Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Pese a los furcios, en el Gobierno renace el optimismo preelectoral…

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

NA y Archivo La Nueva.

   Una primera conclusión de hierro a la que han arribado en las últimas horas los funcionarios más cercanos al presidente Alberto Fernández: los errores no forzados del mandatario, o los que provienen de la incontinencia verbal que suele traicionarlo, no le sacan votos al Frente de Todos y renuevan los pronósticos de que el oficialismo ganará las elecciones del 12 de noviembre por entre cinco y diez puntos.

   Ese último dato, que no es menor, surge de la lectura de las últimas encuestas sobre intención de voto para las PASO del 12 de septiembre, algunas de las cuales son propias, otras independientes y otras que fueron enviadas por el gobernador Axel Kicillof.

   “La realidad hoy es que pese a todo lo que nos ha pasado no estamos perdiendo votos duros, votos propios, en todo caso no nos votarán aquellos que no son del palo y que en 2019 se fueron del lado de (Mauricio) Macri”, dicen en los despachos del ministro Gabriel Katopodis, convertido casi en un subjefe de campaña detrás de Santiago Cafiero.

   La lectura que hace Katopodis pero también otros funcionarios del entorno presidencial, en coincidencia con lo que se piensa y dice en carpas del Frente de Todos como el kirchnerismo y el massismo, es que la serie de errores cometidos por el gobierno en el peor de los casos espantan al llamado “voto blando”. Para la mayoría de ellos, el frentetodismo “no pierde uno solo de los votos duros” que los acompañan siempre, una franja que según quien lo diga ocupa el 33/35 % del electorado. “En todo caso va a ocurrir que no nos votarán aquellos que ya estaban decididos a no votarnos, antes de algunos errores que cometimos”, insisten en aquellos despachos.

   Es ese bagaje inamovible, para ponerlo en boca de uno de los funcionarios al tanto de esas lecturas y que se reúne a diario con el presidente, “aquel votante que dice que la votaría a Cristina como antes lo hacía por Néstor (Kirchner) y ahora lo haría por Alberto en cualquier circunstancia, sea la que sea, escándalos al margen”.

   Dicen los confidentes del Gobierno que esa misma lectura o mirada imperó el lunes en la reunión que Fernández mantuvo con la cúpula de la CGT, que le reiteró el apoyo del mundo sindical a la coalición gobernante aunque le puso, como suele ocurrir, algunos condicionamientos traducidos en la cancelación de la millonaria deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales. “Puede haber algunos yerros, pero la gente nos a votar a nosotros porque la oposición no existe”, se envalentonó Héctor Daer.

   Reconocido ese panorama preelectoral, y también la suma de errores no forzados del presidente y derrapes más o menos sonoros de los candidatos, con el exabrupto sobre la sexualidad de los peronistas de Victoria Tolosa Paz a la cabeza, en la Casa Rosada dicen que en los 12 días que quedan para las PASO el Presidente “buscará recuperar la centralidad y la confianza”, dañada según los propios funcionarios como consecuencia de esos mal pasos involuntarios o a veces autoinfligidos.

   Para ello, el presidente Fernández se mostrará activo y con mucha presencia en la campaña en lo que resta de aquí a las primarias del 12 de agosto, Ese raid arrancó hoy con un acto en Tecnópolis y seguirá en los próximos días con visitas a “territorios amigos” como provincias gobernadas por el peronismo afín a la Casa Rosada, como La Pampa, La Rioja y San Juan. Se mencionó la posibilidad de una visita a la provincia de Córdoba, antes de las PASO, en medio de la siempre conflictiva relación entre Alberto y Juan Schiaretti. La intención es brindar un último apoyo antes de las primarias a los candidatos del Frente de Todos, Alfredo Caserio para el Senado y Martin Gill para Diputados, Pero por ahora nadie confirmaba esa visita en los despachos de Balcarce 50.

   Casi una obviedad a estas aturas y en medio de tantos preparativos: todo el albertismo ruega por igual que el Presidente se llame a silencio, que abandone sus ya famosos tuiteos nocturnos que suelen darle “letra” para las polémicas del día siguiente, y que abandone la idea de ser “defensor de pobres y ausentes”, como definió un colaborador a su errada defensa de la maestra de La Matanza que buscó adoctrinar a un alumno y se ganó el repudio hasta de Kicillof y el ministro Trotta.