Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Los Pulpos: el equipo de tenis adaptado suma a más personas

Desde que DUba -Discapacitados Unidos bahienses-- recibió seis sillas adaptadas especialmente para los jugadores, gracias a un convenio entre la UTN y el Parque Industrial, el equipo está en condiciones de realizar una nueva convocatoria.

Los Pulpos practican en el Club Universitario, dos veces por semana.

   El proyecto del equipo de tenis adaptado Los Pulpos, desde sus inicios, aporta inestimables beneficios físicos y emocionales a quienes lo practican y también a quienes los enseñan, los profesores Mauricio Lezzieri y Federico Madariaga.

  Ahora, gracias a que la UTN entregó al grupo seis sillas prototipo especialmente diseñadas para la actividad, el grupo tiene la posibilidad de invitar a más gente a sumarse. Quienes lo hagan solo deben tener muchas ganas de jugar.

   La actividad se realiza en el Club Universitario, con entrada por calle San Juan, los lunes a las 19 y los sábados, a las 9.30 horas.

   Los Pulpos le prestan, a quienes se integren, personas con discapacidad motriz, la silla y la raqueta.

   Mauricio Lezzieri comentó sobre esta circunstancia reciente que les permite hacer una convocatoria.

   “Antes estábamos más limitados porque no podíamos ofrecer sillas. Más que nada, considerando a la gente que no se maneja en su día a día en silla de ruedas, como son los amputados”, explicó.

   Luego, a través de DUba se firmó un convenio entre la UTN y el Parque Industrial y se recibieron estas seis sillas que permiten a los deportistas seguir practicando profesionalmente y seguir creciendo.


Los Pulpos, agosto de 2019.

   “Recientemente se incorporaron tres integrantes nuevos, hay tres o cuatro que van y vienen, y un par que debieron suspender por temas de salud. En total, hay un equipo de 7 u 8 personas, con quienes realizamos la actividad”, dijo Lezzieri.

   La idea es abrir la convocatoria para que más personas puedan disfrutar de los beneficios que trae la actividad física a quienes están en silla de ruedas o tienen dificultades motrices, lo que de por sí, los hace llevar una vida más sedentaria.

  “Casi todos los médicos les recomiendan que hagan una actividad física. Ni hablar del beneficio social de hacer una actividad con gente que está en las mismas condiciones. Es una experiencia muy productiva y enriquecedora que les hace muy bien y a nosotros también”, dijo el profesor quien junto a Federico Madariaga, su impulsor, está casi desde los inicios.

   En la cancha la discapacidad se disuelve. Lo único que importa es pegarle a la pelota, coordinar la raqueta con el desplazamiento de la silla, ganar velocidad, acertar el golpe y posicionarse.

   El desafío es tan grande que una de sus integrantes de la primera hora, Guadalupe Arceo, se preguntó en el inicio del grupo: "¿Cuántos brazos se necesitan para hacer todo lo que hay que hacer en la cancha? ¡Tenés que ser un pulpo!" Y sin querer, queriendo, bautizó al equipo. 


Una bandera que los llena de orgullo, los identifica y les da muchas satisfacciones.

  “El 2020 arrancamos en marzo y a los 20 días cortamos por la pandemia. Quisimos volver en agosto y llegó una ola con más complicaciones y algunos aislados por contacto estrecho”, comentó.

   Este año, sin embargo, vienen con encuentros continuados y agregaron un día a la semana por el entusiasmo que tiene el grupo nuevo.
  Brindaron un especial agradecimiento a la coordinadora del proyecto de las sillas, Dana Gallego y a los estudiantes de ingeniería y mecánica, Carolina Salazar, Leon Moscovakis, Jonatan Raspante, Mauro Fernández y Elian Quiroga.

   A partir de esta idea se trabaja en serie en la fabricación de estas sillas de ruedas.

   DUba crece y así también crece una Bahía más accesible para las personas con discapacidad.