Los 25 años de Dow: una historia de transformaciones hacia un futuro promisorio
La empresa produce pellets de polietileno para su utilización en empaques para diversos mercados. Un repaso de un crecimiento que se proyecta para la ciudad, la región y el país.
Iniciados los ´90, Bahía Blanca ya mostraba su perfil industrial. Unos años antes, la construcción del gasoducto Neuba II —que inicia su recorrido en la cuenca neuquina y llega hasta el área metropolitana de Buenos Aires— y de la central termoeléctrica Luis Piedrabuena, eran una realidad. Además, el parque industrial contaba con más de dos décadas de existencia, coincidiendo su fundación con la promulgación de la Ley Nacional de Parques Industriales del ´73, que propiciaba la instalación de industrias dentro de los predios a través de ventajas logísticas e impositivas. El panorama parecía promisorio; sin embargo, los proyectos aún no lograban despegar.
Recién en 1995, dentro del proceso de privatizaciones que tuvo su auge en los ´90, los bahienses vivieron un año bisagra: Dow adquiría el 63 % de Petroquímica Bahía Blanca (PBB), generando una plusvalía inmediata para la ciudad.
Consecuentemente con la adquisición inicial de Dow, el PI local comienza un camino de transformación, esencial para aprovechar el viento de cola que generaban las inversiones de su nuevo vecino. Buscando evitar las dilaciones estatales que impedían el asentamiento de nuevas industrias en el Parque, los titulares de las empresas ya instaladas en el predio abogaban por un modelo público-privado de gestión. La conversión del PI en un consorcio de propietarios que lo administran terminó de concretarse en 2000. De este modo, los consorcistas lograron gestionar los recursos con los que contaba el PI, generando nuevos acuerdos de cooperación y facilitando la radicación de empresas en el predio. Muchas de las compañías que hoy brindan servicios esenciales para Dow se instalaron en el PI después de esta reforma clave.
Llegado el año 2001 y, en plena crisis nacional, Dow jugaba una carta que abría un escudo de protección para Bahía Blanca: una inversión de más de 720 millones de dólares. La compañía triplicaría la producción del complejo, pero antes necesitaba ampliar su infraestructura.
Por ese 2001 cientos de bahienses fueron parte de la construcción del complejo que desafiaba a la realidad. En el pico de la construcción llegaron a trabajar hasta 3.000 personas. En este contexto, se construyeron dos nuevas plantas (LHC2 y EPE) con tecnología de punta, se ampliaron las unidades existentes y se rediseñó totalmente la planta de Site Logistics, con la construcción de una playa de trenes y una nueva planta de embolsado.
Dow termina de asentarse en Bahía Blanca en 2005 con la compra del resto del paquete accionario de PBB Polisur a Repsol. Por ese entonces, la Dow bahiense ya empleaba de manera directa a más de 500 personas. Indirectamente, ya habían nacido decenas de empresas de servicios.
Durante este período de consolidación, el Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca (CREBBA) registró un aumento de los aportes generados por el complejo petroquímico. De 2003 a 2006 se estimó que el conjunto de pagos en concepto de contratación de personal, y compras a proveedores locales por parte de las empresas que formaban la Asociación de Industrias Químicas de Bahía Blanca (Dow, Profertil, Compañía Mega y Solvay Indupa), pasó de U$S 170 millones en 2003 a U$S 260 millones en sólo dos años. El mismo informe señalaba el aumento de la red de proveedores, llegando a casi 300 empresas que vendían bienes y servicios por más de U$S 200 millones al año a las empresas de la ahora desaparecida asociación.
Iniciado 2008, Rolando Meninato, en aquel momento CEO de Dow, se reunía en la Casa de Gobierno con el exgobernador Daniel Scioli. El motivo era informar la inversión de U$S 30 millones para llevar adelante la primera parada de planta de la empresa. La puesta a punto incluía la reconversión de algunos equipos y la ampliación de su capacidad de trabajo. Para mediados de año, las tareas de mantenimiento ya eran ejecutadas por un centenar de empresas de la región que emplearon cientos de trabajadores.
Mucho antes de Dow, Bahía Blanca tenía potencial industrial. Las condiciones geográficas propiciaron el carácter de la ciudad y hasta marcaron el rumbo educativo de la región. La ingeniería, la creatividad y la innovación se respiran en la academia bahiense. Dow, apostando al desarrollo humano, comenzó en 2009 un vínculo activo con las universidades, dando el puntapié junto a la UTN con la implementación del Programa de Certificación de Oficios, una herramienta para reconocer formalmente las competencias ocupacionales de los trabajadores. Esta primera alianza educativa fue el catalizador de una fecunda relación entre empresa y universidades que incluye un programa de puertas abiertas, una oportunidad para que los alumnos tengan su primera experiencia laboral dentro de la compañía para facilitar su transición al mercado laboral, y hasta una cátedra en la UTN con el nombre de Dow.
De 2009 a 2014 la empresa invirtió un promedio de U$S 14 millones anuales. En ese lapso se sucedieron diversos récords de producción de Dow Bahía Blanca, hitos relevantes no sólo para la compañía, sino también para el país. Alcanza con observar la evolución nacional de las toneladas producidas por la industria petroquímica de 2000 a 2014 para entender la influencia del polo petroquímico en la balanza nacional. En ese espacio de tiempo, el promedio de producción nacional llegó a las 6,5 millones de toneladas; por el lado local, el promedio del polo petroquímico fue de 4,21 millones de toneladas producidas en el período.
Llegando 2015, el CREEBA estimaba el aporte del complejo petroquímico a la actividad económica local en unos U$S 131 millones. Además, indicaba que más allá de los casi 1.500 empleos directos, la industria generaba entre 4 o 5 empleos indirectos por cada empleo directo. Con este panorama, en 2017 el expresidente Mauricio Macri visitó Bahía Blanca para anunciar junto al entonces CEO de Dow, Gastón Remy, la inversión de más de U$S 210 millones para la parada de planta más grande de la historia de la compañía. Al año siguiente, y según lo previsto, se llevaron adelante las tareas de puesta a punto y mantenimiento del complejo empleando a más de 700 personas de la ciudad.
Un poco antes de 2017, y luego de décadas de asumir su identidad bahiense, Dow emprendió un camino de sponsoreo deportivo apoyando a Bahía Basket, la iniciativa de Pepe Sánchez para desarrollar jóvenes talentos del básquet, brindando no sólo soporte deportivo sino también apoyo educativo, vivienda y atención médica.
El Dow Center, un complejo que brinda no sólo soporte deportivo sino también apoyo educativo, vivienda y atención médica.
Por este motivo, cuando Bahía Basket comenzaba la construcción de un centro de entrenamiento de élite y de ciencia aplicada al deporte con foco en la formación de jóvenes talentos y en el desarrollo social de la comunidad local, Dow se involucró activamente. Con la ambición de convertir al proyecto en el centro deportivo más importante de América Latina, Dow asesoró a Bahía Basket en tecnologías para mejorar la eficiencia energética, confort, sistemas constructivos eficientes y una gestión operativa sustentable. El vínculo de Dow con Bahía Basket se selló con un acuerdo que permitió a la compañía darle nombre a este nuevo espacio multipropósito. Hoy, el Dow Center es una realidad que da respuesta a un viejo anhelo de los bahienses: contar con un estadio que represente su amor incondicional hacia el básquet.
Dow es parte de la identidad de Bahía Blanca y es un motor que aporta al desarrollo. El impacto positivo de Dow en la ciudad se puede observar en los registros de la Unión Industrial: un año antes del desembarco de la compañía en el 96, la entidad contaba con algo más de 50 asociados. Hoy son más de 230 las empresas afiliadas. Desandar estos 25 años de inversiones de la compañía en Bahía Blanca es ver una historia de crecimiento que se proyecta en un futuro promisorio para la ciudad, la región y el país.