Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Subsidios económicos: ¿beneficio para todos o solo patear problemas?

Aunque su abandono intempestivo aporta más complicaciones de las que evita, mantener la cuenta sin alteraciones implica riesgos a futuro. 

Foto: Archivo La Nueva.

Francisco Rinaldi/frinaldi@lanueva.com

     ¿Son justos los subsidios a los servicios públicos? La pregunta cobra vigencia no solamente por el comentado affaire entre el ministro de Economía Martín Guzmán y el funcionario de la secretaría de Energía Federico Basualdo, sino porque, quiérase o no, bajar en forma abrupta el aporte que el Gobierno hace para que las tarifas no suban evita, en el cortísimo plazo, un mayor deterioro del maltrecho poder de compra de los salarios, aunque mantenerlos hace más difícil lograr un acuerdo con el Fondo Monetario y suma presión a las cuentas públicas y, en el mediano, más inflación. 

     “Los subsidios a la energía y al transporte llegaron a representar casi un 4 por ciento del PBI en 2014. En 2016, el primer año de Macri, se mantuvieron en niveles similares hasta que entre 2017 y 2019, se retiraron en forma abrupta, lo que explica, en parte, el enorme salto inflacionario del período”, explicó el economista Amilcar Collante.

     Entre los primeros tres meses de 2020 y 2021, los aportes del Estado para anclar las tarifas aumentaron en 84.000 millones de pesos en un año sin tener en cuenta el efecto de la inflación. En idéntico lapso (primer trimestre de este año contra igual mes de 2020), el gasto estatal en jubilaciones y pensiones se redujo en 77.000 millones, de acuerdo con el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).

    Incluso, según publica el periodista y economista Maximiliano Montenegro en su sitio web, de enero a marzo de 2021, la partida de “subsidios económicos” creció a un ritmo muy acelerado (un 77% interanual en términos nominales) con respecto a un año atrás.

     En cambio, el gasto en “jubilaciones y pensiones” creció en idéntico período al 30,6% interanual, de forma que los subsidios económicos duplican la velocidad de ajuste de jubilaciones y pensiones.

     Así, semejante dualidad obliga a preguntarse, primero, acerca de los beneficios de los subsidios al transporte y a la energía, y segundo, a quienes llegan. O, mejor dicho, sin son o no “justos” en términos de la distribución del ingreso.

     “Los beneficios de esta política no se agotan en que la gente simplemente paga menos. Sirven como incentivos a la producción, porque muchas pymes no ven aumentar sus costos, al tiempo que funcionan como una barrera de contención a la inflación”, explicó el economista del MATE Marco Kofman.

     Collante coincide y hace énfasis, sobre todo, en el momento especial que se vive. “Acá hay un tema de tiempos. Permitir un aumento desmesurado de tarifas públicas sería desastroso en términos inflacionarios, sobre todo, tomando en cuenta que las últimas mediciones dieron muy por encima de lo que se esperaba”.

¿Justos?

     Si tomamos en cuenta que tanto pobres como ricos necesitan de los servicios públicos para poder vivir dignamente, es lícito preguntarse si es justo que el Estado subsidie los consumos de las capas más acomodadas de la sociedad, quienes sí tienen los recursos suficientes para pagar el precio total y sin aportes públicos.

     Concretamente ¿son progresivos los subsidios, en el sentido de que ayudan a achicar las diferencias de ingresos entre ricos y pobres? Para el economista Leopoldo Tornarolli, los subsidios son “progresivos, pero pro-ricos”.

     ¿Qué significa este juego de palabras, en apariencia, apenas semántico? “La progresividad se mide en relación al ingreso: si su ingreso es 10 pesos y el mío 100, y a usted le dan 10 pesos de subsidio y a mi 40, eso representa que su beneficio es del 100% de su ingreso, mientras que a mí me benefician por el 40% de mi ingreso. Eso es progresivo porque baja la desigualdad para la mayoría de indicadores, ya que antes la brecha era 10 (100/10) y ahora es 7 (140/20)”, ejemplifica Tornarolli.

     Pese a ello, prosigue el economista especializado en temas distributivos y de pobreza “a mí, que soy más rico, me dieron 40 pesos y a usted, que es más pobre, 10”.

     Kofman advierte que “los subsidios no son una política distributiva, simplemente, sirven para contener la escalada inflacionaria, por lo cual, yo no diría que son pro ricos”.

Poniendo estaba la gansa

     Más allá del debate acerca de su pertinencia en términos de mejorar la distribución del ingreso, lo cierto es que los subsidios se consumen dineros públicos, ya que es el Estado el que pone la diferencia entre lo que paga el consumidor y lo que perciben las empresas de servicios públicos.

     De acuerdo con las proyecciones de Collante, de apelarse a un aumento bajo de tarifas (9% de aumento en el año, conforme a las pretensiones de Basualdo y Cristina), se elevaría la cuenta de los subsidios al 3,3% del PBI (2,3% para energía y 1% para transporte público), lo que daría por tierra con el plan Guzmán de mantenerlos en los mismos niveles de 2020 este año, es decir, en 2,5% del PBI.

     “Si la pulseada política se inclina para un lado, Guzmán tendrá que esforzarse mucho más para consolidar el equilibrio fiscal, lo que va a dificultar las negociaciones con el Fondo Monetario. Además, es un gasto que se tiene que financiar con más emisión, lo que es sumamente riesgoso en este contexto, cuando la inflación ya es demasiado elevada”, advierte Collante.

       Precisamente, por inflación inmediata o mediata, será la gente quien termine enfrentando los costos. Nada que la economía, la oscura ciencia de la escasez, no haya previsto antes.