Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Franco Herrero fusionó sus dos pasiones y se abrió paso hacia un mundo inesperado

Tras recibirse de profesor de educación física, el bahiense emigró a los Estados Unidos y allí comenzó a forjar su carrera dentro del circuito profesional de tenis.

Fotos: gentileza Franco Herrero.

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

 

   Casi sin programarlo, aunque lejos de ser un hecho casual o aislado, el bahiense Franco Herrero (29) armó las valijas cargadas de ilusiones y se embarcó hacia una desconocida pero lujosa aventura deportiva profesional.

   A juzgar por el presente, parece que Fran, profesor de Educación Física graduado en el Instituto Superior “Pedro Goyena”, tiene aún varias páginas por escribir en los Estados Unidos, donde radica desde hace casi siete años.

   “De enero a marzo de 2013, próximo a cursar el cuarto año de la carrera de educación física, hice una pasantía de tres meses en la academia de tenis de Chris Evert, en Delray Beach (Florida), trabajando como asistente del Director de preparación física. Ya recibido, las autoridades me ofrecieron el puesto fijo. Automáticamente comencé los trámites de visados y me vine”, recordó Herrero.

   Desde hace unos años, Franco, radicado en Boca Ratón (localidad de la costa sureste de Florida), desempeña el rol de preparador físico de tenistas profesionales; una de las patas fundamentales en la carrera del jugador.

   Pero previo a desandar el camino que hoy lo encuentra, por ejemplo, como responsable físico del estadounidense Tommy Paul, actual N°53 del ranking ATP, merece la pena conocer los cimientos de esta sólida pero todavía incipiente carrera.

   “La posibilidad se dio a través de Reginaldo Moralejo (NdR: tenista bahiense con proyección profesional), quien de joven entrenaba con mi papá. Él sabía que yo estudiaba para ser profe, y cómo en Estados Unidos ofrecen constantemente pasantías de ese tipo, se le ocurrió mencionarme en la academia. Fui, les gustó mi forma de laburar y me ofrecieron un contrato y tramitarme la visa laboral”, rememoró.

   —Está claro que te rompiste el lomo, ¿pero hay algo de causalidad en todo esto?

   —En cierto punto sí. Por haberme criado en un gimnasio (su padre, Raúl Herrero, preparó muchos reconocidos deportistas bahienses) y haber jugado al tenis de joven durante varios años, esta experiencia podría decirse que se dio por decantación. Fue la combinación ideal de profesiones para mí, algo que lo siento muy mío. Pero detrás hubo mucho esfuerzo y trabajo. Y que la aventura inicial en la academia haya sido increíble me permitió proyectar todo lo que vino después.

   —¿Y cómo hiciste para sostenerte en el tiempo e ir renovando los proyectos?

   —Se fue dando en base a las posibilidades, los trabajos y, sobre todo, a los permanentes contactos con las personas. El sur de la Florida tiene mucho tenis de alto nivel y con academias muy grandes, como Evert e IMG, entre otras; además de mucha gente del ámbito. Así, de a poco, y casi sin quererlo, te vas armando el camino. El estar acá facilita mucho, como también que haya mucho latino en lazona.

   “La mayoría de los equipos de trabajo que integré tiene entrenadores argentinos. A ver, obviamente tengo muchos amigos norteamericanos con los que me llevo muy bien, pero uno encuentra mayor afinidad en la gente con la que comparte el lenguaje y la filosofía de vida y trabajo. Eso lo hace más ameno”, remarcó.

El camino fuera de casa

   Luego de una breve pero enriquecedora etapa junto al bahiense Guido Pella (coincidieron algunos meses en 2014), Fran llegó a la Academia Chris Evert a desempeñar el rol de asistente de preparación física, asumiendo la Dirección de dicho departamento a finales de 2015.

   En el mientras tanto, en la medida que gestaba su estilo, comenzaron a llegar las primeras propuestas de grueso calibre en el plano tenístico profesional, ligadas a jugadores afianzados en el circuito.

   “Colaboré con la puertoriqueña Mónica Puig (actualmente 150°) “part time”, ayudándola en la época que Claudio Galaso (ex profe de David Nalbandian) no podía acompañarla en sus viajes. Junto a Mónica, en modo "part time", trabajé hasta 2017”, contó Franco.

   “Al año siguiente me llegó la "Green Card" (habilitación residencial) que me daba la libertad para movilizarme y trabajar donde quisiera, y ahí me ofrecieron el puesto de preparador exclusivo”, aclaró.

   Fue ese probablemente el quiebre en su profesión, lo que motivó un giro de 180° grados en el enfoque del tratamiento físico enfocado en el glamoroso mundo del tenis.

   “Viajar de manera full time con el jugador era incompatible con el trabajo diario en la Academia. Tuve que optar por una cosa u otra, y me pareció que ese momento de mi vida era el indicado para apostar y dar el paso hacia la aventura del circuito profesional”, reconoció Herrero.

   “Luego de Mónica, a quien acompañé hasta Australia 2019, trabajé de forma independiente con varios jugadores: la rusa Margarita Gasparian (87°), el estadounidense Tommy Paul (53° del mundo), durante un semestre de 2019; y con la canadiense Eugenie Bouchard, ex N°5 WTA. Ese mismo año me contactaron Franco Davin y Patricia Tarabini, ambos ex tenistas argentinos, para trabajar con su grupo de jugadores en Miami. Allí estaban el británico Kyle Edmund (71°), la rusa Anna Kalinskaya y el ecuatoriano Emilio Gómez, entre otros”, detalló.

   El presente, aún en este tambaleante nuevo mundo pandémico, se muestra desafiante para Franco.

   "Sobre fin de 2019, y debido a la distancias (hora y media de ida y vuelta hasta Miami todos los días), decidí quedarme en la Academia y trabajar con una base fija de jugadores. Empecé con Mari Osaka, hermana de Naomi (2° WTA), que ahora decidió dejar de jugar; y actualmente retomé con Tommy Paul e incorporé a la jugadora mexicana Renata Sarasua (141°).

   Con 29 años, y un interesante recorrido en sus espaldas, Herrero se da el lujo de proyectar en grande junto a sus dos pasiones: el tenis y la preparación física.

Los efectos de la pandemia y la proyección a futuro

   Habrán notado que la irrupción del coronavirus en la humanidad no afectó en mayor medida (¡en horabuena!) los planes de Franco Herrero en el norte del continente.

   "Nos complicó en el sentido que los jugadores no tuvieron competencia durante un largo tiempo. Lo positivo fue que se aprovechó para trabajar duro y mejorar muchos aspectos, tanto físicos como tenísticos, que habitualmente no te permite el vertiginoso ritmo de la competencia", remarcó.

   "Adaptarse a la burbuja fue muy duro; sobre todo mental y físicamente, debiendo en varias ocasiones tener que entrenar en habitaciones y buscando la forma que el jugador esté activo como sea", agregó.

   —¿Qué tenes en mente para lo que viene?

   —Estoy muy cómodo así. Trabajo con dos jugadores de enorme potencial. En ese sentido, el objetivo es hacer mi trabajo lo mejor posible para que exploten y expriman al máximo su rendimiento. Más adelante tengo la posibilidad de armar un proyecto propio, como un centro de entrenamiento o algo semejante, pero será más adelante.