Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Amigos son los amigos

Estudios recientes han revelado que nosotros y nuestros amigos somos sorprendentemente similares genéticamente.

Foto: Devin Avery - Unsplash

Por María Florencia Daneri / Especial para La Nueva.

   Hermanos del alma, hermanos separados al nacer, hermanos que se eligen... hay muchas maneras de definir a un amigo y, muchas veces, a los amigos se los siente como de la familia, de la misma sangre o, mejor dicho, con los mismos genes? Aunque suene muy loco, puede haber una razón científica para esto.

   Estudios recientes han revelado que nosotros y nuestros amigos somos sorprendentemente similares genéticamente. Esa similitud, que es de alrededor del 1 %, es casi la misma que se da entre primos cuartos (relación a nivel de tatarabuelo), es pequeña pero suficiente como para poder ser detectada.

   Pero...que tipos de genes son los que compartimos con nuestros amigos, esos familiares por elección? Luego de analizar los datos los investigadores identificaron conjuntos de genes que probablemente serían similares y otros que serían diferentes entre amigos. Encabezando la lista de genes comunes estaban los relacionados con nuestro sentido del olfato. Una posible explicación es que las personas con genes olfativos similares huelen las cosas de la misma manera y, por lo tanto, sienten atracción (o rechazo) por entornos con olores similares. Algunas personas son más sensibles a los olores que otras, y parece que eso puede tener mucho impacto en nuestras relaciones sociales. Aunque el olfato sea uno de los sentidos mas subestimados, los humanos podemos detectar y discriminar una extraordinaria gama de olores y somos más sensibles que las ratas y los perros a algunos de ellos. Además, nuestros comportamientos y estados afectivos están muy influenciados por nuestro sentido del olfato, por lo que compartir la sensibilidad y la preferencia a ciertos olores entre amigos no suena tan descabellado.

   Pero si compartimos nuestra compatibilidad con respecto a los olores, que genes no compartiríamos con nuestros amigos? ahí entran en juego los genes relacionados con la inmunidad: los amigos tenderían a ser menos similares en esas partes del genoma. No es difícil imaginar por qué, si nos enfermamos esta bueno tener amigos que sean resistentes a esa enfermedad y que puedan ayudar a recuperarnos. En otras palabras, subconscientemente seleccionamos amigos que son inmunológicamente diferentes a nosotros. Esto también ayudaría a prevenir la propagación de enfermedades en nuestros círculos sociales. Por otro lado, no está del todo claro cómo detectamos esa información. Existe alguna evidencia de que los humanos usamos el olor corporal, otra vez el olfato metiendo las narices, para evaluar aspectos de la respuesta inmune de una posible pareja, y algo así podría estar pasando aquí.

   Más que cualquier otra especie, los humanos formamos lazos sociales estrechos con individuos que no son parientes ni parejas. Estas interacciones ofrecen muchas ventajas y pareciera que con quien interactuamos y de qué manera puede depender de la composición genética, ya sea que lo averigüemos en función de pistas ambientales, como una sensibilidad similar a los olores, o nos dejemos influir por señales intrínsecas como su olor corporal que nos hablan de su sistema inmune. Amigos o no, habrá que confiar en nuestro olfato...

   ¿Querés leer más? Buscá el articulo "Friendship and natural selection" de los autores N.A. Christakis y J.H. Fowler