Bahía Blanca | Miércoles, 25 de junio

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¿Bahía Blanca está más o menos expuesta a la variabilidad climática?

“Entiendo que no será como en otras regiones, pero tampoco la sacaremos barata”, dijo Carlos Zotelo, del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet. La lectura que inquieta: Llueve la misma cantidad de días, pero períodos más cortos de tiempo.

¿Bahía Blanca está más o menos expuesta a la variabilidad climática? ¿Bahía Blanca está más o menos expuesta a la variabilidad climática?
Formación de tormenta sobre la ciudad. / Fotos: Emmanuel Briane, Pablo Presti y Rodrigo García-La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “Cada grado que la temperatura aumenta en el planeta, representa el 7 % de incremento en la precipitación y una contracción de la cantidad de días en que cae el agua. Es decir, más lluvias en menos tiempo; o también puede leerse como períodos más prolongados sin lluvias”.

   La definición corresponde al Lic. Carlos Zotelo, climatólogo del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet.

   Viene a cuento por el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC, por sus siglas en inglés), donde se precisa, entre otras consideraciones como consecuencia del calentamiento global, que la temperatura del planeta aumentará alrededor de 1,5 grados en los venideros 19 años, siempre y cuando los países comiencen —hoy mismo— a disminuir las emisiones.

   “¿Cuánto significa un grado? Energéticamente hablando, cada grado es una catástrofe”, asegura Zotelo, quien es licenciado en Ciencias de la Atmósfera.

Lic. Carlos Zotelo, del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet.

   “Sólo con que la temperatura aumente un grado más de lo que se ha producido hasta ahora muchas ciudades costeras podrían desaparecer”, agrega.

   En tal sentido, explica que el 80 % de la población a nivel global se encuentra en regiones costeras, ya sea a orillas de ríos, océanos y mares.

   “En la mayoría de las ciudades, los grupos que se asientan en la costa se componen del segmento de la población más vulnerable. Esto se da en todo el mundo”, dice.

   “Hay menos recursos y eso supone un problema grande para los países por las migraciones y por las enfermedades. El mundo hoy no está preparado para un eventual cambio de infraestructura”, indica.

   El Lic. Zotelo admite que el aumento de la temperatura en la ciudad, y en la región, provocaría inconvenientes en la producción agropecuaria.

   De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la ciudad de Bahía Blanca tiene —contemporáneamente— un promedio anual de temperatura de 15,5º.

   “¿Qué sucedería si sube un grado y medio más hacia 2040? En realidad, no será igual en todos lados, pero Bahía Blanca bien puede caer en ese promedio global. Y, si no se hacen correcciones, las consecuencias pueden ser las citadas anteriormente”, asevera el Lic. Zotelo.

   “De todas maneras, el dato más importante pasa por otro lado. Si uno suma la cantidad de minutos al año en que efectivamente llovió en forma concreta, concluye que en Bahía Blanca ha precipitado, en décadas anteriores, un promedio de entre 16 días seguidos”, describe.

   “¿Qué ha pasado en los últimos años? Se está contrayendo esa cantidad de minutos. Es decir, llueve la misma cantidad pero en menos horas y, por ende, menos días”, amplía.

“Ahora estamos en un promedio de 12 días para los mismos niveles de precipitación; es decir, llueve en forma menos frecuente”, dice.

   “Los problemas más comunes en el ámbito urbano son por anegamiento, aunque no estemos en una zona donde llueve demasiado y el fenómeno dura poco tiempo. No es lo mismo 30 milímetros en 10 minutos que la misma cantidad en 24 horas”, argumenta.

   Bahía Blanca se comporta como una ciudad continental, a semejanza de Córdoba, y con una importante amplitud térmica respecto de las costeras por la presencia del mar. En tal caso, las sierras del sistema de Ventania juegan un papel sustancial (como limitante) a la hora de dar explicaciones.

   “Es cierto que aquí, por fortuna, no se han producido fenómenos extremos como 400 milímetros en unas horas o nieve intensa en sitios desusados. En realidad, iríamos más hacia la falta de lluvias”, insiste.

   El Lic. Zotelo también señala los perjuicios para el campo.

   “Si se llueve todo en 10 minutos, la mayor parte del agua queda retenida formando charcos. Luego, una parte se evapora. Otra, la toman los animales. Una porción importante escurre por relieve y muy poco termina en las capas profundas del suelo; sólo queda algo en las primeros niveles”, señala.

   “En cambio, si tuviéramos esa misma precipitación en forma constante y no en un período corto de tiempo, el agua podría ingresar a toda la capa de suelo con los lógicos beneficios para la producción agrícola”, amplía.

   El experto en clima fue más allá de la temperatura y de la lluvia.

   “En las últimas décadas, en Bahía Blanca venimos notando una disminución en la intensidad del viento en agosto, justo en el mes que, históricamente, es más activo. Este fenómeno de retracción comenzó en la década del 80, pero ahora se profundizó”, sostiene.

   Asimismo, citó un corrimiento de los vientos por encima de los 30 kilómetros por hora hacia septiembre, ya que en agosto se consolidó un amesetamiento.

   El viento que tenemos los bahienses llega desde el noroeste en casi el 90 % de los casos. Y tiene que ver con lo que sucede en la zona árida, desde Jujuy hacia el sur argentino.

“De permanecer estas características de cambio climático en Bahía Blanca, los procesos de evaporación serán más altos, con lo cual el aporte de la lluvia no alcanzaría a compensar las necesidades a futuro”, predice.

   “¿Menos vientos, menos lluvias? No necesariamente. Que haya menos vientos es una consecuencia de la compensación que tiene la atmósfera sobre los sistemas de presión”, aclara.

   Nuestra zona viene castigada por la recurrente falta de lluvias, más allá de algunos episodios húmedos.

   “Otro punto importante es que, si se dan los escenarios que se vienen manejando en la región cordillerana de Mendoza, al sur de Neuquén o inclusive Río Negro, tendremos menos depósito de precipitaciones en forma de nieve. Eso implicará menos caudal en los ríos, en el Colorado principalmente, que repercutirá en la faz productiva del sur del sudoeste bonaerense”, calcula.

“La regionalización es un dato trascendente”

   —¿Cuál es tu primera impresión del informe del IPCC?

   —Positiva. No por los resultados en sí, sino porque hubo cambios en la estructura de trabajo en respuesta a la demanda de la comunidad científica por la regionalización de la información.

   “La Argentina era considerada como un bloque único. El sur de Sudamérica, básicamente Patagonia, se asumía como similar, tanto del lado chileno como argentino; luego el sudeste de Sudamérica; la región pampeana, más Uruguay y el sur de Brasil, que tienen patrones meteorológicos similares, también.

   “La disgregación de la información y un análisis más profundo nos ayuda a sacar conclusiones con mayores certezas. Por ejemplo, Bahía Blanca y Rosario tienen realidades totalmente distintas, pero estaban en el mismo paquete. Ya no. 

    “Trabajaron 234 autores de 66 países y el proceso de revisión insumió la evaluación de unas 14.000 publicaciones científicas y más de 78.000 comentarios de revisión de un panel interdisciplinario”.

   —Siempre apuntando a la responsabilidad del hombre.

   —Es el sesgo de entrada: el IPCC siempre asocia el calentamiento global al hombre, lo cual, según entiendo, es un punto débil. 

Las señales que advierten el cambio climático.

   “Poco se menciona de los ciclos naturales, aunque es cierto que han cambiado algunas posturas en las que se habla de concentración de dióxido de carbono similar al pasado. Eso antes era único e inédito en la comunidad, pero ahora se va aceptando. Hay trabajos científicos que aseguran que, hace cientos de miles de años, teníamos concentraciones similares a las actuales y no había revolución industrial ni nada que lo pueda explicar”.

   —¿Cuál es la responsabilidad real del hombre?

   —Tiene una importante incidencia en la modificación del clima, sobre todo en los últimos 150 años como producto de la revolución industrial. Eso está claro y no es gratis, porque es lo que venimos percibiendo ahora.

   “Después tenemos eventos que vienen retardados. ¿Por qué no se notó en las décadas de los 20, 30 y 40 cuando la temperatura a nivel global iba descendiendo? ¿Por qué no hubo efecto de la industrialización? Hay sistemas que tienen inercia y por ahí hoy no se aprecia el resultado de lo que se hizo ayer, sino quizá mucho antes. Eso hace que cualquier análisis sea complejo, porque no todas las variables ni todos los sistemas tienen la misma dinámica”.

   “Después tenemos eventos que vienen retardados. ¿Por qué no se notó el calentamiento global en las décadas de los 20, 30 y 40 cuando la temperatura a nivel mundial iba descendiendo? ¿Por qué no hubo efecto de la industrialización de inicios del siglo XX? Hay sistemas que tienen inercia y por ahí hoy no se aprecia el resultado de lo que se hizo ayer, sino de lo que se realizó quizá mucho antes. Eso hace que cualquier análisis sea complejo, porque no todas las variables ni todos los sistemas tienen la misma dinámica”.

   —¿Cuáles son los escenarios a futuro considerando un calentamiento del planeta a 1,5 grados para los venideros 19 años?

   —Son tres los que se manejan en el ambiente científico.

   “Por un lado el positivo, considerar que se toman las medidas en forma rápida porque los países se ponen de acuerdo, se actúa y se modifican procesos industriales, manejos del uso del suelo, químicos a la atmósfera y demás. ¿Qué pasaría? El sistema tardaría en responder. ¿Cuánto? Una década y media, casi dos, en dar los primeros indicios y la temperatura no aumentaría más que este grado y medio. Dentro de 30 años estaríamos al mismo nivel que hoy, pero en pendiente negativa con las energías limpias y demás.

   “¿Qué pasaría en el peor escenario, el pesimista, donde el mundo no cambia los hábitos de consumo energético, los procesos de industrialización y no pasa a energías limpias sino que continúa quemando carbón por ser la fuente más barata? Estaríamos hacia un final de siglo con alrededor de 5 grados por encima de los valores preindustriales.

   “El tercer escenario, el realista, es el que venimos manejando. Representa un nivel intermedio, en el que algunos países sigan sumando energías limpias y renovables y bajen hábitos de contaminación ambiental para llegar a 2100 con 2,3 grados por encima de los valores preindustriales. ¿Si es el más viable? Probablemente, pero la política viaja en un tren distinto y separado las necesidades de la gente”.