o temprano, van a tocarle. Entiendo lo que se me pregunta pero nosotros decimos que, en los Andes, estábamos en una situación de crisis.

   -Pero podría decirse que se trató de una situación de emergencia.

   -Sí, o de una situación límite, porque emergencia me suena más a medicina, a paciente sangrando, por ahí debido a mi formación profesional. Como que la emergencia es algo de lo que uno sale prontamente. Lo nuestro, en cambio, era algo mantenido en el tiempo. Es posible que esos 72 días fueran una situación que se asimila mucho a las personas que pierden un hijo o que tienen una situación de cáncer. Gente que tiene su propia Cordillera.

   -¿Qué propone a través de sus conferencias?

   -Busco señalar qué pasa adentro de nosotros mismos en estos momentos críticos o de emergencia. Es decir, qué pasa cuando uno toca fondo, qué resortes tiene que utilizar para seguir. De qué hay que aferrarse en los momentos más duros de la vida.

   -¿Dónde está el valor de lo que cuenta?

   -Fuimos un experimento crítico, como cobayos puestos en una situación terrible. ¿Qué pasa en ese momento? Bueno, soy uno de los cobayos que cuenta lo que le pasó. Y esa experiencia sobre el comportamiento en determinadas situaciones está en las reflexiones que puedo hacer en la charla, más las que ofrece el público. El gran valor de esta historia, vista retrospectivamente, está en poder contarla en definitiva como un experimento sobre el comportamiento humano, la necesidad de adaptación y cómo cambian los valores de todos los días.

   -¿Qué nervio social cree que tocaron para que esa historia siga siendo tan conocida?

   -Creo que tengo la respuesta. Pero, ¿a usted cuál le parece que fue?

   -Hay una mezcla de admiración y morbo. Sobre todo morbo.

   -Sí, es un elemento interesantísimo. Creo que es una de las llaves para ingresar a esta historia, porque cuando la gente nos dice: "Ustedes se salvaron porque se comieron a los muertos", siempre les respondo: "Después de que nos comimos a los muertos, estábamos exactamente en el mismo lugar". A pesar de todo lo que se ha dicho, esa es una parte en la que únicamente compramos tiempo para seguir viviendo.

   -¿También existe una parte de admiración?

   -La historia tiene vigencia porque el mundo nos declaró oficialmente muertos. Fuimos olvidados y abandonados, y después vieron que aparecíamos vivos... Todavía recuerdo cuando, en una entrevista con la BBC de Londres, me dijeron: "Ustedes son resucitados". Le respondí: "No, nosotros estuvimos vivos siempre". Ahí está ese error humano de habernos decretado muertos por anticipado, y entonces surgen las preguntas: ¿Y cómo hicieron? ¿Y cómo el mundo entero pudo equivocarse? ¿Cómo puede ser que todos los diéramos por muertos? ¿Qué presunciones erróneas hicimos?

   -Algo ideal para ser retratado por Hollywood.

   -Claro, lo malo es que Hollywood dio una versión nuestra muy hollywoodense. Tenían una realidad y la deformaron para hacerla más novelada.

   -¿Alguna otra vez afrontó una situación tan extrema como aquella?

   -Sí, cuando mi hermano tuvo un accidente. Estuvo clínicamente muerto y tuve que resucitarlo.

   -Con su experiencia en superar al menos dos instancias críticas, ¿qué aprendió?

   -El año pasado fuimos a Chile para jugar un partido conmemorativo, y uno de los jugadores hizo un paro cardíaco en plena cancha. Hubo que reanimarlo ahí mismo, casi al pie de la Cordillera.

   -No vaya más.

   -(Sonríe) Yo miraba la Cordillera y pensaba que nos decía: "Ustedes de vuelta...". Fue terrible el momento. Por suerte había como 10 médicos alrededor para ayudar, hasta que vino un helicóptero con unas sondas y equipos para conectarlo. Cuando todo terminó, pensé en lo débiles y vulnerables que somos. Eso es el aprendizaje, algo que nunca debemos olvidar.

   -Ahora que muchos intuyen que ante el 2012 estamos en el umbral de alguna clase de Apocalipsis, ¿cree que realmente vamos a estar a prueba como especie?

   -Somos una especie malcriada. Tenemos agua y comida en abundancia, están subsanadas todas nuestras necesidades básicas, recibimos mucho más de lo que necesitamos, hacemos mucho menos de lo que podemos y vivimos quejándonos. Esa es la realidad de nuestra sociedad. Hasta que un día se caiga el avión y uno se dé cuenta de lo bien que estaba.

   -¿Cuál podría ser, en ese caso, la caída del avión?

   -Cuando digo eso, me refiero a que uno se dé un golpe que le hace perder la alegría de vivir, que transforma todo en una lucha por sobrevivir.

   -En esa lucha, ¿piensa que la vida sólo se limita a este plano terrenal?

   -No. Creo que hay una vida posterior, que el alma trasciende el tiempo de la vida, que mi alma va a pasar a algún otro estado después de esto. En ese sentido, el materialismo va en contra de la espiritualidad. Siempre digo que conocí un Dios en los Andes que es diferente al de todos los días. Uno me acompañó, mientras que el otro me prohibía todo.

   -¿Cómo era esa compañía?

   -Ese Dios me hacía ver que los problemas de los hombres son de los hombres y los problemas de Dios son de Dios, y que hay una lógica superior que es difícil de entender. ¿Por qué unos viven y otros no? El hombre tiene necesidad de contar con esa fuerza superior, cuando siente que sus propias fuerzas flaquean.

   -¿Qué parte suya siempre va a estar en los Andes?

   -La impotencia del hombre frente a la montaña, y el hecho de saber que se puede lograr lo que uno cree imposible.

   -¿Queda algún detalle que se haya juramentado no revelar nunca públicamente?

   -Sí, lo que tomamos de los muertos. Eso es algo que nunca vamos a contar.

   -Después de 40 años de entrevistas, ¿hay alguna pregunta sobre el tema de la que ya esté cansado?

   -"¿Qué sentiste cuando se cayó el avión?", "¿Era un equipo de rugby?", "Contame de la Cordillera", "¿Cómo fue el alud?". Me molesta que me pregunten los hechos que ya se saben. Hay que mirarla como una historia para debatir sobre cómo funciona la realidad, sobre el comportamiento, los valores y las ideas, donde la plata es apenas papel, donde cada hombre vale por lo que hace, donde se pierden muchas de las vanidades habituales, donde cambian todos los valores conocidos. Es curioso que después la sociedad nos atribuyó el papel de héroes, tomando nuestra experiencia y tratando de encajonarla dentro de los carriles habituales, cuando fue algo completamente diferente de lo habitual.

   -A la inversa, ¿hay alguna pregunta que le hubiera gustado que le hicieran y todavía no llegó?

   -Hace unos años me hubiera gustado que me preguntaran qué consejo les daría a mis hijos y cómo se reflejó esta experiencia en ellos. Pero ya pasó muy de moda. Tienen 30 años y, cuando me dan un beso, me pinchan...

¡Viven!

   

   * El avión se estrelló el 13 de octubre de 1972. Tras 66 infructuosas misiones, la búsqueda se suspendió ocho días después.

   * Los sobrevivientes soportaron temperaturas de entre 25 y 42 grados bajo cero. Tras una discutida decisión, decidieron alimentarse con la carne de los cadáveres, salvo la de familiares y de las mujeres.

   * Roberto Canessa asumió el liderazgo. Con los forros de los asientos fabricó guantes, botas con los cojines y anteojos con el plástico tintado.

   * El 12 de diciembre, Fernando Parrado, Canessa y Antonio Vizintín partieron en busca de ayuda. Al tercer día, Antonio se lesionó ante un resbalón y regresó junto a los restos del avión.

   * Diez días después, tras haber caminado unos 55 kilómetros, al otro lado de un río que no pueden vadear por el deshielo, Canessa y Parrado divisan a un arriero chileno y le hacen llegar un mensaje escrito: "Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos caminar. ¿Dónde estamos? ¿Cuándo vienen?".

   * El arriero, Sergio Catalán, les alcanzó un poco de pan y fue a darles a aviso a los Carabineros. Diez horas después regresó con ayuda.

   * El 22 de diciembre, guiados por Parrado, dos helicópteros acudieron al rescate. Los sobrevivientes fueron llevados a Santiago.

   * Un mes más tarde, los fallecidos fueron sepultados a 800 metros del avión. Sobre la cruz se lee: "El mundo a sus hermanos uruguayos". 

*Nota publicada originalmente en el suplemento "Domingo" del 27 de noviembre de 2011